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Una semana después  ya estaban  preparandose para casarse. Todo sería en la mansió   de los Uchiha, mas concretamente en el jardín.  A ella asistirían los padres de Sasuke, Naruto e Ino, Sarada y  el padre de Hinata.  A este último ella había tenido que convencerlo de que asistiera, ya que no se creía merecedor de ver a su hija casarse.
Aunque Hinata tenía dinero, él había insistido el comprarle el vestido de novia y todo lo que necesitase. A ella no le importaba lo material, pero con ello sabía que su padre estaba intentando remediar todo lo que había hecho.

En esos momentos se encontraba  en la habitación que ella había ocupado en aquella casa. Aun recordaba como al principio se encongía en la esquina mas alejada de la puerta cuando Fugaku entraba para avisarla de la que debía bajar a cenar. Recordaba como Mikoto la trataba con aquel amor tan maternal que para ella en ese momento era desconocido. Recordaba vagamente a Itachi solo lo había visto dos veces y las dos se había mantenido escondida. Recordaba como en las noches de tormenta se iba a la habitación de Sasuke, ya que ella le tenía verdadero pánico a las tormentas. Al final no solo ella iba cuando había tormentas, Sasuke tambien aparecía a veces en su cuarto para cuidarla, ya que del miedo los musculos se le quedaban agarrotados. Al principio él era el único en el que confiaba.

Sasuke, por su parte, se encontraba en su cuarto  ajustandose la pajarita. No habia estado tan nervioso  nunca en su vida. Toda su  vida con Hinata  había empezado con un par de trabajos de clase y la fatidica tarde en la que probablemente la salvó  de una muerte casi segura. Nunca se arrepentiría de haber hecho aquello, pero si de no haber sido lo suficientemente listo para averiguarlo antes, ya que las señales habían estado siempre frente a sus narices  y nunca las había tomado en cuenta. Desde ese mismo instante se juró a si mismo que la protegería, pero faltó a su juramento el día del accidente. Aquello era algo que la azabache le había dichi muchas veces que olvidase, ya que la culpa no era solo de él sino tambien de ella. Sasuke  estaba demasiado nervioso, por lo que no atinaba a  hacerse el moño de la pajarita.

-Dejame a mi - dijo su madre al entrar y verlo  así-.

Mikoto se acercó y comenzó a hacerle el moño de la pajarita mientras lo miraba sonriendo al ver que hasta casi sudaba.

-Sabes, aunque él no lo admita, tu padre estaba igual que tu el día de nuestra boda- ella sonrió dulce ante el recuerdo-.  Era invierno y el pobrecito sudaba de todos los nervios que tenía.

-Bueno, no se estaba casando con cualquier mujer - rió ligeramente-, se iba a casar contigo.

-Sabes hace un momento e ido a ver a Hinata  y esta preciosa - dijo Mikoto con voz tranquila-.

Mientras Hinata estaba, con la ayuda de Ino, terminando de colocarse el vestido. La azabache se encontraba muy nerviosa y no podía evitarlo. La puerta se abrió   y dejó paso a un hombre castaño, Ino se disculpó y se fue   para dejarles intimidad.

Una vez que la puerta se cerro permanecieron callados unos segundos.

-Te ves hermosa - dijo  su padre mientras la miraba-. Te pareces a tu abuela.

-Gracias, padre. Tu tambien te ves  muy bien - contestó tranquila mientras lo miraba-.

-Venía a traerte esto - dijo extendiendole una cajita de lo que parecía una joya-. Perteneció a tu abuela y ahora es tuya.

-Recuerdo muy poco a la abuela - dijo mientras cogia  la cajita y la abría. Vio en ella un hermoso collar en forma de corazón con una piedra azul-.

-Mi padre se la regalo a mi madre el día antes de casarse. Mi madre me lo entregó antes de morir. Debería de haberselo entregado a tu madre, de haber sido mi esposa, pero recientemente me he dado cuenta de que  tu, mi hija, eres lo mas importante que tengo y que cometí un error al pagar la ira que sentía con tu madre contigo -hizo una pausa-. No quiero que me perdones, porque no lo merezco.

-Y no puedo perdonarte, pero te doy la oportunidad de que enmendes tus errores y de que formes parte de mi vida de nuevo - contesto mientras se ponía el collar-.

-Tu futuro esposo no estará de acuerdo con eso - dijo el mayor mirandola-.

-Ciertamente, no se fia de ti, pero el acepta todas las decisiones que tomo. No es tan frío como parece, nos cuida mucho a mi y a Sarada.

-Ya lo se, hija, ya lo se - dijo sonriendo ligeramente al verla feliz-.

Cartas a Hinata: Lo que no me dio tiempo a decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora