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Busqué por todos los lugares de la casa el maquillaje que mi amiga Hayley dejó una vez. Recuerdo haberla escuchado decir que los vendría a buscar pero nunca lo hizo, tampoco es que fuera tan importante, ella tenía bolsos llenos de maquillaje.

Siempre solía encontrarme ese pequeño bolsito por todos lados, pero en ese momento no lo encontraba, justo cuando lo necesitaba.

Planeaba tapar todas esas imperfecciones de mi rostro, y aunque no creyera que funcionara, también la cicatriz de el piercing que usaba hace unos años.

Tenía que verme bien para ser retratado, y más por Gerard. Sabía qué hacer con cada cosa por haber visto a Hayley maquillarse varias veces, pero no confiaba demasiado en mis habilidades. Tampoco podría ser tan difícil.

O sí.

Lo descubrí cuando no me animaba a utilizar la pequeña herramienta para hacer que las pestañas estén arquedas. Ese objeto con forma de tijera me daba demasiada impresión, sentía que me cortaría las pestañas.

Después de ver algunos tutoriales en Youtube de unas personas haciéndolo, y darme cuenta de que no se me caería el ojo, me arriesgué. Ignorando que me piqué dos veces, el resultado fue hermoso.

Me quedé enamorado de mis pestañas, habían tomado una forma arqueada y bonita, lo hice algunas veces más hasta que quedaron bien.

Terminé de prepararme y salí hacia la Universidad, algunas personas me veían raro pero no me importó. Lo estaba haciendo para Gerard, y no para ellos.

Apenas llegué al establecimiento pude ver el cabello rubio de Nicole a lo lejos, me acerqué rápidamente. Fui recibido con un montón de alagos de su parte porque según ella me veía perfecto, y que el maquillaje me quedaba muy bien.

Yo no lo creía así, sólo había tratado de ocultar las marcas o manchas de mi piel, y pensaba que sería obvio.

La primera hora de clases fueron totalmente normales, conocí a algunos de mis compañeros y eran muy agradables, sus personalidades eran bastantes diferentes a las de mis anteriores amigos.

En la tercer hora, Gerard me encontró en la cafetería, yo estaba comprandome una dona y cuando se me apareció de la nada casi hace que se me caiga.

—Disculpame, no quería asustarte—Respondí que no se preocupara, siempre me asustaba con facilidad. Ese día él se veía mejor, la semana anterior parecía que en cualquier momento se desmayaría, pero al parecer estaba mejorando.

—¿Para qué me buscabas?—Claramente sabía para lo que me buscaba, pero intentaba simular que lo había olvidado. Aunque haya estado preparandome una hora antes esa mañana.

—En diez minutos empiezan mis clases de ilustración, vamos a empezar el trabajo—Asentí y lo seguí por los pasillos, mordía mi dona de vez en cuando intentando tranquilizar mis nervios.

Cuando entramos a la habitación, había varias personas, la mayoría lo saludó, y el resto seguía concentrada con su tarea.

Gerard me guió hasta una de los caballetes y me sentó junto a el, buscó algunas cosas de su mochila y otras en un casillero. Acomodó todas las herramientas en silencio, la hoja estaba de un blanco reluciente, me generaba una sensación de tristeza al saber que Gerard iba a tener que mancharlo con algo tan imperfecto como mi rostro.

Estaba un poco confundido porque no parecía haber ningún profesor, sólo alumnos. Además me sentía bastante incómodo con la mujer con el torso desnudo a sólo unos pasos, pero a nadie parecía importarle, sólo no estaba acostumbrado.

Todos estaban terriblemente concentrados, había demasiado silencio, por lo que no quise romperlo.

Gerard prendió una lámpara cerca de mí y la acomodó a mi derecha, después mencionó un "permiso" para acomodarme el cabello y la posición de mi cabeza, yo me dejé manejar como él quisiese.

Después de eso sólo transcurrieron largos y aburridos minutos de estar en la misma posición sin moverme más de lo necesario. Era aún más aburrido de lo que imaginé, hasta que llegó una mujer adulta que interrumpió la clase.

Ella saludó a todos y descubrí que era la profesora, mencionó un montón de cosas a las que no le presté atención y luego guardó silencio.

Fue recorriendo todo el salón y corrigiendo algunos errores, hasta que llegó a nuestro lugar y me sentí horriblemente observado cuando comparaba mi rostro con el dibujo, que aún no había podido ver.

La mujer le señaló algunos pequeños errores y le recomendó algunas cosas para continuar correctamente con el retrato, Gerard sólo asentía y le daba la razón, a mí me mataba la intriga por ver.

—¿Puedo ver?—Pregunté en un susurro. El pelirrojo me miró y sonrió.

—Todavía no—Ya no aguantaba estar sentado sin moverme, y nunca imaginé tener tantas ganas de caminar.

Sin tener otra opción continué con mi tranquila tarea hasta el momento de descanso, ahí fue cuando ví lo que Gerard estaba haciendo. Simplemente era mi rostro, estaba perfectamente proporcionado, y me resultaba demasiado extraño verlo.

—Wow, dibujas muy bien—Le dije, él sonrió y agradeció por el cumplido.

Sólo quedaban veinte minutos de clases que se pasaron muy rápido, contradictoriamente a los primeros minutos.

Apesar de que la profesora ya se había retirado y muchos de los alumnos también, nosotros seguíamos ahí, incluso fuimos unos de los últimos en quedarnos.

—Frank—Él se me acercó un poco y movió el caballete más cerca de mí, también lo hizo con la lámpara.—¿Puedo hacerte una pregunta?—Me puse increíblemente nervioso, encima había una luz alumbrándome todo el rostro.

—Claro—Intenté relajarme pero era imposible, incluso sentía mis mejillas calentarse, y no podía hacer nada para ocultarlo teniendo esa luz alumbrandome de lleno.

—Estas maquillado, ¿verdad?—Asentí.—¿Te molestaría que te lo quitara?.

Levanté una de mis cejas con intriga, había estado una hora poniendome cosas en la cara para él, y ahora quería quitarlas.

—¿Por qué?.

—Para poder ver claramente todas las características de tu rostro, y las luces, esas cosas. Pero si no te gusta la idea está bien.

—No me molesta, es sólo que tengo muchas marcas y pensé que sería mejor que no se vean—Gerard chasqueó su lengua, dándome a entender que eso no era cierto, y fue a hablar con una de las chicas que estaba dibujando.

Volvió con un pequeño paquete de toallas desmaquillantes, pensé que me las daría a mí para que pudiera usarlas pero sacó una y comenzó a quitarme el maquillaje.

Fue demasiado extraño que lo hiciera, en especial por lo suave que lo hacía, yo normalmente me resfregaba intensamente para sacarlo más rápido.

—Cerrá los ojos—Obedecí y pasó una toalla nueva por mis párpados, le dije adiós mentalemente a mis fabulosas pestañas.—Hago esto porque quiero ilustrar todas los detalles de tu piel.

—¿Los defectos?.

—No son defectos—Limpió la zona de arriba de mis labios.—Son las características únicas de tu rostro, esas son las que te hacen hermoso y perfecto. Un rostro con una piel lisa como la porcelana hay demasiados, pero un rostro con tus detalles sólo hay uno, y es el tuyo.

Terminó de sacarme el maquillaje, pero rozó lentamente su dedo con mi labio inferior, mirándome a los ojos. Inevitablemente pensé que iba a besarme, pero se alejó rápidamente, continuando con el retrato.

I don't care. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora