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De verdad era lindo.

A veces me preguntaba si la perfección de su nariz podía ser real o si su personalidad; tan cariñosa y dulce, era en realidad fingida. En ese momento nunca me lo planteé, para mí su sonrisa era tan real, sus ojos eran como dos hermosas perlas y su cabello tan largo provocaban ganas de acariciarlo.

Ninguna de las veces en las que yo pensaba eso, se me ocurrió imaginarme lo obvio, ese año era el último de secundaria y luego comenzaríamos la Universidad.

Pasar la etapa de la adolescencia suele ser difícil para algunos, hay que asumir muchas responsabilidades y olvidarte de tus amigos, o al menos de la mayoria, porque es más que obvio que las frases "vamos a seguir viéndonos a pesar de habernos graduado" son una mentira, y después de un mes ni siquiera te interesa saber sobre la vida de las personas que convivían con vos todos los días, por seis años.

Yo realmente no extrañaba el secundario por eso, sí tenía algunos amigos, ninguno demasiado reelevante y por eso sólo me bastaba con preguntarles "¿cómo estas?" De vez en cuando por mensaje de WhatsApp, hasta qe cambiaron sus números y dejamos de hablar.

Lo que realmente extrañaba era a un chico en particular. No estaba en mi clase, ni siquiera sabía mi nombre, pero era la única razón de querer levantarme a las seis de la mañana.

Como ya lo mencioné, era muy lindo, y digo "era" porque no volví a verlo. En el momento que recibí mi diploma, en frente de todos, apenas ahí me dí cuenta de eso, esa es la explicacion de por qué mi rostro se ve triste en las fotografías de ese día.

No quería revisar sus redes sociales, sólo serviría para lastimarme, como lo hizo mucho tiempo.

Comenzé la Universidad, la carrera de derecho era bastante difícil pero debía continuar con ella por una simple razón: mi padre es abogado, también lo fue mi abuelo. A veces pienso que podría haber luchado un poco más por lo que quería, pero preferí obedecer para no escuchar discusiones.

Todos los días esperaba mi autobús en el parque frente a mi hogar, las bancas estaban muy frías pero me daba igual, siempre pensaba en ese chico mientras esperaba. Mis dedos pálidos por el frío me hacían recordarlo, siempre quise tener unos dedos como los de él, tan largos. Muchas veces también deseé tener su voz, una vez cantó con otros chicos en una presentación de Música en el colegio, de alguna manera mi cerebro logró bloquear las irritantes, según mi opinión, voces de los demás y oír sólo la suya. Se notaba lo avergonzando que estaba, sus mejillas rojizas y manos temblorosas lo decían.

Me subía al transporte, colocaba mis auriculares donde debían ir, y el resto del día estaba en modo automático, sin prestar demasiada atención, ni estar horriblemente distraído, sólo pasaba en día.

Se podría decir que esos eran mis días de paz, porque sólo unas semanas más tarde, yo, Frank Iero decidí hacer algo para cambiar mi fracasada vida y enfrenté a mi familia, específicamente a mi padre.

No querer llevar la vida que ellos planearon para mí, incluso antes de que haya nacido, me costó ser expulsado de la casa, y aunque busqué alguna pizca de comprensión en los ojos de mi padre, no la encontré.

Sin saber a dónde ir, lo único que me importo fue cambiarme de carrera y hacer lo que siempre había querido.

Al inicio de las clases que me esperaban, me dí cuenta de que las cosas pasaron por alguna razón, y no me arrepentí ni un poco de dormir unos días en la calle.

* * *

No paro de borrar fics y encima publico otros, alguien máteme u.u

Les está gustando esto?, siento que la historia sí les va a gustar, ojalá que sí uwu

I don't care. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora