extraños

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CAP. 2

Aún recuerdo la ocasión que conocí a quien marcaría mi destino. Había sido un día un poco ajetreado en el hospital. Yo cursaba mi último semestre de medicina haciendo mis prácticas en un hospital de beneficencia.

Esa ocasión termine mi turno tan cansada que lo único que quería hacer era llagar y dormir todo el día. Pero cuando crucé el portón de aquella mansión, el recuerdo de mi madre diciéndome que tendríamos visitas y que debería verme muy presentable, me agobió.

Pero ¿Cómo pensar en eso después de 26 horas de servicio? Recuerdo haber visto mi ropa y reír en voz baja. Mi madre se molestaría tanto. Aún es gracioso recordar su cara cuando me vio cruzar el recibidor tratando de caminar de puntas. Si tenía que llegar a la escalera antes de ser atrapada.

Pero mi madre y su nariz con aquella mueca de asco me hicieron sentirme pequeña. Su superficialidad me dañaba, y lo sigue haciendo. Ni siquiera llama para saber cómo me encuentro, a veces siento que le tengo tanto rencor...

Esa ocasión antes de poder lanzarme una de sus hirientes palabras una mujer empujando una silla de ruedas con un señor ya de edad avanzada, salieron del salón. Aquella mujer con corte de cabello rubio corto hasta la barbilla y piel blanca me miró de la misma manera reprobatoria que mi madre, ella con su vestido de alta costura, comparado con mis jeans, no me dejaba poder regresarle la mueca de desagrado.

—Lo siento, mi hija viene del colegio.- la sonrisa de mi madre es claramente forzada.

—Un gusto, Sakura Haruno.- digo con una venia de lo más educada posible.

—Un gusto.- responde con el mismo gesto. Los cristales swarovski brillando en su pecho. —Soy Uchiha Samui-

—Así que tú eres la señorita Sakura- aquella manera tan cortés me sorprendió. Su voz calida y su sonrisa deslumbrante me sorprendió

—Un gusto- repito haciendo otra venia.

—El gusto es mío. Soy Uchiha Madara.- se presentó con un brazo extendido que estreche.

A pesar de que ese hombre estaba en una silla de ruedas, se veía imponente y poderoso. Aun así, jamás podría intimidarme, pues sé que mi apellido es mucho más de lo que los Uchiha podrían ser. Hay una sonrisa en su rostro. Mira a mi madre y después toca la mano de la mujer con delicadeza.

—Ella es mi esposa...- se miran un momento.

—Creo aceptaremos su invitación para quedarnos a comer... - mi madre me mira de arriba abajo. Entendí lo que no me diría frente a estas personas.

—Disculparme un momento... me reuniré con ustedes en el comedor- digo haciendo otra venia para poder huir a mi cuarto.

En ese momento puedo decir que estaba intrigada por la visita de los Uchiha a mi hogar.

Me duché y me maquillé, sequé mi cabello y después use aquel vestido  que a mi madre le encanta, así podría borrar la sonrisa en el rostro de aquella mujer.

En ese momento al bajar mi posición me hizo sentirme poderosa por unos instantes. Miré mi reflejó en una decoración de figuras en la pared y sonreí. El cinturón marcaba mi cintura, el azul resaltaba el pálido de mi piel, Y aquel hombro descubierto me hacía verme fresca.

Aunque, si hubiera sabido el propósito de su visita hubiera bajado con un costal. Y si por un momento mi madre me hubiera dicho lo que pretendía... no, tal vez no hubiera tenido la fuerza para hacerlo.

Recuerdo el interrogatorio por parte del señor Uchiha y su manera de mirarme... de estudiar cada uno de mis movimientos como si buscará algún desperfecto. Pero yo no le di mucha importancia, en su lugar, en ese momento me sentí orgullosa de poder ser demasiado propia, educada y con los mejores modales en la mesa que alguien de sociedad puede tener.

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