Capítulo 25: Vecino Temporal

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Un paseo al borde de la playa después de hablar con Paula, con Yago a mi lado disfrutando de la tranquilidad. Es como un viejo sabio, prefiere la tranquilidad que el ruido y los problemas. Al menos él no se tiene que preocupar de un asesino, aunque ese psicópata no esté en España.

El ruido de las olas me tranquilizan, me despejan la mente. Respiro hondo, no me había sentido así desde hace meses. Es tan... Es... Maravilloso.

Miro al inteligente animal, su mirada se dirige a un punto en concreto, pero no quiero mirar, seguro es una persona desconocida, y si miro puede que crea que soy un loco. Yo y mis sentidos... Estoy fatal.

Un ladrido se escapa de su boca y comienza a correr, en ese momento sí que miro hacia dónde va. Por lo menos sé que no es un gato.

Es un chico de cabello castaño como yo, pero de ojos del mismo color que su cabello. El terror se apodera de su rostro y saca una mueca de miedo al ver al perro correr hacia él. Corro también para alcanzarle mientras salta en el chaval. Al final lo acaba por tirar a la arena y le lame la cara, me quedo con los ojos bien abiertos por lo que hace.

Llego a ellos y escucho que el chaval se está riendo.

-¡Lo siento! -me disculpo al momento-. ¡Yago, deja al chico!

Y me hace caso después de lamerle un par de veces más. Ayudo al chico a levantarse y se sacude la arena de la ropa.

-Siento que mi perro te haya tirado a la arena.

-No pasa nada, me ha hecho cosquillas.

-¿No te ha dado miedo?

-Al principio sí porque venía a por mí de cara, pero luego me quedé tranquilo al notar su lengua en mis mejillas -se pasa las manos por la mejilla para intentar quitarse la saliva de Yago.

-Menos mal que no te ha hecho nada.

-Parece un buen chico -sonríe al verlo y el perro se sienta en medio de los dos-. Por cierto, ¿tú vies ahí? -señala la casa en la que estoy de vacaciones.

-No es mi casa, pero estoy de vacaciones con amigos.

-Entonces eso nos convierte en vecinos -alza la mano para un apretón-. Me llamo Kyle, mucho gusto.

-Hector -correspondo al apretón-, igualmente. ¿Tú vives aquí?

-No, yo también estoy de vacaciones, pero con mi novio.

-Oh, así que eres homosexual.

-¡Alguien que lo dice bien! -alza las manos hacia el cielo, como si fuera una bendición del señor-. Sí, lo soy. ¿Y tú?

-También. ¿Te importa si hablamos mientras andamos? Es que quiero ver un poco más de este lugar.

-Sin problema -nos ponemos a caminar juntos, parece un buen chico, estoy seguro de que es uno de esos chicos que han sufrido poquitas cosas, pero que los ha sabido resolver-. ¿De dónde eres?

-Soy de Nueva York.

-Así que de la gran manzana, interesante. Un amigo vive ahí, dudo que lo conozcas.

-Seguramente no. ¿Y tú de dónde eres?

-Soy de Washington, un lugar muy grande, pero por suerte, lo tengo todo cerca.

-La verdad es que sí, para lo inmenso que debe de ser eso.

-No más que Nueva York. ¿Ya le has echado el ojo a alguien?

-¿Ya pasamos a asuntos muy personales?

-No lo puedo evitar, soy un cotilla nato.

-Solo le tenía echado el ojo a uno, pero un problema me llevó a estar confuso.

-¿Confuso con ese chico?

-No, con tres.

-Dios mío... ¿Son los típicos chicos adolescentes guapos y musculosos?

-Eh... No. Uno es padre, otro es DJ y el otro es mi mejor amigo. Mi mejor amigo se quedó fuera de mi confusión, ahora solo quedan dos.

-Un momento... ¿Uno es padre? ¿Pero cuántos años tiene?

-Eh... No lo voy a decir.

-¡No lo sabes! -me señala mientras se ríe.

-¡Sí lo sé! Solo no quiero decirlo y ya está.

-Y tú ya eres mayor de edad, supongo.

-Exacto.

-Entonces no voy a decir nada.

-Sólo estamos hablando de mí. ¿Por qué no un poco de ti?

-Hoy no. Otro día -pues como él quiera, yo no lo voy a contradecir, si no quiere hablarme de él, no voy a presionar-. Así que si te quedas con el padre, vas a ser padrastro de un niño.

-Eso parece -sin saber porqué, sonrío.

-Dijiste que estabas confundido, ¿no?

-Eh... Sí. ¿Por qué?

-Porque yo creo que no estás confundido, tan solo estás esperando y experimentando.

-¿Eh? ¡No! Yo...

-Ya elegiste a alguien en tu corazón, solo que te lo callas -sonríe y se da media vuelta-. Será mejor que me vaya. Cuando necesites algo, ya sea sal o hablar, ya sabes dónde estoy.

-¡Espera! -se detiene y me vuelve a mirar con esa sonrisa todavía en la cara-. ¿Cómo puedo expresarlo? ¿Cómo sé que he elegido ya a esa persona?

-Fácil. Porque lo ves como alguien más importante que los demás; porque harías cualquier cosa por él; porque lloras por él; porque sientes miles de cosas cuando te toca, te habla y te mira... Porque te crea esa chispa que recorre por todo tu cuerpo. Créeme, así es como sabes que lo quieres de verdad.

Me quedo callado ante su explicación, no me esperaba todo eso. Vuelve a caminar y se va por donde ha venido, hacia su casa. Yo debería volver también a casa, estar con los demás y probar quien de los dos me crea todas esas sensaciones que Kyle ha dicho.

-Yago, volvamos a casa -suelta un gemido afirmativo.

¿Cómo lo sé? Ni idea.

No quiero pensar, el mar me tranquiliza.

Esta frase se quitará al corregir los posibles fallos ortográficos.

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Un capítulo corto, a la ver que un poco malo, ¿no lo creen?

Bueno, lo dejo aquí y me voy a comer chocolate :v

Tú Eres Mi Droga (1 Y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora