Peter

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Tenían un plan

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Tenían un plan. Y era muy sencillo.

Dejarían sus cosas en el bosque, en el árbol que marcarían con una tiza blanca — o glaseado de dona, es igual —. Correrían al muelle, cuando el sol esté bajando, para darles la ventaja de la noche al escapar. Fácil, como atrapar a un pájaro en vuelo.

Salieron de la vieja casa del lago a hurtadillas, tratando de que la señora Ginn no los escuchara. Era sobreprotectora con Gguk, sería capaz de encerrarlo en la torre hasta que alguien "digno" lo rescatara. Pero él era un aventurero que comía hormigas, no necesitaba de esos cuidados.

Cerraron bien la puerta trasera y corrieron tan rápido como podían hasta el arroyo, donde varios peces se amontonaban para nadar río abajo. Debían tener cuidado, osos podrían robarse sus cosas. Subieron las mochilas a una rama medio alta del árbol, donde nadie, excepto una ardilla, las vería fácilmente.

— ¿Para qué es eso? — preguntó JiMin, señalando el palo que Gguk tenía en la mano.

— Para golpear gente estúpida.

— Sí, pero ¿por qué?

— ¿Por qué no?

La respuesta era suficientemente convincente para JiMin. Encogió de hombros y comenzó a correr de nuevo, tropezándose con algunas ramas y piedras. A Jeongguk le parecía gracioso pero a sus rodillas no. Se reiría después cuando Jeon tenga que subirse a un barco.

Corrieron alrededor de media hora, parando unas tres veces para beber agua. Para cuando llegaron al muelle, el sol pintaba de rojo todo el cielo. La luz de los remolques y casas apachurradas por la brisa hacía la ilusión de una ciudad extraña, diferente a las bonitas calles del centro.

JiMin dirigió la marcha, evitando pasar por remolques donde lo conocían. Llegaron a la fea casa de los Cuatro Cerdos Inútiles. Acá era donde se separaban; mientras JiMin subía por el lado trasero a su habitación, Jeongguk distraería a los hermanos, con un palo.

— Ten cuidado — advirtió JiMin.

— Prrrf, tú ten cuidado.

Pero Odinsson sabía que el bibliotecario tendría problemas si seguía usando ese sombrero de explorador en frente de sus "hermanos". Bah, no importaba.

Subir a su habitación era sencillo. Primero debías subirte al contenedor de basura, luego, poner un pie sobre la viga salida de la pared, luego agarrarte de una madera crujiente y por último, saltar al alféizar. Era a prueba de tontos. Lamentablemente, JiMin solía ser medio tonto. Tardó cinco minutos en poner un pie sobre la viga. Y otros siete en subir a la ventana sin gritar "caracoles" ni hacer un acto digno de Broadway.

Con Jeongguk las cosas iban diferente. Resulta que sólo estaba uno de los hermanos, el más idiota: Sigurd. Apenas la puerta fue abierta, Sigurd estaba picándose la nariz.

The Song of the Sea || KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora