WHITE PALACE [YOONMIN]

22 | OF THE CHANGE

22 | Del cambio 

Las luces estaban encendidas en el castillo blanco era costumbre, los pisos parecían bajar de sonido con cada piso, el primero era donde las personas estaban ansiosas, gritos y demás provenían de la sección de letras rojas, el segundo era un ir y venir de camillas blancas, el tercero era el piso donde Donny pasaba la mayoría del tiempo, la sala blanca de los regulares, aquellos que llegan y se van sabiendo que deben volver.

El elevador se detuvo dejándome bajar en compañía de una señora de uniforme blanco hasta los zapatos de goma y tela que no producían ruido al caminar, esta noche, es la última noche de YoonGi aquí.

Mis pies conocieron el camino sin dificultad alguna llevándome hasta su habitación, los tonos blancos iluminados solo por las luces artificiales me dieron la bienvenida.

Pero YoonGi no estaba en su cama, en su lugar un cuerpo delgado cubierto de blancas telas estaba observando por la ventana.

Se giró como si de alguna manera pudiera sentir mi presencia, reconocí su rostro como el chico que vino una vez, el que me parecía familiar.

Su cabello brillaba sobre las sombras de la habitación, sus facciones perfectas parecían endurecidas bajo la atmósfera de la noche.

—Te estaba esperando—dijo, sin esperar palabra comenzó a caminar hacia mí, entre en pánico retrocediendo hasta la puerta.

— ¿Por qué? ¿Dónde está YoonGi?

— ¿YoonGi? Oh, te refieres a Agust ¿Ese fue el nombre que te dio? —no cambió de expresión, en cambio sentí que analizaba cada célula de mi cuerpo con detenimiento, como si una ráfaga helada me cubriera por completo.

—No me has contestado—intente endurecer mi tono de voz, más salió roto debido al sobresalto.

—Él está por irse, me pidió que te diera esto—su mano se extendió mostrándome un trozo de papel doblado que reconocí como una de las hojas del cuaderno de YoonGi.

— ¿Está por irse a casa? —pregunté tomando el papel manteniendo distancia suficiente entre él y yo, de alguna manera entre más me acercaba me sentía más atraído hacia él, era magnético, como si este chico produjera calor.

—Si es así como le llaman ustedes supongo—Esperó unos segundos escaneando mi rostro— ¿No piensas abrirla? —preguntó con las cejas alzadas un poco, el que fuera capaz de hacer una mueca me alivió.

—Lo haré cuando te vayas—contesté.

—No deberías tener tanta prisa porque me vaya, pero si te hace sentir mejor, tú y yo no nos encontraremos en un buen tiempo—la sonrisa que se plasmó en su rostro parecía querer decirme algo mas no logré captarlo antes de que desapareciera.

— ¿Quién eres tú de todos modos? —intenté interrogar mientras me hacía a un lado para dejarlo salir.

—Soy un cazador, V es como puedes llamarme—me sonrió, su traje blanco perfectamente ajustado a su figura delgada y altiva no cuadraban con su sonrisa cuadrada y ojos brillantes, el tiempo se detuvo en cuanto la puerta se cerró.