¿Volvemos a empezar?
Bienvenido a Pledis School, la escuela más prestigiosa y cara de toda Corea. Cuenta con las mejores instalaciones, la mejor educación y las más grandes bibliotecas.
Realmente es una pena que no se pueda decir lo mismo de los...
Un grito desgarrador se escuchó en las afueras del edificio. El peli-naranja, había hecho una de las locuras más salvajes en el poco tiempo de ingreso a clases; llenar con pintura un edificio. Y era curioso que la mayoría de cosas fueran hechas con ese material, pero no le quitaba la diversión, según él.
SeokMin tenía razón, él no debía abandonar lo que era porque otros querían. Y muchos no podrían entender la satisfacción que sintió su pecho al cometer tal delito inocente.
—Lee JiHoon, ¿sabes en el problema que estás metido? —MinGyu preguntó con los brazos cruzados, justo detrás de él.
Woozi se había escondido en el edificio adverso (justo detrás de las puertas de vidrio templado) para ver todo con lujo de detalles, pero no contó con que MinGyu lo seguiría. Comenzó a pensar en que había cometido un grave error al decirle el plan antes de llevarlo a cabo, quizá fue porque confió en que el moreno continuaría siendo su compañero de crimen.
Necesitaba otro.
—Realmente no me importa —agitó su mano, quitándole interés—. Esto es lo que soy y ustedes solo tratan de cambiarme.
—Esto no es lo que tú eres, eso es lo que crees. Sería inútil que te escondas en una escuela privada. Lo mejor será que te vayas a disculpar con las autoridades. Y con SeungCheol.
—Deja de nombrar a SeungCheol —pidió el más bajo con algo de molestia—. Haces que me sienta muy mal por lo que hago.
—¡Deberías sentirte mal!
¿Por qué MinGyu estaba gritándole? Fue lo primero que se le pasó por la cabeza. No era la primera vez que hacía algo así, debería estar acostumbrado. MinGyu se vio muy diferente frente a sus ojos en ese momento; estaba tensando su mandíbula y sus manos terminaban en puño. No tenía que portarse así con él, siempre lo terminaba ayudando sin juzgarlo y ahora estaba enfadado, alzándole la voz.
—Ya no eres un niño al que se le perdona todo —trató de explicar. Era indescriptible su rostro lleno de enojo—. Te estás portando muy inmaduro. Y en este momento, te irás a disculpar con SeungCheol. Me haces pensar que no te importa lo mucho que te ha ayudado.
—Pero esto es lo que soy...
—¿Es lo único con lo que podrás defenderte? Tú no eres esto.
Tragó saliva por el repentino nudo en su garganta y, sin pensarlo mucho, sintió un ardor en los ojos avisándole que iba a llorar. Sus labios temblaron y empezó a salir de su pequeño escondite sin mirar al más alto.
No comprendía por qué SeokMin lo había alentado y MinGyu lo hacía caer de esa forma.
—Antes no tenía la valentía de decírtelo, pero ya es hora de que te detengas —dijo, tocándole hombro—. Quiero lo mejor para ti y parece que no lo entiendes.
Quitó aquella mano que tocó su cuerpo y fingió no haberlo escuchado. Todo él estaba temblando; cayendo en cuenta de lo que había hecho. Pensar en si estaba equivocado era una pérdida de tiempo, porque lo estaba.
Solo quería divertirse y, otra vez, lo había hecho mal.
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