Epílogo

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[ Trece años después... ]

(Jeongguk)


El aire sostiene aún la melodía de las flautas mágicas, si aguzas bien el oído y cierras los ojos frente al atardecer, respirando la fresca brisa del océano, podrás oírlo. Si tienes paciencia y crees lo suficientemente fuerte en ello, también escucharás la caracola soplando la canción del mar. El destello risueño de las estrellas taciturnas. Y la risa de JiMin, flotando junto con las nubes y las historias eternas de Taehyung.

Puedes sentir la magia, aún aquí, en este mundo, palpitando, débilmente quizá, pero sigue aquí. Presente en todos lados. En la risa de un niño, el abrazo de una madre, la sabiduría en un abuelo y las leyes de la naturaleza. Y cuando abro los ojos, la silueta de JiMin surcando el océano ilumina todo a su paso. Cuando la luna se pone sobre nosotros, sale del mar, arrastrando la historia de la Tierra en las pequeñas gotas resbalando por su cuerpo. Aún tan joven, hermoso y sonriente.

Mirándome siempre con amor en sus ojos místicos. Cada día y cada noche que está mi lado.

Pero hoy era un día especial, Taehyung regresaba de uno de sus larguísimos viajes alrededor del mundo; del Sahara, creo yo. Me levanté a primera hora, entre sábanas despeinadas y la cama vacía. Me gustaría pensar que JiMin me observa y besa mi frente antes de ir al océano, donde nada hasta que la luna le da un alto. Preparé papas con anchoas y noodles, pero con agua. Compré varias latas de soda de frutas.

—¿Alguna aventura el día de hoy? — pregunté a JiMin, que pasaba sus manos por el cabello empapado, mirándome con una sonrisa radiante— ¿El Nautilus, quizá?

— Comienzo a darme cuenta que las aventuras más emocionantes no están tan lejos como creía — tenía una mirada sospechosa; caminó hacia mí, yo hice de mis ojos dos espadas, tratando de desenmarañar su mente—. No me mires así, no estoy planeando nada extraño.

— Exactamente por eso me parece raro — murmuré, sosteniendo su cadera con ambas manos antes de que se acercara más y siguiera enredando los brazos sobre mis hombros —. Hace un mes fuiste al Amazonas justamente por aventuras, ¿qué es diferente hoy?

— Que no son divertidas sin ti. Mi Odisea comenzó contigo, y así quiero que termine.

JiMin jamás fue tan cariñoso. Era compasivo, sensible y curioso, amaba la aventura. Y por mucho tiempo he pensado que amaba más al peligro que a mí. Pero hoy en sus ojos puedo ver que no es así, que bajo la noche brilla su amor por mí. Nunca tuvimos una relación normal porque vivíamos vidas extraordinarias. Durante meses nos ausentábamos de la vida del otro. Él navegando, yo buscando tesoros en los recovecos de la Tierra. Esta noche, sin embargo, vi que sus palabras, más que una confesión, eran una propuesta.

Lo sentí en su lento beso, en cómo respondió a mi fuerte abrazo y el brío entre nuestros labios. Sus fuertes manos me atraparon, llevándome de vuelta al océano, donde los mecimos junto con las olas, firmando, de alguna manera, y por segunda ocasión, un futuro incierto, incierto pero junto al otro. Fui la marea, chocando contra su cuerpo bajo la luna llena. Una cómplice de amores.

Tan pronto como la cena estuvo lista — casi a media noche —, Taehyung y su valija llegaron a la puerta

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Tan pronto como la cena estuvo lista — casi a media noche —, Taehyung y su valija llegaron a la puerta. Tenía la piel curtida por el desierto. Su zorro fiel se escabulló entre sus piernas para correr hacia mí, mientras JiMin recibía animosamente al, aguna vez, elfo.

— Hubo un retraso por el clima — explicó Taehyung cuando todos estábamos cenando, al lado de la chimenea — y el barco estuvo a punto de hundirse, suerte la nuestra que después de pasar el ojo de la tormenta, encontramos una isla.

— Mhm, ¿seguro que no te quedaste dormido en la estación de trenes, como el año pasado? — inquirió JiMin, logrando sacarme una carcajada y colorear las mejillas de Tae — ¡JA! Lo sabía. Tú no navegas, mentiroso.

— ¡Pero lo intento! El próximo año seré todo un corsario...

— Sí, sí, como digas —  articulé antes de atacar mis anchoas.

Taehyung chasqueó la lengua, mirándonos con reproche. Solía exagerar un poco sus historias, pero no eran del todo mentiras. Conversamos banalidades con copas de vino y sodas de frutas. Algunas botanas de insectos para Tae. La nostalgia nos alcanzó al pie de la chimenea, echados en la alfombra persa. Tenía a JiMin entre mis brazos, acariciando su cabello. Tae... bueno, él se dejaba mordisquear la mano por Derry.

— ¿A dónde irás ahora, Tae? — musitó JiMin sobre mi pecho.

— No lo sé. Me he quedado sin mapa. Aunque cuando pienso que ya he descubierto todo de este mundo, siempre hay algo nuevo. ¿Qué me dicen de ustedes? ¿A qué selva irás, Gguk?

Me tomé un minuto para responder, con unas cuantas gotas de sinceridad ya en mi sangre. Noté cómo JiMin se tensó, siempre ha sido un poco nervioso. Besé su coronilla, soltando una risotada.

— A donde el viento nos lleve será.

Taehyung rápidamente distinguió mis palabras. Igual JiMin, que parecía emocionado pronto — quizá el alcohol le había ayudado un poco —, sentándose sobre la alfombra, nos miramos los tres, con una sonrisa secuaz que explotó en carcajadas de entusiasmo.

Así nuestra historia. Una aventura llena de lo desconocido. Navegamos por el mundo, inseparables y rebosantes de vida. Llenos de canciones, historias y magia. Hasta el final, hasta el último latido.

...

Bueno, es definitivamente todo

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Bueno, es definitivamente todo. He corregido la historia y revivido todo el tornado de emociones que tuve mientras lo hacía. Este es el final, con los tres explorando el mundo, derramando magia a su paso.

Tengo varias ideas en camino, pero esta historia tiene un lugar muy especial. Feliz y nostálgica. Como me gustan las cosas. Sencilla y tierna.

Gracias a quien haya llegado hasta aquí. Si he logrado sacar una sonrisa, he cumplido mi cometido.

Dedicada a Singularithium , mi rayo de luna.

KΛΙ

The Song of the Sea || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora