13. La carta de MingHao

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—¿Cómo está el padre más hermoso de la tierra?

Joven Kwon, su padre en este momento no puede contestar la llamada. Y, sabe bien que así lo halague, no funcionará.

—Oh, Hye... —suspiró SoonYoung al conocer la voz del otro lado e hizo una mueca de pura decepción—. ¿Está muy ocupado? Quiero hablar con él desde hace dos días.

Ha tenido problemas con un miembro de su empresa, y está encargándose de las denuncias. —contestó—. ¿Podría saber para qué lo busca?

—Estoy en un ligero problema —admitió el peli-negro—. Llevaba una malteada y sin querer ha caído sobre unas cámaras. Los detalles podrás imaginarlos... Es una larga historia.

Ya veo. Necesita que su padre ayude a arreglar el problema.

—Sí, Hye —SoonYoung sonrió—. Quizá tú, como su secretaria, podrías decirle algo; realmente necesito su ayuda. El presidente de la junta directiva aún no sabe, y espero que no lo sepa o se va a enojar conmigo.

Silencio. El líder de los payasos pledis, entre la abrumadora llamada, casi acaba con sus uñas de tanto morderlas; MinGyu podría ayudarlo, pero él estaba distrayendo al presidente hasta mientras.

Veré si puedo hablarle sobre esto y si él no tiene el tiempo de llamar a sus contactos, me encargaré de ello, joven Kwon —solucionó la mujer—. Esté al tanto de cualquier llamada de mi parte.

—No sabes cuánto te agradezco, Hye. Apenas entre a vacaciones te llevaré para cenar en el lugar que quieras y compraré un regalo en tu tienda favorita.

Ella rio un poco.

No creo que su madre vea muy bien el hecho de que lleve a cenar a una mujer vieja como yo. Sólo manténgase sano, joven Kwon.

—Está bien.

Cuando SoonYoung cortó la llamada no hizo más que soltar un poco de aire retenido, realmente esperaba que la secretaria de su padre lo ayudara, las cosas se estaban demorando. Al voltear, pudo darse cuenta de que uno de los muchachos más bonitos de la escuela estaba buscando entre los salones con algo de desesperación. Considerando que nadie más que él estudiaba en este piso... ¿A quién más podría encontrar?

—¡Hao! —llamó apresuradamente, guardando su celular. No dudó en que era a él a quien buscaba, puesto que apenas lo vio, sonrió y se acercó cansado—. ¿Sucede algo?

—Te estaba buscando.

«¡Bingo!»

—¿No te regalé un celular? ¿Por qué no lo usas?

MingHao comenzó a reír un poco avergonzado; quizá se olvidó por completo que tenía un dispositivo electrónico a la mano, que facilitaría su vida.

—Aún no me acostumbro a esto, lo lamento.

—¿Para qué me buscabas?

—¿Tienes libre?

El rostro del castaño quedó entero para recibir su atención, en espera de una respuesta. La pregunta corrió varias veces por la cabeza de SoonYoung, su corazón palpitó muy rápido. Siempre buscaba a MingHao, pero ahora él lo buscaba y se sintió muy satisfactorio saber que alguien necesitaba de él.

Y no le importó si después de que sonara la campana tenía laboratorio de ciencias.

Asintió.

PLEDIS SCHOOL 2: VOLVAMOS A EMPEZARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora