Speculo.

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—¿Entonces tú no eres Eileen?—Inquirió Anthony frustrado. La mujer de cabello negro negó con la cabeza. Ella no se había querido separar de Nathaniel, tal vez porque le gustaba la molestia en la cara de Katherina o por el simple hecho de gustarle.

—Soy su Speculo, su doble malvado o algo así.—Sonrió la chica. —Nathaniel me encontró hace un rato, me dio esta ropa y me pidió venir acá a derrotar a Dioses, y como no tenía nada que hacer, acepté.

—¿Tú tienes los poderes de Eileen?—Preguntó Geraldy.—Porque si es así, ahora serias la criatura más poderosa.

—Tengo sus poderes  y hasta su mismo gusto. —Habló la Speculo. —Pero no soy Eileen, no reacciono de la misma manera en que ella lo hacía, así que no esperen que sea una con la paz o con que interponga sus sentimientos sobre los míos, lo más importante para mi soy yo y eso no va a cambiar.

—¿Y si mejor regresas a la poza de donde te sacaron?—Pidió Katherina.—Esto es peligroso, ella es inestable.

—No más que una Nusquam. —Hable, algunos me miraron sin saber, pero volteé a ver a Katherina socarronamente.

—Totalmente de acuerdo con la rubia.—Habló la Speculo. —Al no haber mi doble, no tengo ninguna intención malvada. Técnicamente no tengo nada que hacer con mi existencia.

Nathaniel asintió.

—Si tienes sus poderes, ¿Podrías hacer algunas cosas por nosotros?—Insistió Anthony.  La Speculo lo miró atentamente, casi hasta de manera incómoda. Era terrible ver la cara de Eileen y saber que no era ella.

—No revivo muertos. —Dijó la mujer.—Tengo muchos poderes, y aumentan con el tiempo pero no el de resucitar.

—¿También lees mentes?—Inquirió Geraldy.  Esta se puso casi pálida, primera vez que la veo tan nerviosa, no la vi así ni con el pequeño enfrentamiento con los Dioses psicóticos.

—No, eso tampoco lo puedo hacer. —La doble negó con la cabeza. —Pero hasta aquí con las preguntas. Nathaniel, me prometiste algo.

El aludido se levantó y ella le siguió, ellos se retiraron de la habitación y todos los presentes se voltearon a ver las caras entre ellos.

—Bueno, ¿Quién tiene hambre?—Pregunto Amara. Ella estaba bastante calmada, supongo que todo el tiempo supo que esa no era su hermana y no le golpeó el impacto de saber que en realidad esa no era Eileen. Alce la mano, el estrés me daba hambre.

Todos menos Katherine pasamos a la cocina, la pelirroja se quedó en la estancia con una expresión de amargura. Entre todos cocinamos y terminamos comiendo en silencio, Elena regreso quince minutos después y del cansancio se había desmayado, por lo que Robert la llevó a su cuarto. Se le comentó a los demás lo que había pasado y quien era la mujer con apariencia de Eileen. Lo tomaron muy bien y no hicieron muchas preguntas. Al terminar de comer y dejar mi plato para que alguien más lo lavara, me retire a mi cuarto. No sentí la presencia de Nathaniel, por lo que tiene que estar tapando su esencia.

Esa noche todos durmieron tranquilos, al asomarse por las ventanas y ver el domo que se alzó sobre la mansión, hecho por la Speculo. Ahora que lo pienso, deberíamos ponerlo un nombre un humano porque tener que decirle Speculo cada vez que me voy a referir a ella es bastante molesto y decirle Eileen 2 no tiene sentido.

En la mañana, desperté porque alguien tocaba a la puerta. Mire el techo en la bruma de mi sueño y gruñí. Aún así me levante, podía ser algo importante.  Del otro lado me encontré con Nathaniel, estaba vestido de negro en su totalidad y me miraba sin expresión.

—¿Qué?—Gruñí. Podría estar enamorada de él, pero había interrumpido mi sueño, cuando este es tan Preciado, ¿saben cuánto tiempo tenía sin poder dormir bien? Demasiado.

—Tengo que contarte algo, ¿Puedo pasar? —Habló. Asentí y regrese a mi cama a taparme con las mantas. El siguió, cerró la puerta y se sentó en el puesto del escritorio, el cual no se porque tengo, no es como si usara un maldito escritorio, por amor a todo, ni que fuera una maldita adolescente o fuera a la universidad.

—Habla y lárgate. —Susurré.  Nathaniel rodó los ojos y me miró fijamente.

—Tú no sabes esto, pero existen bandos, como siempre. Los buenos y los malos,  y lo del Golem que destruirá el mundo creado por algunos Dioses ya está siendo terminado de construir, en un lugar llamada Tristán de Acuña, no se donde es, pero aún así iremos y con nosotros irá todo aquel que así lo quiera. No te voy a obligar a ir, solo te informo con tiempo para que lo pienses y decidas. —Contó el híbrido.

—¿Y los de la profecía qué? —Pregunte. ¿Porqué ir tantos seres y los únicos que podrían derrotar al Golem serían ellos?

—No seas estúpida, ¿Crees que los Dioses dejarán al Golem solo? Obvio no, los demás vamos por los Dioses. —Nathaniel se notó molesto por mi pregunta, y tal vez si había sido algo estúpida, pero no quería ir y si no lo hacía sería criticada, aún más.

—Lo pensaré.—Me arroje la manta sobre la cabeza. —Ya vete.

Ese día dormí hasta la noche, solo me levante unos momentos a comer galletas con limonada que Amara me había traído y a ir al baño dos veces. Cuando volví a despertarme, baje a la estancia principal y estaba a oscuras, probablemente era ya bastante tarde, no me había fijado en la hora cuando me levante.  Ma paseé por la mansión a oscuras, no se escuchaba nada más que los grillos de afuera, mis pasos y en algunos pasillos el eco que se producía de estos mismos. Baje al sótano a echar un vistazo a los capturados que Eileen había puesto aquí y estaba todos dormidos, se veían horribles. No estaban en una situación precaria pero de seguro no habían visto un cepillo para el cabello  en mucho tiempo, seguí de largo a otro pasillo alumbrado por candelabros con velas, ¿Qué no pudieron poner bombillos en esta parte? Camine hasta el final y encontré una puerta, tenía una pequeña ventana en la puerta, intenté mirar a través de ella pero el cuarto era muy oscuro y bastante grande para que la luz de las velas lograra dejar ver algo.

Mi visión se volvió más oscura. Me di la vuelta y dos de los candelabros más cercanos se habían apagado. En seguida corrí al final y las velas por donde pasaba se apagaban, cuando llegue a la puerta que llevaba a las escaleras para subir a la casa, está no abría. Me empecé a desesperar, ¿Estaba soñando?

—¿Qué está pasando?—Una cara se asomó en la ventana de la celda de uno de los ex-Delectis. Era Kristal. Ella me enfoco con la mirada y me sonrió de manera macabra. —¿También te han encerrado aquí?

La ignoré y me puse a intentar abrir la puerta, solo veía a Kristal por la luz dentro de su celda que iluminaba su cara para hacerla ver más malévola. Maldita loca.

—Tú, ¿Qué hiciste?—Le pedí, me acerque a la puerta para quedar cara a cara con ella, pero la puerta atrás de mi se abrió con un chirrido y el aire frío que golpeó mi espalda me indicó que era una presencia desconocida, que no pertenecía a la casa. En la cara de Kristal se vio el terror reflejado, la mujer se retiró de la ventanilla y yo sude frío. ¿Qué o quién podría poner esa expresión en una loca psicótica?  Trague fuerte y me di la vuelta.

Siete Semidioses [Saga Siete #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora