Capítulo 11

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No había sonido alguno en la habitación, no al menos si es que se puede oir los frenéticos latidos de su corazón. Mientras estaba acostada en aquella cama, alguien había entrado en la habitación. Alguien que hubiera preferido no ver en aquel momento.

La luz del pasillo que atravesaba la habitación por la puerta abierta, era la única que iluminaba, y él, aún se mantenía parado frente a ella sin decir nada. Por la posición en el que estaba parado, todo su rostro estaba sumido en la oscuridad, de manera que no podía apreciarse que expresión tenía en esos instantes. Lo único que podía percibirse eran sus ojos heterocromaticos que brillaban con intensidad entre el blanco puro de su esclerótica y la cólera más absoluta que desprendía de su ser.

—T-Todoroki… ¿Qué haces aquí? —preguntó en un hilo de voz que a duras penas puso articular.

La joven sentía que el aire no llegaba a sus pulmones, por lo que su respiración se hizo más pesada. Una capa de sudor frío cubrió su frente y su espalda, haciendo que para ella la habitación se convierta en un verdadero infierno.

Y el diablo habló:

—¿Qué te sucedió?

Su voz ya no era igual que antes, seguía pareciendo carente emociones pero en ella se notaba el tono grave y severo. No puedo evitar sentirse intimidada por ello.

Discretamente, se mordió el labio inferior entre tanto bajaba la mirada y retrocedía hasta que su espalda chocó contra la cabecera de la cama. Escuchó los pasos lentos y firmes que avanzaban hacia ella.

—Detente —susurró.

Él no se detuvo y llegó a su lado en donde luego se sentó en la cama mirándola directamente.

—Por favor…

Examinó a la contraria que no paraba de temblar, su estado era deplorable. Cuando la vio al entrar en la habitación sus ojos se encontraban rojos por los llantos, su uniforme hecho un desastre, así como todo de ella.

Lo que más le llamó la atención, era las manchas rojas que había en la blanca camisa. Observó los botones mal puestos y luego llevó sus manos hasta ellos.

—¡No me toques!

Ella por fin reaccionó y en el proceso, golpeó con un manotazo al bicolor que seguía impasible aún después de aquello. En tanto la joven, se abrazó a si misma y se arrugó más con sus rodillas, intentando formar una barrera entre ambos.

—Déjame ver —ordenó.

Negó rápidamente con la cabeza e hizo más fuerza con sus brazos.

Escuchó como él soltaba un suspiro cansino. Una vez más dirigió sus manos a ella y está vez la tomó con firmeza de los brazos que aún se mantenían tercos aferrándose. La joven alzó la vista con un notable enfado, dispuesta a reclamarle al contrario, pero todo aquello fue desechado al ver su mirada.

Un escalofrío recorrió su cuerpo entero y la sangre se sintió helar. Su expresión se suavizó, también así sus manos que se dejaron guiar por los suyos en total sumisión.

Ya cuando apartó los brazos que le obstruían el paso, continuó con su acción inicial y comenzó a desabotonar cada uno de ellos hasta quejar a la vista el pecho de la joven. Sin embargo, su vista se desvío a los hombros y el cuello de la misma.

Apartó la tela y un pequeño revoltijo se sintió en sus entrañas.

En varias partes de su piel, habían marcas de puntos que se encontraban en diferentes lugares, y entre todas ellas, había dos que parecían hechas por unas mordidas.

—Esto… Te lo hizo él ¿verdad? —preguntó aún al sentir que su cuello era aplastado por una extraña presión.

Ella no dijo nada, pero el temblor de su cuerpo que se hizo más intenso. Le dio a entender una respuesta positiva.

No pudo evitar sentir una ira colosal que se disparaba por todos los rincones de su cuerpo. El calor por la cólera se comenzó a percibir en él.

El simple hecho de pensar que ese hombre había hecho esto en su piel, lo enfermaba. Ver que sus ojos se llenaban de lágrimas por otro lo cargaban de rabia.

—¿Qué… Harás? —preguntó la joven al notar como él se levantaba de la cama.

—Le diré a las autoridades.

No era tonto. Las cosas no eran tan fáciles como para decir que podía encargarse de él, aunque sí podía y sería muy fácil, pero pondría en peligro su carrera héroe. Así que, era más viable informar de esto a sus maestros para que pudieran hacer algo al respecto.

Sus pasos fueron frenados al sentir que su mano fue tomada y una fuerza lo estiraba nuevamente hacia la cama. Giró rápidamente para verla y se quedó sin palabras.

Las lágrimas de sus ojos caían a mares, sus labios, su cuerpo… Todo estaba temblando. Ella se aferró con fuerza a él sin intensión de soltarlo.

—¡No lo hagas por favor! —suplicó con la voz quebrada—. ¡Por favor, por favor! Te lo suplico… ¡No lo hagas!

Se quedó estático en su lugar. Sus pupilas comenzaron a dilatarse y los latidos de su pecho aumentaron de ritmo, retumbándolo. De nuevo, esa sensación…

Éste soltó un pequeño jadeo entrecortado.

—¿T-Todoroki?...

De repente, el joven se abalanzó a ella y juntó sus labios a los suyos de forma sorprendentemente salvaje. Abrió sus ojos impactada ante lo sucedido y más aún cuando Todoroki se subió sobre ella mientras que estaba acostada. Cuando por fin pudo reaccionar, sus lágrimas se derramaron con más fuerza y cerró sus ojos al no saber que hacer.

El beso siguió y ella se dejó llevar ante él. Sus lenguas se juntaron para acariciarse entre sí con rudeza. Sus manos fueron prisioneras del bicolor cuando las sostuvo a cada lado de su cabeza.

Luego de unos interminables segundos, se separaron.

Ambos se encontraban jadeando después de aquello, el heterocromático, escondió su rostro en el cuello de la aún impactada joven.

—Lo siento... —susurró de una forma poco entendible—, me recordaste a alguien…

 —susurró de una forma poco entendible—, me recordaste a alguien…

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Absolute. [TodorokiXOc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora