VII

57 11 0
                                    

19–09–19.

Querido diario:

Hoy no fue un día para nada a como esperaba, a que lo fuera.

En primer lugar de tan despistada y metida que estaba en mis pensamientos olvide por completo que tan sólo faltaba poco para el día de la juventud, de que entre hoy, mañana y pasado mañana todo sería joda y gozo para los estudiantes, esta semana sería la menos estresante de todas, era como un mal intento de vacaciones que no se pudo concretar.

Mi plan de encontrarme con el chico extraño, funcionó pero no como me lo esperaba, claro las cosas salieron bastante bien, pero la situación no se dio para nada a como me la imaginaba. Eso me demuestra una vez mas, que por más de que planees algo y pienses seguirlo al pie de la letra muchas veces el destino te demuestra que no puedes tenerlo todo calculado, que no puedes tenerlo todo debajo de tu control, que a pesar de todo siempre habrá imprevistos.

Y mi día va asi:

Para empezar comienza con un día caluroso, me levante con una sensación de tranquilidad, de serenidad que no sé de dónde había sacado, pero me agradaba, a pesar de tener un remolino en mi cabeza, se sentía bien por fuera del cascarón.

Cuando llegué al instituto todo estaba repleto de jóvenes con sonrisas enormes, que transmitían tanto alivio y alegría que realmente se sentía muy contagiosa.

Mis objetivos estaban fijos, encontrar al chico ese, y hablar con él, ncesitaba agradecerle y disculparme por todas las cosas que le dije, a pesar de que piense que hayan sido ciertas, se que estuvo mal en la forma en la que lo dije, él no se merecía tanta mierda.

Pero me había olvidado de un factor fundamental, que no habían clases, que todo eran juegos y festejos, actividades tras actividades.

Estuve con mis amigas y sus novios; tuve la suerte que no hayan sacado a relucir el tema de la otra noche, lo cual en el fondo agradecí profundamente. Lo busque con la mirada un montón de veces, pero no lo veía por ningún lado, hasta incluso sé me cruzó por la mente hablarle a su amigo con el cual ya me había topado un par de veces, pero no tenia el valor siquiera de hacer eso, así que contuve todas esas ganas y las guarde dentro de mí, junto a un millón de cosas más, que no sucedieron.

Luego en uno de mis arranques de alejarme de todos por un momento ya que los gritos de euforia y la música a todo volumen ya empezaba a hacer eco en mi cabeza.

Camine por los pasillos desolados por un largo tiempo, hasta que me decidí por entrar en la sala de natación, esperando que el agua de la piscina pudiera volver a traerme la calma que había perdido.

Me acerqué a la piscina y me senté junto a ella, sin meter mis pies ni mis brazos simple mente mire el agua por unos minutos, perdiéndome en el azul del agua cristalina, hasta que oí una voz que me saco completamente de lugar, que hizo que sintiera como si un peso hubiera caído sobre mí.

—¿Qué haces aquí? —dijo de manera fría y hostil, trague saliva y me digne a mirarlo, a mirar esos ojos grises, sentí que mi corazón latía de una forma irregular.

Abrí y cerré la boca un par de veces, porque no podía articular palabra alguna.

—Yo... éste...—me aclaré la garganta, él en ningún momento dejó de mirarme, pero en su mirada lo notaba distante a mí, no como otra veces. —Necesitaba un poco de paz, y decidí que este podría ser un buen lugar. —dije mientras me encogía de hombros y bajaba la cabeza.

Un silencio reino entre nosotros, cuando volví a levantar la mirada el estaba por volver a sumergirse en el agua.

—También te estuve buscando, y a pesar de que esté no haya sido el lugar en el cual me habría imaginado encontrarte. —dije mientras volvía a mirar mis manos mientras juguetoneaba con mis dedos en señal de nerviosismo. —Necesitaba agradecerte por lo de la otra noche. —dije mientras tímidamente levantaba la cabeza y lo observaba, en mi interior todo era un remolino de emociones. —Y disculparme por haberme comportado como una mierda; y no, no lo digo solo porque me ayudaste, no, lo digo porque no dejé de sentirme como la peor persona del mundo desde el momento en el que te dije eso y me fui.

Mi diario de baja autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora