*Narra Héctor*
El sol golpea mi rostro con suavidad y cariño y se desliza por mi piel como si de una caricia se tratase. Mis brazos se sienten ligeros y mis ojos quieren abrirse para dar paso a un nuevo día.
Mis oídos captan el delicioso silencio de mi alrededor, sin nadie en la cama.
Un momento.. . ¿Nadie en la cama?
Muevo mis brazos en busca del novio, pero parece que se ha levantado antes que yo.
Abro los ojos y me doy cuenta de que la ventana está abierta, dejando que el fresco del verano se cuele.
Lucas no está aquí. Creo que ha madrugado.
Aparto las mantas finas de mi cuerpo y me levanto para vestirme y no ir semidesnudo por la casa. La madre me mataría si me viera, y me lo puedo imaginar.
Me acerco a la ventana y respiro le aire de la playa, del mar. Me tranquiliza, me llena de melancolía por mi padre, quien se apareció en esa misma orilla.
Falta poco tiempo para irnos de vuelta a casa, donde me espera un psicópata para matarme.
Quiero tener un plan, pero los nervios de volver me dejan en blanco y no puedo conectar trampas para el momento que llegará tarde o temprano.
Suspiro. ¿Por qué tenía que pasarnos esto a nosotros? Es como si alguien lo planease de antemano, como si supiera lo que hacemos en todo momento.
Meneo la cabeza de un lado a otro, sacando esa conclusión a la fuerza. ¡Es imposible que alguien sepa nuestros movimientos antes de hacerlos! Eso es estúpido.
Cuando me doy la vuelta, la puerta se abre con un Lucas feliz y cantarín. Tararea una canción aleatoria que no conozco si no escucho la letra. Porta una bandeja con un desayuno completo encima.
Al percatarse de mi despertar, se queda sonriente y me guiña el ojo.
—Veo que el rey se ha despertado —aún sigue con la broma de la edad media.
—Y me he despertado sin mi rey.
—Lo siento, quería darte una sorpresa con un desayuno en la cama, pero se ha estropeado en cuanto te has despertado.
—Siento estropearlo —me acerco a él y le ayudo con la bandeja, dejándola en la cama—, pero necesito a mi rey en la cama cuando despierto. Para la próxima, me tomaré una pastilla que me haga dormir hasta que me zarandeen.
—No hace falta llegar a tales extremos, pero si ves que es mejor para dar sorpresas, entonces hazlo. Ahora —se acerca para besarme, sus labios son tan suaves como siempre que me dejo perder en su suavidad—, a desayunar —dice al separarse.
—Has traído de todo. Dime que no has desayunado por tomarlo conmigo.
—Siento desilusionarte, pero no todo es para ti.
—Acabo de decir que es lo que quería, pero allá tú —a veces tiene falta de oído, lo he notado.
Le doy con el dedo en la frente, haciendo que suelte un quejido leve de su boca.
—Ay —me la devuelve pegándome al muro y rodeándome con sus brazos—. Esto tiene un castigo severo —su mirada pícara ataca, quiere algo más que un simple desayuno.
—Yo que tú, no lo haría.
—¿Por qué? —alza una ceja.
—¿Y si entra uno de los niños y nos ven gritando como animales "oh, sí, dame más duro, como tú sabes"?
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Tú Eres Mi Droga (1 Y 2)
Teen FictionLas dos temporadas están en este mismo apartado. Todo ocurre por una razón. Hector es un adolescente normal, con su vida normal y sus enamoramientos con chicos normales. Su sueño es tener el amor de su vida, aquel que no le deje en el transcurso de...