Miedo.

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Cap 11

Recostada sobre mi cama observo la ventana, de alguna manera hay una profunda tristeza en mi y por consecuente culpa. Se supone que debería estar feliz al ver la pruebas, pero no puedo estarlo. Duele, duele mucho y quisiera poder extinguir el dolor.

Han pasado dos días desde que la prueba dio positivo y las náuseas y vómitos no han tenido piedad de mi. No importa la hora o el lugar, estas llegan con tanta fuerza que mis costillas duelen. Tal vez es una manera de pagar éste sentimiento de culpa.
Escucho los pasos de mi Ama de llaves dejando un vaso de agua para mi sobre el mueble más cercano al baño en el que me encuentro, el sabor amargo en mi boca hace a mi mente recordar, aunque ese recuerdo dista mucho de éste, era feliz.

Regreso a la cama no sintiéndome nada bien,  tocó mi vientre recordando todo aquello que aprendí en mi profesión, es muy pequeño aún para poder percibirlo pero esta ahí. El terror me invade con fuerza y las lágrimas se deslizan de mis ojos. Miro mis manos y soy consciente de que tal vez esté más pálida de lo normal, hay bolsas bajo mis ojos y la delgadez está haciéndose notar en mi cuerpo. Si antes de el embarazo mi alimentación no era buena, ahora puedo estar segura de tener anemia, hay tantas cosas en conjunto que están mal y sólo es el principio de todo esto.

Recuerdo la ilusión, el amor acumulado listo para desbordarse... todo aquello causando dolor ahora en mí, un dolor muerto pero consistente. Miro por la ventana de nuevo, viendo el cielo nublado para mí, dolor y tristeza oscureciendo mi día.

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Las náuseas están aquí más fuertes por las mañana, haciendo que el desayuno se vuelva una tarea difícil de completar. He cambiado el menú  por comida saludable para ambos, pero aún así la acidez me hacen devolver todo. Camino por los jardines tratando de despejar mi mente y no concentrarme en su regreso. Me siento en medio de la huerta y el olor a naturaleza me llena de añoranza. Extraño la libertad que perdí hace tanto tiempo atrás.

La comida no es nada diferente que el desayuno, la comida sólo logra permanecer en mi cuerpo por un momento antes de decidir desecharlo todo, las lágrimas fluyen en mi rostro y las limpió con una mano temblorosa. No sé que es más pesado, la carga mental o el malestar en mi cuerpo.
No puedo evitar pensar que todo es mi culpa...

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El medio baño junto a la recepción es el único lugar al cual me es posible llegar antes de vaciar mi estómago frente a las escaleras, mi cena se va justo frente a mis ojos. Un mareo me sorprende haciéndome agarrar de la pared, camino un poco para poder llegar a las escaleras, me sujeto  el cuerpo tratando de que mis costillas dejen de doler. Me quedo de pie tapándome la boca, más náuseas. Escucho los pisadas de alguien y mi mente recuerda a Suigetsu caminado tras de mi todo el tiempo, así que decidí pedir algo de ayuda.

— Suigetsu podrías pedir que me traigan un poco de agua por favor-

— Es raro que pidas algo en vez de ir tú misma por él. -

Escuchar esa voz me hace estremecer al momento, mi cuerpo tiembla en contra de mi voluntad y decidí levantar la mirada. Tengo miedo y no soy capaz de siquiera disimularlo un poco. Él volvió en el momento en que no estoy preparada para esto.

— Regresaste...- un pequeño susurro.

— Claro... ya sabes lo que dicen, cuando el gato no está, los  ratones hacen fiesta. Dime, Sakura ¿Te divertiste mucho?— la ira filtrandose en su voz  — Disfrutas jugando conmigo, dime ¿Soy muy idiota para que te burles de mi?

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