Hygge

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"Familia"

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"Familia".

Pequeñas estrellas de plástico brillaban en el techo de la habitación. Jeongguk las pegó cuidadosamente, formando constelaciones. Pudo reconocer a Lopus y Cygnus. Las miraba y pensaba en su brillo, que todos veían pero pocos observaban.

Claramente Jeongguk sabía apreciar las cosas hermosas e invaluables, como el brillo de una lejana estrella.

Apartó la mirada de las estrellas de plástico y asomó su rostro por el borde de la cama para observar al chico que le había ayudado esa noche de tormenta. Jeongguk dormía en el suelo, sobre una colchoneta, aunque JiMin le dijo varias veces que no tenía problema con dormir en el piso, él insistió en que tomara su cama. Y JiMin también sabía apreciar las pequeñas cosas que traen felicidad, como la luz en un corazón noble.

Estiró su mano para tocar el rostro color canela del chico, pero antes de poder rozar la piel, los ojos verde esmeralda se abrieron con un dejo astuto en ellos. JiMin, sorprendido, hizo amago de esconder su brazo, pero Jeongguk, al contrario de lo que JiMin pensó, acercó su rostro a la pálida mano, sintiendo el frío tacto sobre su mejilla.

Punto y coma, jaló el brazo de JiMin, pidiéndole que bajara junto a él. Odinsson así lo hizo, deslizándose hasta estar hombro a hombro. Ambos, boca arriba, en un silencio tenso, miraron las estrellas falsas.

— ¿Te gustan los peces? — preguntó JiMin. Una pregunta torpe y fuera de contexto, como todo él.

— Prefiero a los insectos — respondió Jeongguk, con otra respuesta rara, como ellos dos —. Bueno, artrópodos.

— Tienen caras tiernas — sí, los dos estaban fuera de contexto.

— Y patitas peludas.

— Sí.

— ... — había esperado días para volver a hablarle a JiMin y lo tenía a su lado, en su habitación, respirando el mismo aire, tocando el mismo suelo, y no sabía qué decirle. Aún no quería preguntar sobre la magia. Así que soltó la primer cosa que se le vino a la mente — Me recuerdas a las arañas espejo. Son bonitas y pequeñas, y tímidas, como tú. Y poco cariñosas.

Un tachón de rosa cruzó por las mejillas de JiMin, que se removió en su lugar, sin saber muy bien lo que sentía. Era un halago, raro, pero un halago. Entre raros se daban halagos extraños.

— Y-Yo no soy tímido...

— ¡Oh, claro que sí! — Jeongguk habló demasiado fuerte, advirtió. Bajó la voz para no despertar a su madre — En el trabajo siempre repites las cosas dos veces porque hablas bajito, y tienen que obligarte a ir a atender a clientes porque no te gustan las personas. Y parece que amas estar en la barra, porque casi no tienes que hablar a nadie extraño.

¿Lo estuvo espiando? Era exactamente lo que hacía los últimos días. Callarse, trabajar, estudiar... se preguntaba cuántas veces lo habrá visto esconderse tras un gafete para ocultar su monotonía.

The Song of the Sea || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora