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Jisung tomó a Minho en sus brazos y lo arrastró a la sala, en donde la policía ya había logrado entrar probablemente después de forzar la puerta.

Todos se encontraban quietos, mientras el cuchillo ahora rozaba peligrosamente la yugular del inconsciente Minho.

Quizás, era mejor para él ni siquiera conocer lo que le estaba ocurriendo.

"No lo toques." Changbin rompió el silencio con una voz tan apagada como enojada.

Estaba fallando, Minho estaba en peligro y él solo sentía ganas de abalanzarse a Jisung y clavarle ese maldito cuchillo de una vez.

Sus distorsionados pensamientos nacían, manteniéndose alerta de la situación.

Jisung no sabía muy bien qué hacer, pero era consciente de que no quería matar a Minho. Y también era consciente de que no podía demostrar debilidad, debía seguir con su faceta segura y calmada causando ese gran efecto de desesperación en los demás.

No sabía cómo, pero él no perdería a Minho.

Era el amor de su vida, habían estado juntos y debían mantenerse juntos.

Intentó que su mano no temblara y continuó con la presión del cuchillo, escondiendo cualquier rastro de inseguridad.

La expresión en su rostro era verdaderamente espeluznante, un hombre que había perdido los estribos y era capaz de cualquier cosa.

Y ahí se encontraba, a punto de cometer una acción que sabía que le traería mucho arrepentimiento al final, pero todo por estar junto a su persona especial.

«Pero Minho no puede ser feliz sin mí.» se hablaba a sí mismo dándose seguridad.

"Baja ese cuchillo Han. Por favor, sabes que no será nada bueno para ti que le hagas algo. Terminarás en la cárcel por mucho tiempo." El oficial intentó convencerlo, con un tono calmado como si no estuviera viendo a un inocente en una situación de peligro.

"Pero si lo suelto igual iré a la cárcel. No me pueden separar de Minho." Gritó con furia, su rostro ya tan rojo como las paredes. "Yo... nunca creí que encontraría al amor de verdad, pero luego lo vi y lo supe. Supe que debía estar con él para siempre."

«Hasta el final.» pensó echando una corta mirada al rostro de Minho, quién parecía tan solo dormir en calma.

Como un bebé, tan ajeno a lo que podría e iba a pasarle.

Si bien no fuera en vida, Jisung decidió que igual podrían estar juntos.

Porque eso era lo importante, ¿Verdad? Si se amaban como el notaba, todo estaría bien.

"Por favor. Por favor." Changbin se rompió a ese punto, lanzándose de rodillas y explotando en un llanto incontrolable, su cuerpo siendo sacudido por el miedo y las dolorosas lágrimas que dejaba salir.

Jisung fingió no haber escuchado nada y se alejó más de todos lo que habían entrado a su casa, como queriendo evitar que se acercaran más.

Con la mano que tenía libre, sobó el cabello de Minho con suavidad, como apreciando el momento.

"Consideralo como un sueño profundo mi amor." Le susurró al castaño después de respirar profundo para enterear el cuchillo el cuchillo en el cuello del mayor en la zona exacta.

Fue como una escena en cámara lenta, nadie pudo reaccionar a tiempo.

Todo se había detenido y lo que tanto temían había pasado.

La vida de Minho se desvaneció mientras la alfombra se teñía de otra tonalidad de rojo, la favorita de Jisung.

"Nos vemos en la otra vida." Alzó su mano en forma de saludo clavando ahora el cuchillo en su propia garganta, su cuerpo cayendo junto al de Minho.

Changbin estaba destruido, el shock no le había permitido hacer algo.

Y se encontraba ahí, sentado, viendo como los ojos de Minho se encontraban cerrados y sabiendo que no volverían a abrirse jamás, y que no vería su sonrisa tampoco.

Nunca pudo despedirse de él, no pudo protegerlo. Nada tenía sentido y realmente ningún pensamiento cruzaba por su cabeza en ese momento.

Al final, Jisung se había vuelto parte de su propia obra de arte.

Le hubiera gustado ponerle nombre, pero ya no había más tiempo.

Cerró sus ojos escuchando pisadas cerca pero se concentró antes en darle un último vistazo a lo más hermoso que pudo haber hecho; su sangre y la de Minho fusionandose.

Ya no importaba nada más porque había encontrado aquella cosa que inconscientemente había pasado toda la vida buscando. Y finalmente pudo descubrir lo más hermoso, el rojo más brillante y puro de todos.

Su amor, ese era el verdadero arte.

Red. °Minsung°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora