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Minho se encontraba parado frente a la casa que el menor le había indicado con notorio nerviosismo, a pesar de él haber insistido antes por ir.

Se arregló su chaqueta y tocó suavemente, diciéndose a sí mismo que todo iría bien.

Jisung le abrió poco después con una sonrisa de oreja a oreja.

"Pasa." Jaló su mano para que no demorara tanto.

A los ojos de Minho, era una casa normal. Bastante organizada y espaciosa para ser una sola persona la que vivía ahí.

Lo único que le hacía erizar la piel era ese intenso color rojo de las paredes. Casi todas las esquinas de la casa eran del mismo color.

"Vaya es... genial Sung." Susurró el mayor algo inseguro.

El menor apretó sus labios en una línea muy fina.

"¿Hay algo que te moleste cariño?" Preguntó el menor acercándose de nuevo al castaño.

Minho negó y siguió recorriendo el lugar con la mirada, cada vez más estresado de no poder ver nada más que rojo alrededor.

Las ventanas incluso estaban tapadas con una lámina roja. ¿Acaso el menor tenía una especie de obsesión?

«No tiene importancia, lo amas como es.» se calmó internamente mientras se giraba sonriendo hacia el menor.

"Hay algo que quiero mostrarte, está en mi habitación ya vuelvo." Dijo el menor antes de desaparecer por una puerta.

Aprovechando que su novio se había ido, decidió recorrer más su casa pues la curiosidad ya lo había atraído suficiente.

Entró a la cocina, el baño y hasta tuvo tiempo de observar una sala de estar extra. Todo eso antes de encontrarse con una puerta cerrada con cadenas y un candado.

Se acercó más intrigado, escuchando cada latido de su corazón con fuerza. Por alguna razón ese lugar le traía una terrible y mala sensación.


Red. °Minsung°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora