Parte 1; "Sutej Ka Deseret"

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Kemet es uno de los grandes imperios del Limbo, su núcleo se sitúa en el desierto más grande del mundo el cual es atravesado de extremo a extremo por un gran rió y no es una casualidad; es la versión de este mundo de lo que fue el antiguo imperio egipcio y en él una infinidad de dioses son adorados a diario. A pesar de estar rodeado por fronteras demoníacas su gente goza de paz y abundancia gracias al río Nilo y que los demonios se limitan al desierto, así tenemos ante nosotros un bello y glorioso imperio envuelto en misteriosos dioses, rituales y magia ancestrales.

En el templo de Luxor, centro del culto al faraón vivo, el rey descansa al atardecer. Cuando la luz del dios sol va rodando por el horizonte próximo a ocultarse, el fogón en el patio más alto mantiene la luz tenuemente y el faraón medita en soledad viendo su ciudad, su reino, su vida, preparándose para descansar. Bajo esta calma hace uso de su singular don para comunicarse con los dioses. Sólo quien ha sido escogido por ellos tiene este don, incluso si es un príncipe sin coronar, sus sueños le han de mostrar importantes visiones, premoniciones y consejos.

En estado de duermevela, a Thutmes IV se le presentó la peor visión que pudo imaginar; el dios Seth, señor del caos, el desierto y todo poder incontenible, ha entrado en su cuerpo para acercarse a su esposa mientras ella duerme. Seth ha engendrado en el vientre de la indefensa mujer a un monstruo quien, en las visiones del faraón, nace y crece como una sombra sin rostro para derramar la sangre real; un futuro faraón es destrozado como animal para el sacrificio y, sin un heredero, su linaje se interrumpe llevando a todo Kemet al caos. El Nilo aparece seco ante el atónito rey, los monumentos, templos y tumbas son arrasados por la erosión del viento cargado de arena, borrando todo nombre y con ello la inmortalidad del imperio desaparece.

Aterrado por su visión, Thutmes corre al palacio real que no se encuentra muy lejos. Ha partido en su carrosa sin aviso siquiera los guardias han podido seguirle.

En el palacio, "la gran casa del rey", su primera esposa Amosis danza feliz en sus aposentos al son de los músicos acompañada por su madre y otras mujeres, en su mayoría sirvientas, celebrando algo. Al entrar el faraón de forma tan repentina la música cesa, sólo Amosis es capaz de seguir con su alegría y se acerca a su esposo llevándole un pequeño cuenco con semillas del que se asoma un pequeño brote. "Ha sido la cebada" le informa la reina "es un varón, el futuro faraón de Kemet".

Al ver la semilla que ha brotado Thutmes confirma su peor pesadilla; su esposa está embarazada, tal como ocurrió en su visión, y lo altera tanto que en un arranque de ira vuelca el cuenco con semillas que sostiene la reina provocando su desconcierto.

― Concebir un heredero es el principal objetivo de todo Faraón― le reprocha su esposa para sorpresa de todos los presentes, quienes comienzan a retirarse para no incomodar al molesto rey―¿no me darás una explicación por tu comportamiento?

Con implacable serenidad la reina sospecha que algo malo sucede. A esta mujer poco le importa que esté hablando con el faraón, para ella es su esposo y ello le da cierto derecho, e incluso poder sobre él y el imperio, mas Thutmes no cambiaría de parecer. Tras unos minutos de silencio en los que su esposa espera pacientemente su respuesta, él habla.

― Los dioses me han dado una visión― le explica con la voz teñida de angustia― la criatura que crece en tu vientre es hijo de Seth, no mío, y no debe llegar a ser rey jamás o todo Kemet caerá en caos.

― Cálmate― sugiere su astuta mujer al verlo tan agitado― ¿cuán terrible puede ser un bebé?

― Tú no has visto lo que yo ¡los dioses me han advertido para proteger el imperio!―insiste dando vueltas a la habitación buscando aclarar su mente por una solución.―

SETRA; Almas DivinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora