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Narra Ana:
- Haber Ana yo no puedo hacer nada más para que tu hermano acepte vuestra relación - habla Alba abrazandome y yo suspiro - sabes que lo intente y mira como terminamos.
- Creía que después de eso lo iba a terminar aceptando, pero le ha durado tres días - bajo la mirada - siempre dice que lo hace es por mi bien, que solo quiere verme feliz, pero para una vez que encuentro el amor él no lo quiere aceptar- susurro moviendo mis manos nerviosa - Sergio me ha pedido matrimonio, pero no me veo capaz de estar vestida de blanco y que mi hermano no este a mi lado.
- Cuando acabe el partido, intentaré hablar de nuevo con él - habla mi amiga y yo niego con mi cabeza- esta vez no tengo nada que perder, además ahora está Pablo que seguro que me ayuda a convencerlo.
- No hace falta que lo hagas, ya veré yo como lo hago para convencerlo, he hablado hasta con mis padres para ver si me pueden ayudar, así que no hace falta que bajes a hablar con él.
- Voy a hablar con él y lo sabes ¿verdad? - asiento con mi cabeza y suspiro.
- Eres más terca que una mula - susurro y ella acaricia mi espalda.
- Pues porque soy una terca, voy a conseguir que tu hermano acepte a Sergio como cuñado sea como sea - habla seria y yo la miro extrañada - tú solo dejamelo a mi.
- No le vayas a hacer nada, que no me fio de ti ni un pelo - hablo asustada mirandola fijamente a los ojos y ella suelta una carcajada - no te rías que tú estás como una cabra y no me fio de ti ni un solo pelo.
- Que no me va a pasar nada, tú solo dejame a mi, que yo me encargo - habla ella segura de si misma y yo me encojo de hombros, tampoco tengo mucho que perder, mi hermano parece que ya me odia pues por lo menos ella lo intente de nuevo, a lo mejor a la segunda lo consigué - y si no lo consigó te casas y punto, no pienso dejar que sufras por amor por culpa de tu hermano, os ha costado mucho dar el paso de comenzar una relación a los dos y ahora no lo va a estropear todo Jesús.
- Pero es mi hermano Alba, me guste o no sigue siendo mi hermano, y me duele que le importe más que Sergio sea su compañero a como sea mi relación con él o simplemente a como me trate - susurro y suspiro pesadamente.
- No te martilices más de verdad que yo me encargo de todo - me abraza sonriendo - y ahora disfruta del partido, que Sergio lleva media mirando hacía nosotras, porque cuendo te ha saludo, tú no le has respondido.
