xExtrax

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Aún me duele la cabeza al pensar en los golpes que recibí por parte de Jamia, Raymond, mi madre, Nicole, Brendon y básicamente todo el mundo al decirles que salía nuevamente con Gerard.

Aunque me sentí incomprendido, entendía que solo lo hacían por mi bien, pero yo sabía lo que estaba haciendo. Y no me arrepentía de haber besado al pelinegro, que con expresión de perrito mojado me pidió perdón fuera de una fiesta.

—¿Vas a querer tu desayuno en la cama?—Preguntó Gerard levantandose.

—Ya deberías saberlo—Respondí riendo, él salió de la habitación, seguramente dirigiendose a la cocina. La noche anterior me había quedado a dormir en su departamento por ser fin de semana.

Los meses que llevabamos saliendo fueron muy buenos, y habían comenzado con una propuesta encantadora. Ver a Gerard con un ramo de flores fue algo hermoso.

Me hacía sentir tranquilo y protegido, al contrario de lo que todos mis amigos pensaban.

Como lo había dicho, si su amor era real, podría desmentir cualquier palabra que saliera de mi boca, no me importaba. Y su esfuerzo por mantenerme feliz era notorio, todo el tiempo que estuve deprimido sin querer tener ni un acercamiento a Gerard parecía muy lejano, no diría que fue una pérdida de tiempo, es algo que tenía que existir.

—Voy a buscar a Bandit esta tarde—Mencionó el mayor sentado junto a mí, mientras yo comía una tostada distraído con la televisión.

—Genial, me alegra mucho escuchar eso—Le respondí, al fin parecían acomodarse un poco las cosas. Lindsey se había mostrado en desacuerdo con respecto a la relación, y lo hizo notar negandose a traer a la pequeña. Era demasiado doloroso escuchar a Gerard llorando en la noche por extrañar a Bandit, pero después de tantas discusiones y una visita con un abogado Lindsey pareció recapacitar.

Me daba muchísima angustia la situación que debía vivir Bandit, ella probablemente se enteraba de todo lo que pasaba, pero de una manera infantil e inocente. Por esa razón intentaba ser lo más amistoso con ella.

—Hablamos por llamada, Lindsey me pasó con ella ayer. Realmente quiere que le enseñes a tocar la guitarra—Gerard rió por su propio comentario, Bandit realmente insistía con tocar la guitarra. Había comenzaba a pedirlo cuando me encontró tocando hace un par de semanas.

—La guitarra es más grande que dos Bandits juntas—Ambos reímos, aunque la niña tuviera ya cinco años seguía siendo una miniatura. De todas formas iba a intentar enseñarle, tal vez con una guitarra para su tamaño.

Rozando las cuatro de la tarde, Gerard entró al departamento. Los vi ingresando de la mano, Bandit de inmediato se acercó a saludarme, yo la cargué y dejé un beso en su mejilla. Los rasgos de su rostro se parecían mucho a los de Lindsey, pero también a los de Gerard. Era muy bonita e inteligente.

No podía evitar ponerme feliz, esos momentos agradables que tenía con el pelinegro y Bandit valían más que lo ocurrido en el pasado.

Comenzé a divagar en mis pensamientos, el disparador siempre eran los ojos de Gerard, el sentimiento palpitante que me trasmitía con su mirada era indescriptible. Recordaba haber visto esos ojos nubosos, empañados, lujuriosos, pero sobretodo llenos de amor. Creía firmemente en cada una de sus expresiones, en especial esa noche, en donde nuestro cuerpo ya no pudo contener el alma, donde hablamos de todos nuestros sentimientos y entendimos que haber pasado por situaciones difíciles era parte del amor.

Le dí mi corazón sin fijarme en su forma de actuar, no debía explicarle a nadie mi elección, nadie entendería el infinito que encontraba en los abrazos de Gerard.

***

—¿Cariño?—Escuché los pasos del pelinegro acercarse a la cama, seguramente ya había dejado a Bandit en su habitación, luego de leerle el mismo cuento de siempre.

Hice un sonido con mi boca para hacerle saber que lo estaba escuchando. Me encontraba acostado en el lado de la cama donde Gerard dormía, sabía que iba a decir algo referente a eso.

Sentí sus manos empujarme fuera de su lado, haciendome un poco de cosquillas.

—Tu lugar es más cómodo.

—Por eso es mío—Me sorprendí por su respuesta, fingí enojarme y comenzé a empujarlo, hasta que terminé por tirarlo fuera de la cama.—¡Auch!.

Me reí demasiado alto, por lo que Gerard me hizo callar con un "shh" porque Bandit estaba durmiendo.

—Ahora es mío—El pelinegro pareció ofenderse y se cruzó de brazos, seguramente solo estaba bromeando, de todas formas tironeé de su pijama preguntandole si estaba enojado. Tomé una almohada y la dí contra su cara para que reaccionara.

Apenas volví la almohada a su lugar original, Gerard me miró y subió de nuevo a la cama solo para devolverme el golpe y comenzar una pelea de almohadas.

—Te amo—Dijo inesperadamente, justo cuando iba a golpearlo en la cara de nuevo. Solté mi "arma" y lo besé, repitiendonos esas dos palabras cada vez que nos separabamos.

Gerard se alejó un poco de mi rostro, yo estaba apoyado sobre la cama y él tenía sus manos a ambos lados de mi cabeza. Podía ver sus pupilas dilatadas brillando. El sabor de sus labios impregnado en los míos. La luna se hacía parte de su piel, la noche se escondía entre su cabello y solo el mar podía compararse con la profundidad de su mirada.

Me pregunté qué clase de amor tan intenso era el que me inundaba, pero esa palabra me resultaba demasiado insignificante para todo lo que sentía.

Gerard se levantó y le puso cerrojo a la puerta de la habitación. Reí un poco, pero pronto me silenció con sus besos.

I don't care. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora