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06–09–18.

Querido diario:

Hola, puedo decirte que vengo el día de hoy con cosas un poco interesantes, así que creo que debería empezar con mi relato.

Por ser sábado, no me levante tan temprano, de hecho creo que si fuera por mi me hubiera quedado dormida hasta el medio día, pero como tengo un hermano que se preocupa por mi salud, vino a mi habitación a las 07:00 a.m. para que desayunara, y no fue solo gritando mi nombre, moviéndome o golpeándome con la almohada, no, el tuvo que derramarme un vaso de agua por la cara para que me levantara, y todo por el desayuno, que podía haberme servido yo misma una hora más tarde, pero ya ves.

Luego de esa escena y la escena en la que perseguí a mi hermano por toda la casa para pegarle con una almohada y que mamá nos regañara por hacer barullo muy temprano, me fui a duchar, eh hice lo que habitualmente hago antes de irme al instituto, a diferencia de que en vez de ir al instituto, me tumbe en el sillón de la sala mirando el techo.

Y mi paz y tranquilidad no duraron mucho, ya que luego de que mis padres se fueran, mi hermano me tiro una almohada sobre mi vientre, por lo cual obviamente proteste, luego de eso nos sentamos a ver películas, cocinamos juntos, y no pare de reírme en toda la tarde, es como si  simplemente hubiera despejado mi mente y no hubiera pensado en lo que tendría que hacer más tarde. Pero como el mundo me re contra ama (sarcasmo) sonó el timbre, y eran como las 17:00 hs., mire extrañada hacia el pasillo que daba a la puerta sin ganas de querer levantarme, pero tuve que levantarme, porque volvío a sonar, una y otra vez, y como mi querido hermano no quería levantarse tuve que hacerlo yo. Al abrir la puerta me encontré con tres rostros bien conocidos para mí. Y eran nada más y nada menos que el grupo de mis amigas las cuales me brindaban una sonrisa inocente, cuando les abrí la puerta y ellas pasaron.

—¿Hola?—dije con una ceja levantada, y mirándolas extrañada.

—Hola. —dijeron a la par.

—Vinimos para llevarte a la fiesta. —dijo Lore como si hubiera leído mi mente, y supiera exactamente que esa era la pregunta que iba a formularles.

—No iré. —dije mientras las miraba a cada una.

—¿Cómo que no? —dijo Lenna, mientras me miraba con su semblante serio.

—No quiero ir chicas es que...

—¿Cómo que no iras a la fiesta? —dijo mi hermano saliendo al pasillo donde nos encontrábamos, con un tarro lleno de palomitas de maíz.

—No empiecen los cuatro. —dije mientras caminaba en dirección a la sala, cuando llegue ahí me senté en un sillón individual, las chicas que venían detrás de mí se sentaron en el familiar, y mi hermano en el otro individual.

—Harmony, por favor, solo una vez, por favor. —dijo Morgan mientras ponía ojitos de cachorrito.

—Así sabrás si las fiestas son lo tuyo o no, solo por este fin de semana por favor. —dije Lenna, y todos tenían su mirada puesta en mi, y lo que en algún momento fue tierno y convencible, se transformo en horroroso, todos me miraban con caras de maniáticos.

—Por favor...—dijeron todos a la vez.

—Chicos...

—Por favor...—volvieron a decir.

—No em...

—Por favor...—los mire mal, pero ellos seguían con sus caras suplicantes, y sabía perfectamente que si no les decía que si, no me dejarían en paz, por lo que tuve que aceptar.

—Está bien, iré, iré, pero, por trabajo. —dije mientras los miraba mal a todos, y ellos sonreían como maniáticos.

—Pues ya que iras, es hora de prepararnos. —dijo Lenna con una sonrisa de oreja a oreja.

Mi diario de baja autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora