[Capítulo 1 - Reconocimiento ­ -Parte 1]

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        Abrí los ojos, sintiendo un dolor punzante a un costado de mi cadera, llevando mi mano hasta el lugar donde pude sentir como un objeto de metal estaba incrustado dentro. Lo tomé y jalé de él, sacándolo de mi cuerpo, el dolor disminuyo. Rasgué un pedazo de tela de mi camisa e hice presión en la zona afectada.

        Miré a mí alrededor, ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba? Había demasiada sangre y el aroma a humo estaba impregnado en mi ropa.

"LA EMBOSCADA" "TRENT NOS ENTREGÓ"

Los recuerdos volvieron a mí, como imágenes fugaces.

Habíamos ido a la ciudad por alimentos. Todo había ido bien, sin ningún problema. Hasta que... tres autos negros y 2 motocicletas aparecieron de la nada cuando íbamos de regreso. Tratamos de perderlos, pero luego aparecieron esos tipos Fledermaus que nos llevaron hasta donde terminaba la carretera y terminamos dentro del bosque de los Azules.

No tuvimos oportunidad contra ellos en territorio salvaje, nos superaban en número y eran más fuertes. Rápidamente cada uno de mis compañeros había sido asesinado, masacrado brutalmente frente a mis ojos. Mientras veía como Trent bajaba su arma y reverenciaba a uno de los sujetos, colocándole un collar en el cuello.

Siempre había sabido que Trent no era alguien de confianza, siempre haciendo tonterías y molestando a la gente, pero jamás lo creí un traidor. Lo único que pude hacer en ese entonces fue pensar en la Colonia, debía advertirles si Trent les había dado la ubicación de su paradero. Presionando el botón rojo que estaba oculto en mi reloj, la señal fue enviada en segundos.

Varios de los sujetos, no, VAMPIROS vieron mi movimiento y se apresuraron a llegar hasta donde estaba, blandiendo mi delgada y larga arma, logré derribar a los 4 rebanándoles desde la garganta al mentón. Cortando su cabeza que salía volando al sufrir la ira de mi espada.

Rápidamente, todo mi grupo comenzó a disminuir en número, podía escuchar los alaridos de dolor por parte de algunos que estaban siendo masacrados, traté de correr a su auxilio, pero dos figuras me tomaron de los brazos, desarmándome. Quedé inmóvil, la presión que ejercían sobre mis brazos era insoportable, casi podía sentir mis huesos salirse de lugar, mientras el músculo era estrujado con gran presión.

Chillé de dolor, cosa que los hizo reír de euforia, así que mordí mi labio para acallarlo, no escucharían quejidos míos. No les daría ese placer. Tomé el borde de la chaqueta que traía puesta y presioné el botón debajo de esta, una enorme llamarada les flameó el rostro a los tipos que me sujetaban, soltándome de su agarre comenzaron a frotarse la cara intentando apagar el fuego.

Tomé la espada del suelo, agitándola en el aire, y corté a ambas criaturas por la cintura. La sangre salpicó parte de mi ropa y los cuerpos quedaron en el suelo, manando el líquido carmesí. Los ruidos guturales se hicieron oír detrás de mí.

Una fila enorme de más de esas cosas comenzó a acercarse, no podía con todos ellos, tal vez con unos 5 o 6, pero eran más de 15 y seguían saliendo más de entre las sombras del bosque. Rebuscando entre mi cabeza una solución, el pequeño destello de un objeto apareció; LA BOLA DISCO. Un invento mío que aún seguía siendo prototipo y que, por ende, nadie más tenía.

Llevé mi mano al cinturón que llevaba puesto, algunos envases con líquidos de gas pimienta y humo instantáneo, la pequeña pelotita apareció entre mis manos. La desenganché y presioné con el dedo pulgar haciendo un movimiento en O, activando el dispositivo por medio táctil.

Labios Helados, Lengua CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora