IV

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16–09–19

Querido diario:

Ni siquiera se como explicar mi día, todo me pareció aburrido, estuve sin ganas todo el día, solo quería que la semana terminara.

Estaba tan distraída, demasiado metida en mis pensamientos, pero en serio, demasiado, porque termine chocando con alguien en los pasillos, hasta me tambalee después del choque, pero unas manos me sostuvieron de los hombros para evitar que cayera.

—Deberías tener más cuidado chica rara. —dijo él con un tono tan frío que no había escucho salir de él en ningún otro momento y claro como iba a escucharlo hablar así en otro momento si no hablaba con él. Hasta el sonido de su voz sonaba lejana en mi cabeza, ni siquiera lo mire, no sé que me pasaba, estaba en blanco, mirando un punto fijo en lo poco que podía ver detrás de el. —Hey. —una mano se balanceo sobre mis ojos, sacándome del trance en el que sea que estaba, mi vista paso directamente a sus ojos grises, él no me había soltado, y sus manos sobre mi piel habían creado que un breve cosquilleo corra por todo mi cuerpo.

—Lo siento. —digo luego de unos minutos, su expresión cambio rápidamente, pero no dijo nada.

Di un paso atrás, alejando todo contacto de él sobre mí, y me encamine hacia mi clase.

No sé lo que me pasaba, y una parte de mi quería saber, mientras que la otra simplemente quería irse lejos, a algún lugar, donde nadie más podría estar.

Hoy teníamos educación física, no odiaba tanto esta clase, pero las ganas de moverme eran simplemente nulas.

Las clases se pasaron rápido, al igual que el receso, y la siguiente clase igual.

En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba en los vestidores, poniéndome algo adecuado para realizar deportes. Mi elección es la de siempre, unos buzos holgados y una remera igual holgada, no me gusta andar mucho con ropa al cuerpo, y tampoco me gusta mostrar alguna parte de el, como hace la mayoría.

Salgo acompañada de las chicas, ya que esta clase se da con todos los curso, a pesar de estar en diferentes énfasis esta es la clase que compartimos todos los de tercer año.

Cuando llegamos a la cancha, algunas chicas me miran de arriba abajo, no hice más que rodar los ojos, simplemente siento como si eso ya se hubiera hecho costumbre, siempre me miraban de ese modo y luego se ponían a cuchichear entre si. Recoji mi cabello en una coleta alta, para que cuando empezara la actividad no me molestara, por suerte era la última clase del día, las ansías de irme simplemente crecían.

Luego de saludar,y dar algunas indicaciones, los profesores nos mandaron a caminar, camine al lado de mis amigas, pero sentía que me agobiaba y mis pies se empezaron a mover más rapidos por si solos, luego de unos minutos sono  el silbato que indicaba que era hora de empezar a trotar y así lo hice, imagine que escuchaba música, que estaba sola, que solo era yo y el trote, el camino y las vueltas, no se cuanto paso y volvió a sonar el silbato, y luego volvimos a caminar.

Tome una profunda respiración y las chicas llegaron trotando junto a mi.

—Harmony. ¿te sucede algo?— negue con la cabeza. —Nunca habías trotado sola, de hecho nunca te habías separado tanto de nosotras.

—No me pasa nada, solo quiero que esto termine e irme a casa. —digo sin prestarle demasiada atención.

Cuando empezaron los ejercicios nos pusieron en dos líneas, y los hombres estaban frente a la chicas.

Cuando empezamos los ejercicio sentía miradas fijas en mi, mis ojos viajaron por la fila de hombres al sentirme muy observada mientras hacia los ejercicios. Y mis ojos se conectaron con los de el.

Mi diario de baja autoestimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora