VIII

65 11 8
                                    

20–09–19

Querido diario:

Martes, martes, martes.

Puedo decir que el día de hoy me levante con una gran suma de entusiamos, ansiedad, y de hecho no sabía porqué o al menos quería ignorar ese hecho.

De alguna forma me sentía bien, me sentía tranquila y a pesar de que las voces en mi cabeza estaban lantentes y constantes no estaban provcando un efecto notorio en mí. Y de cierta forma eso me tranquilizaba.

Al llegar al instituto, me dirigí hacía mi casillero como suelo hacer de costumbre, al abrir este encontré un nota que decía: "Buenos días chica rara, espero verte en nuevo en el mismo lugar de ayer si te parece, las ansias de hablar contigo no me dejaron dormir tranquilo, estoy impaciente chica rara.

Atentamente, tu idiota favorito."

Una sonrisa se dibujo en mis labios, y guarde la nota dentro de mi mochila.

Ahora todos los alumnos se dirigían hacia la cancha, porque empezarían los juegos y yo no tenía ánimos de participar, nunca los tuve, siempre iba por el simple hecho de que las chicas estaban ahí, y de cierta forma me obligaban a ir, camine por los pasillos y mientras lo hacía sin que me diera cuenta el chico extraño se posó junto a mí y empezamos a caminar juntos en sentido contrario al tumulto de gente, me dedicó una mirada de reojo y sonrió.

Caminamos juntos y luego nos adentramos a la sala de natación.

—Hola chica rara. —dijo para luego dedicarme una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola chico extraño.

—Me alegra que hayas venido, pensé que no querrías hacerlo, pensé que tendría que buscarte y raptarte para hablar contigo.

Una risa escapó de mis labios. —Te dije que esta ves si continuaríamos lo que dejamos pendiente. —dije mientras me sentaba cerca de la piscina. —A demás ¿a qué viene esta insistencia tuya por querer hablar conmigo? Ni que fuera interesante.

—Dejame deberte la respuesta a esa pregunta Hanson, y de hecho a mí me pareces muy interesante, no sé que sea, pero todo lo que me rodea deja de tener sentido cuando estoy contigo. —dijo para luego sentarse frente a mí, lo dijo con tanta seriedad que una risa escapo de mis labios, y esa risa luego se volvió una carcajada y el se unió a mi carcajada luego de haber estado un buen rato mirándome serio. —¿De qué te ries? lo digo en serio. —una sonrisa de oreja a oreja se formo sobre mí rostro.

—Ay, si, como no.

—Bueno, da igual si no me crees, yo me creo y esta bien.

—Si tú lo dices.

Una sonrisa se formó en mi rostro, me encantaba y me aterraba al mismo tiempo, la capacidad que él tenía para provocar en mí una sonrisa con tanta facilidad.

Un silencio repentino se formó entre nosotros, ninguno hablaba, sin embargo, nuestras miradas estaban conectadas, era como si ellas hablaran por si solas de alguna forma que ninguno de nosotros podía entender.

Sentí como mi corazón se aceleraba con el pasar de los minutos de silencio.

—Retomando la conversación de ayer. —dijo el en un tono tan bajo que parecía un susurro, como si no quisiera arruinar la conexión que habíamos formado sin siquiera pronunciar una palabra. —Harmony, me gustaría conocerte, me gustaría saber todo de ti, lo que te gusta y lo que no, lo que piensas, lo que sientes. —lo mire extrañada. —Se que pensaras que es extraño, incluso no me creeras, pero, para ti puedo ser un mujeriego, un idiota, el chico extraño y sexi de la piscina. —sonreí ante esto último y el también lo hizo. —No importa, quiero conocerte, tienes algo, algo extraño e interesante, algo que no me permite sacar de mi cabeza a aquella chica rara de la fiesta, incluso aceptaría ser tu amigo.

Mi diario de baja autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora