3. Un sabor amargo en la boca

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Los labios de JeongHan formaron una fina línea mientras veía al equipo estrella de Pledis jugar en la abierta cancha.

Supuso que la persona con la que hablaba amenamente Joshua, entre risas y toqueteos descarados, era HoJung. El chico era apuesto, más alto que Joshua, con un rostro muy completo y un cuerpo bien formado. Su cabello negro, su sonrisa de labios gruesos y esa mirada oscura, lo hizo respirar pesado; era demasiado atractivo. Joshua lo miraba con mucha atención y reía excesivo entre el entrenamiento. JeongHan pensó en que ese chico sólo lo estaba distrayendo.

No le daba buena espina.

—¿Qué es tan divertido? —se preguntó entre las gradas, totalmente disgustado.

Una viva voz en el interior, gritaba que su comportamiento era de un celoso. JeongHan negó, pues no quería llamar tan temprano a los celos.

Joshua siempre tomó muy serias sus prácticas en ese deporte que tanto le gustaba. Su rostro siempre sudaba de la dedicación y su cabello terminaba mojado. Nunca sonreía a menos que le estuviese yendo muy bien.

El silbato sonó dando por terminada la pericia de su entrenamiento. JeongHan estaba tan metido entre sus pensamientos, que no notó cómo Joshua caminaba hacia él, con una sonrisa de la que no pudo hablar.

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en tus últimas clases? —inquirió Joshua al llegar.

«Inventa algo, Han» pensó. No tuvo más remedio que encogerse de hombros.

—Estaba curioso por tu entrenamiento —habló rápido—. ¿O qué? ¿Ya no puedo venir a verte? ¿Estás tan ocupado?

—¿Por qué estás actuando así?

Esta vez entre risas abrió la puerta y salió de la cerca solo para poder hablar mejor. JeongHan bufó cuando él se colocó a su lado. ¿Qué acaso todo era una broma para él? ¿Por qué todo le causaba gracia?

—¿Actuando cómo? —enfrentó.

—No lo sé, sólo no eres mi cariñoso JeongHan en este momento —al rubio se le ablandó el corazón. Estaba siendo muy estúpido—. Estoy muy contento de que vengas a verme, pero no estoy de acuerdo con que pierdas tus clases por mí. Tu horario es muy apretado, así que no puedes variarlo.

—Lo lamento —se disculpó JeongHan con un puchero y agachando su pequeña cabeza—. Si-Simplemente quería verte, te fuiste de la oficina sin despedirte y me sentí confundido. ¿Estoy haciendo algo mal?

Su rostro fue atraído por la mano del muchacho a su lado. Los pequeños ojos tristes de JeongHan y ese mohín rosado nunca podían fallar. Quizá ese otro chico era más guapo que él, pero no tenía la misma habilidad de destacar sus pequeños atributos tiernos.

—¿Qué te hace pensar que estás haciendo algo mal? —Joshua imitó sus expresiones—. Mi entrenamiento se adelantó y por eso tenía que correr. Lamento no despedirme de ti.

—Entiendo.

—Mañana no tengo entrenamiento —comentó—. Entonces, mañana estaré totalmente libre para ti. ¿Qué dices?

—¿Una cita? —JeongHan casi cae para atrás cuando Joshua asintió.

No pudo evitar que su rostro se pusiera totalmente rojo.

—Pediré comida a domicilio y cenaremos bajo el árbol del pequeño parque —sugirió—. ¿Te parece?

—Sí, hagamos eso.

—Bien.

—¡Jo-shua! —gritaron desde la cancha.

Los miembros de la junta directiva miraron hacia el pequeño muchacho peli-negro que llamó al castaño con emoción.

PLEDIS SCHOOL 2: VOLVAMOS A EMPEZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora