La respiración se le fue cortada por unos segundos al sentir la mano de su padre posarse en su cabeza. Un tajante escalofrío recorrió su cuerpo que logró causarle un malestar general. Pero se sorprendía por aún mantenerse de pie, ya que sentía que sus piernas apenas la mantenían estable.
Inconscientemente, retrocedió queriendo alejarse de él. Aunque el arrepentimiento fue inmediato al notar el rostro serio de su progenitor.
—¿Qué sucede, hija? —preguntó mirándola directamente a los ojos.
—Eh… Yo —habló nerviosa, sintiendo como su corazón bombeaba a mil—, creo que olvidé algo en mi mesa…
—¿Eh? —preguntó algo divertido— eso no importa. Por ahora solo te necesito a ti…
—Fujioka, ¿te encuentras bien? —preguntó su profesor acercándose a la joven.
—Por supuesto que está bien —habló el hombre abrazando a la pálida menor—, no se preocupe.
—Le he preguntado a ella —respondió Aizawa mirando con recelo al hombre—. Fujioka, ¿todo está bien?
Sintió una leve presión en su hombro y lo supo al instante. Su padre había apretado con su mano para que no conteste algo indebido. Abrió levemente sus labios pero nuevamente los cerró, preparándose para contestar y que su voz no se quiebre en el proceso.
—Sí, todo está bien —respondió rápidamente.
El maestro miró por unos largos segundos a su alumna, analizando su respuesta. Sabía que algo estaba mal, pero si ella no colaboraba con él poco y nada podía hacer. Levantó su mirada para observar al mayor y lo vio con una sonrisa, la más desagradable que ha visto. Al menos esa es la impresión que le dio.
—Fujioka, si necesitas algo, llama enseguida —le habló a la menor sin dejar de ver al hombre frente a él—. Las clases aún no terminan así que hable rápido, ella tiene que regresar.
—No se preocupe, no se preocupe —repitió sonriente—. Será rápido, una charla de padre a hija…
Ambos, salieron de la clase ante la atenta mirada de todos los presentes. Sus dedos, golpeaban impaciente la mesa que utilizaba mientras los veía salir del salón. Su mirada impasible no mostraba gesto alguno con respecto a lo ocurrido, pero podría decirse que para sus adentros todo era un caos.
Deseaba ir ahí hasta ella y traerla nuevamente. ¿A dónde la llevaba? ¿Por qué actuó de esa manera?
Todo esto era inaceptable.
Nadie más que él podía tenerla de esa manera, solo él podría verla en todas las perspectivas. Porque él había hecho la sentencia.
Ella era suya.
Pasaron los minutos y no regresaba.
No podía evitar mirar de reojo la puerta y el asiento vacío que era el único de la clase. En su mente ya no cabía la posibilidad de prestar atención a las lecciones de Aizawa, puesto que la ligera ansiedad de no saber dónde se encontraba iba impacientándolo más y más.
Las manecillas del reloj, comenzaban a hacerse más sonoros, cada vez más fuertes hasta retumbar en sus oídos. Apretó los costados de la mesa con discreción cuando un leve dolor de cabeza lo atacó logrando que su inexpresivo rostro cambiará a uno algo incómodo.
Su ceño levemente fruncido lo delataba, por lo que bajó la mirada. Observó la figura que formaba su sombra en la mesa y por un momento se perdió en lo profundo de su mente.
—Shotō…
—Shotō…
—Shotō…
—¿Quieres que te cante una canción de cuna?
Su corazón dio un vuelco al recordar esas palabras una vez más, haciendo que un leve sudor frío recorriera su frente. Inexplicablemente su boca se encontraba reseca y el ambiente se le hacia más agobiante.
—Pueden retirarse.
La voz de su maestro lo sacó de su transe y pudo notar como todos iban guardando sus materiales. Alzó la mirada y de reojo miró el asiento vacío, aún no regresó y las clase ya culminaron.
—¿Alguien puede llevar los materiales de Fujioka a su habitación? Se ha sentido mal por lo que fue a descansar en su cuarto —informó el docente.
—Yo iré —habló con neutralidad, sin dejar a resaltar ninguna emoción.
Todos habían quedado sorprendidos por el ofrecimiento del bicolor, la gran mayoría había pensado que Momo sería la encargada y hasta ella estuvo apunto de ofrecer su ayuda, pero él se adelantó.
—De acuerdo, te lo encargo Todoroki —dijo el hombre mirándolo con desinterés pero sin apartar la mirada de la éste.
Ya cuando terminó de ordenar sus materiales, fue hasta la mesa vacía y comenzó a guardar las cosas que quedaron afuera. Estaba preparado para irse hasta que oyó una voz a sus espaldas.
—Todoroki, ¿estás seguro que quieres ir tú? —preguntó Yaoyorozu amable—. Puedo hacerlo yo, además, no he tenido la oportunidad de hablar con ella y…
—No —respondió acomodando mejor ambas mochilas en su espalda—. Está bien, yo puedo.
Sin más, siguió avanzando hacia la salida del salón dejando atrás a la confundida joven.
Algo que le encantaba eran los pasillos de la instalación cuando no había nadie en el. Podía recorrer con tranquilidad sin sentir ninguna molesta mirada hacia su persona, oír el eco de sus pasos resonar a cada esquina hasta perderse.
Caminó sin apuro hasta la habitación de la chica que abandonó las clases. Al llegar al cuarto, observó con detenimiento la puerta de la misma y luego acercó su mano para dar unos leve golpes, pero al llevarla, la puerta se movió mínimamente mostrando que ésta no estaba cerrada.
Por el poco espacio abierto, se podía ver lo que había dentro de la habitación, pero las luces estaban apagadas. Su indiferente mirada se posó en la manija de la puerta y sin perder más tiempo, la abrió.
La luz del pasillo fue haciéndose presente en la habitación, subiendo por el piso hasta llegar a la cama y dejar verla a ella ahí.
Sus ojos se abrieron más de la cuenta y su corazón nuevamente volvió a bombear con velocidad.
—¿Qué es esto?..
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Absolute. [TodorokiXOc]
FanfictionTóxico... Esa era la palabra correcta para describirlo. La arrastraba con él, hasta en lo más profundo de la obscuridad. Absoluto... La quería absolutamente para él. .......... †Atención† [Aquí Todoroki tiene una personalidad posesiva y tóxica. E...