Resignación

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CAP 5

Escucho su voz... la escucho de aquella manera que me desagrada. Una pizca de enojo mezclada con impaciencia, como si fuera muy estúpida para entender  y llena de autoridad. Como si yo fuera una mucama más.

Estoy aquí sentada a su lado... con una mejilla amoratada y un labio partido con el cuero cabelludo palpitando fuerte. Cuando él mira su comida desvió suavemente mis ojos hacia él. En momentos como estos es cuando me inundó con gran añoranza y decepción. ¿Cómo es que todo el amor se volvió esto? Mi mano tiembla mientras sujetó el tenedor y soy consciente de lo poco que mi boca ha ingerido. Pero mi estómago es una bolsa llena de nudos y nada mas entrará ahí.

— Busca algo que aun no hayas usado, o en todo caso házmelo saber y le diré a Suigetsu que te lleve a comprar un vestido. Tienes que verte bien...-

Dejó de escuchar ahí... sé lo que viene. (nuestro estatus no nos puede dar el lujo de vernos como cualquier otro, mandé a pedir joyas de diseño exclusivo. Llama a alguien para que ayude con el cabello)  Todo tan agotador y demandante. Requiere tanto de mi para preguntar si sólo podría verme a mi y no a toda esa charada que quiere que use.

Mi reflejo en uno de los jarrones de la mesa me da la respuesta. Él odia a la vieja yo. Aquella que andaría cómoda y alegre perdiendo el tiempo. Suspiro dejando a un lado la comida. Sabiendo que no podré poner más de ella en mi. Tomó un sorbo de vino y me refresco con este. Sus ojos me escanean un momento antes de ponerse de pie.

— Tienes dos días para tener todo listo, no hagas ninguna estupidez-

Lo veo tomar su saco y salir del comedor. Me quedo ahí sola... o al menos eso quisiera creer. Esos dos guardaespaldas están a los lados de la entrada y yo sólo me siento un poco más hundida, más perdida. Miro de nuevo mi reflejo opaco y me doy cuenta que no queda ni un poco de mi, nada de lo que solía ser y ahora no tengo idea de como lidiar más con este infierno de vida.

Con la opresión en mi pecho y con aquel, ya demasiado, familiar dolor de estómago que baja hasta los pies y me deja temblando... miedo, coraje e impotencia, o sólo el resultado de mi estúpida sumisión impuesta. Me pongo de pie y me trago las lágrimas de dolor. Aquel que parece siempre estar ahí... haciéndome sentir tan sola, tan inútil.

Camino girando por aquel pasillo que me lleva al salón donde hay miles de fotos en los muebles. Aquel marco que encierra una foto de nosotros sonrientes el día de la boda. Me detengo frente a él, mirando lo que una vez añoré con fuerza, lo que una vez creí sería un futuro de amor. La felicidad plasmada en aquel agarre de nuestras manos, la imagen de una ilusión.

No queda duda de que, lo que más me atormentará por siempre serán los recuerdos. Recuerdos de aquellos labios que decían amarme y de aquellas manos que me protegían. Duele saber y añorar lo que un día disfruté con tanta alegría. Algo que extraño duro tan poco... y ahora parece estar inmensamente lejos e imposible... anteriormente nunca me hacía estar separada de él por mucho tiempo.

Miro la foto a mi costado y nos veo sonriendo a la cámara mientras su mano sujeta el celular. Los lentes, la playa, memorias que he querido arrojar a la basura... olvidar la manera de correr de él en la playa, aquella risa resonando con las olas, sus manos tocándome con cuidado y amor.

Estoy tan destrozada ahora... que no puedo imaginar que él es la misma persona ¿En que momento decidió que yo ya no era digna de ese amor? Me siento en el sofá contemplando aquellas fotos enmarcadas de nosotros juntos, imposible imaginar que esos mismos ojos negros, antes cálidos y suaves, ahora me miran con tanto odio y altivez.

Soy consciente de aquellos dos sujetos justo en la entrada y decido seguir órdenes antes de que las cosas empeoren. Lo han hecho antes, así que estoy dejado de pelear tonto dirán pero estoy tan agotada.

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