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Sus labios se sienten como algodón de azúcar. Sus manos estan hechas de la seda más suave, tan cariñosas y aunque me resista a ilusionarme, sé que estoy completamente estúpido por él.

xofrnk.

Al menos en algún momento, era la persona más feliz del mundo, cuando decidía dejar de lado las cosas que obviamente estaban ahí, presionandome. El sentimiento horrible que crecía adentro mío por estar siendo "el otro" me asustaba. Especialmente porque pensé que lo había superado, pero a solas en mi cama, dentro de mi zona de seguridad, había una guerra. Y sólo me quedaba esquivar las balas.

¿Estas ocupado cariño?—Una voz através de la línea.

—No, mamá. Estoy escribiendo unas cosas de la universidad, pero de todas formas ya casi lo termino, ¿por qué?.

Quiero visitarte.

Una hora después, Linda adornaba el umbral de mi puerta con unas bolsas de supermercado. Tenía algunas gotas de lluvia sobre sus hombros y cabello, seguramente estacionó su auto al otro lado de la calle.

—¿Por qué no me llamaste para que te esperara abajo?.

—No importa, Frank—Cambió de tema, dejando las bolsas sobre la pequeña mesa en mi cocina.—Traje mercancía, además hoy me gustaría que cenaramos juntos.

Sonreí, desde que Gerard y yo nos besamos por primera vez, la relación con mi madre se había vuelto un poco más cercana, por alguna extraña razón. Tal vez ella notaba que algo me daba vueltas en la cabeza, con algún tipo de instinto maternal.

—Gracias, mami.

Preparamos la cena entre risas, a veces olvidaba que era mi madre con la que hablaba y decía algún insulto, inmediatamente lo recordaba. El ruido del cucharón contra la mesada y el característico "lenguaje" de mi madre aparecía velozmente.

Durante la comida había una especie de pared invisible, que no me permitía terminar mis anécdotas, ni tampoco hablar al cien por ciento de la universidad, debía evitar todos los momentos con Gerard.

De vez en cuando interrumpía mi frase al notar que, algo que no deseaba decir, continuaba. Linda se daba cuenta, pero no mencionaba nada, sólo fingía ignorarlo.

Desde un mes y medio atrás la mitad de mi vida parecía ser un secreto, ni siquiera a Raymond podía contarle la situación, me sentiría juzgado.

Apesar de intentar convencerme sobre que debía ser feliz y vivir el momento, cada vez eran más los segundos de nerviosismo y mis ganas de hablar sobre el tema.

Mi corazón dió un vuelco el día siguiente al que consideraba el principio de algo que, en mí, ya tenía años. Cuando Gerard llegó con un rostro de pocos amigos y una actitud totalmente diferente a decirme que absolutamente nadie podía saber sobre nosotros.

No es como si yo no lo hubiera sabido, ni siquiera necesitaba esa charla, pero al parecer el cerebro de Gerard la necesitaba para estar tranquilo. Luego de prometer que no diría nada, nos besamos y pude sentir un lejano sabor de alcohol en sus labios. En ese momento entendí que el tren en la montaña rusa estaba subiendo, y aunque no estuviera preparado, algún día bajaría en picada.

Así transcurrió un tiempo, besándonos de vez en cuando en los baños o en algún salón vacío. A veces subiendo de tono las cosas, y aunque yo estuviera dispuesto a hacerlo, el pelirrojo parecía desanimarse.

Días completos de situaciones extrañas, aún no había tenido la mala suerte de estar frente a frente con Lindsey mientras a sus espaldas besaba a su novio. Pero algún día pasaría, y no estaría preparado.

No se trataba de celos, podía estar encima de eso, era más un sentimiento de nerviosismo, que se hacía notar en mis manos cuando sabía que nos veríamos, pero cuando nos tocábamos desaparecía. También lo podía ver en mi insomnio, pero cuando soñaba con él no importaba cuánto tiempo haya dormido, me despertaba de buen humor. Se trataba de una mezcla de emociones que sólo desaparecían cuando me encontraba con él, ese era el único momento en el que podía pensar en dejar todo en segundo plano.

—Quiero saber cómo vas en la universidad, ¿sí te gusta?—Ya era la hora de las preguntas de Linda, no me molestaban, pero eran incómodas.

—Sí, me gusta mucho. Tiene sus dificultades como todas las carreras pero puedo con eso, es lo que deseo hacer.

—Entonces, ¿no reprobaste nada?—Negué efusivamente.—¿Estuviste comiendo bien esta semana?—Esa vez asentí, aunque no estaba muy seguro de qué tan real era mi respuesta.—¿No hay nada que quieras decirme?.

La miré confundido, pero en unos segundos negué, ella se quedó observandome, esperando que comenzara a hablar.

—Estoy saliendo con alguien, eso es todo—Bebí un poco de mi vaso de CocaCola, mi madre comenzó a hacer sonidos insinuantes, eso me provocó que casi escupiera la bebida de la risa, además de que mis mejillas se sonrojaron. A veces sentía que Linda olvidaba comportarse como una madre.

—¿Como se llama?, ¿es de la universidad?, ¿puedo conocerla?.

—Es un chico...—Ella movió su brazo, haciendome entender que eso daba igual. Al parecer estaba demasiado interesada en "quién era".—Se llama Gerard—No pensé que habría ningún problema en hablar con ella sobre eso, estaba seguro de que no diría nada. Si bien los secretos que iban pasandose con un "pero no se lo digas a nadie" los terminaba conociendo todo el mundo, no sería así con Linda, de todas formas a nadie le interesaría lo que su hijo hizo.—Es muy lindo.

—¿Qué más?, ¿cuándo vas a presentarmelo?.

—Primero tengo que solucionar un problema.

—¿Cuál?, no me digas que te metiste con alguien a quien busca la policía porque...—Chasqué mi lengua.

—No, es que...es un hombre...

—Ya me lo dijiste.

—No terminé la frase—Linda murmuró un "ah".—Un hombre...¿casado?—Alzé mis hombros, parecía más como una pregunta.

—¿Es una broma?, soy tu madre y no me gustan ese tipo de chistes, Anthony—Dejé caer mi cabeza sobre la mesa junto a una risa torpe, mordí mi labio inferior, esperando a que ella sola se diera cuenta de que no era una broma.—¿Qué sigue?, ¿que tenga hijos?.

—¡No!, no tiene hijos—Tal vez no fue la mejor idea contarselo, ya estaba exagerando.

—¿Te gusta ser el segundo plato?.

—¡No soy el segundo plato!, no soy un plato, para empezar.

—Sé que vales más que las sobras de alguien, Frank.

—Pensé que ibas a tomartelo mejor.

—¿Te gustaría que te diga lo que queres escuchar?—Preguntó con sarcasmo.—¡Wow!, es tan genial que salgas con alguien casado. ¡Quiero ser como vos!, ¡un traidor y mentiroso!—Todas esas frases las dijo con un tono horriblemente falso.

No mencioné nada, había sido tan hiriente, aún más viniendo de ella, la única persona a la que se lo confié, si esa era su respuesta, no podía ni siquiera imaginar las palabras de los compañeros de universidad, amigos, y hasta de la misma Lindsey. Sería tan desgarrador. Pero no puedo dejarlo.

I don't care. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora