VIII

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09–09–18

Querido diario:

Comenzó el día martes, y créeme que no me alegro mucho que iniciará esté día, seguía con ese aura de mala vibra rodeándome por completo, y solo quería que se alejara de mí. Al levantarme y mientras me duchaba, estaban en mi mente lo de las conversaciones pendientes, no quería tener ninguna de esas conversaciones pero sabía que ni bien llegabara al instituto y me cruzara con las chicas eso es algo que ocurriría, no tenía tiempo para lidiar con nada de esto, me tendría que estar centrando en cosas más importantes, como los exámenes finales, por los cuales solo faltaba un mes y algo, o no sé, en los proyectos, en las tareas, en el colegio, menos en cosas estúpidas y sin importancias como esas, pero por una extraña razón esto era raro para mi, y a mi subconciente parecía divertirle toda la situación que no hacía más que darle vueltas y vueltas, una y otra vez al asunto.

Cuando termine de desayunar, y ya estaba completamente vestida y preparada para ir al instituto, conecté los auriculares, y puse el sonido a todo volumen, salí de casa, y empecé a caminar en dirección al instituto.

Mientras caminaba todo en mi se sentía en calma, no había pensamientos, no había inquietudes, no había problemas, solo eramos la música, el camino y yo, y se sentía bien, se sentía bien, sin cargar con esa ansiedad y ese mal genio con el que llevaba cargada ya un buen tiempo, se sentía bien despejarse, pero nada dura para siempre, tome una gran bocanada de aire, y camine hacia las puertas del instituto. Y toda esa paz que en algún momento sentí se esfumo con solo poner mis pies dentro del instituto.

Intente mezclarme con los demás estudiantes, lo cual en mi opinión resulto muy bien, ya que, que yo sepa, ninguna persona preparada para interrogarme estaba cerca, lo cual agradecia, camine en dirección a mi casillero para poder dejar algunos libros de mis ultimas clases, cuando cerre mi casillero para marcharme a mi primera clase sentí algunas miradas, gire mi cuerpo para poder mirar a mi costado y ahí estaban las chicas mirándome con los ojos entrecerrados, les di una sonrisa inocente, y las salude con la mano, y luego seguí con mi camino en dirección al frente, y en ese camino, vi a un grupo de chicas de primer año haciendo un semicírculo alrededor de alguien, a quien no distinguía, y tampoco me importaba saber quien era. Al pasar junto a aquel grupo, a pesar de tener mis auriculares con la música a todo volumen aún podía oír sus murmullos, y puedo decir que hablaban todas a la vez, lo cual me parecía molesto; por el ruido que todas provocaban, camine más rápido para alejarme de ellas, pero escuche una voz llamarme lo cual me hizo detenerme por un breve momento.

—Hanson. —escuche una voz masculina que podría decir que ya se había vuelto conocida para mis oídos.

Por un breve momento gire mi cabeza hacia el grupo de chicas, por donde creo que fue el lugar en el que distinguí la voz, y ahí pude distinguir esa cabellera negra dentro de ese grupo, simplemente decidí ignorarlo, como si no lo hubiera oído, y seguí caminando en dirección a mi siguiente clase.

Sentía que este día seria muy largo, y creeme que lo fue.

Cuando llegue a mi salón de clase, me senté en una silla de fondo, en el cual pensé que estaría en paz con mi soledad, pero no fue así, ya que mi paz fue interrumpida por un chico, el cual había visto un par de veces, pero en estos momentos desconocía su nombre.

—Disculpa Harmony. —dijo mientras me tocaba el hombro.

—¿Si? —dije algo extrañada por su presencia, ya que no era alguien con quien recordaba haber cruzado palabra en algún momento, y realmente me era raro que supiera mi nombre, ya que si mal no recuerdo este chico se encontraba en uno de los grupitos de los populares, y populares y yo no nos llevamos tan bien que digamos.

Mi diario de baja autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora