Capítulo 9

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[Continuación Prolongada]

-         Jason, ven un momento.

-         ¿Qué sucede, Charlie?

-         Acércate un poco más – jalándome más contra él, envolviendo su brazo sobre mi cintura, su nariz se metió entre mi cuello, haciéndome cosquillear y que me estremeciera por lo fría que estaba. Lo aparte, colocando ambas manos sobre su firme pecho que se inflaba con cada respiración que daba.

-         Basta, no me gusta ser olfateado, es de mala educación.

-         Es solo que… ¿Qué es ese olor tan fuerte?... es asqueroso…

-         ¿Cuál olor? – sintiendo ruborizarme por su acusación. Las aletas de su nariz se arrugaron y volvió a mirarme, haciendo un gesto de asco.

-         Proviene de ti.

-         ¿Qué estas insinuando?

-         Hueles como un animal muerto, o peor. – abanicando en el aire su mano, tratando de alejar el olor de él. - ¿Por qué no tomas un baño?

-         Quería hacerlo, pero Kadar me prohibió salir de la Guarida, sino me dejaría afuera toda la noche. Lamento apestar, pero no me he podido dar un baño como debería desde que llegue.

-         Tonterías.  Vamos, – tomándome de la mano me jalo fuera del lugar hacia un largo pasillo, iba a protestar, pero rápidamente Charlie me atajo - te llevare a la Tina.

-         ¿La Tina? – arqueando una ceja, Charlie solo me sonrió y continuo caminando.

-         Es donde suelen bañarse las chicas de la manada.

-         ¿estará eso bien?

-         No tengo idea, pero Abby jamás se negaría si se trata de ti

-         ¿estás seguro?

-         Será divertido, podremos tomar una ducha juntos. Yo frotare tu espalda y tu mi pecho.

-         ¿Q-Que? – deteniendo mis pasos, plante ambos pies en el suelo. La simple imagen de mí frotando el pecho de Charlie, desnudos, en una pileta llena de agua era tan… extraña.

-         Era broma, Jason. Solo jugaba contigo.

-         Tonto – suspire aliviado. Aunque había dicho eso su expresión convencida me había dado la impresión contraria.

Continuamos en silencio hasta llegar a donde había un más grande pasillo con dos marcos hechos en la tierra, los detalles eran como si fuera la puerta de un viejo templo al que vas a entrar cuando has visto el exterior. Nos quedamos parados frente a ambas y cuando Charlie iba a decir algo alguien más intervino.

-         ¡Charlie! ¿Qué estás haciendo? – Abby caminaba hacia nosotros, con las manos sobre las caderas, y el ceño fruncido.

-         Y-Yo solo… - trato de defenderse, pero Abby coloco su mano al aire frente a su cara.

-         No hay tiempo para tus excusas. Es tu turno de hacer guardia, ¿lo recuerdas?

-         Uy, lo siento. Pero iba a llevar a Jason a…

-         Yo lo hare, tu solo date prisa. O Randolph te matara por no hacerte cargo de tu puesto. – Charlie pareció incomodo por la declaración, pero a regañadientes acepto.

Labios Helados, Lengua CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora