Capítulo 4

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-¿No estas preocupado?

Jean Kirschtein se despertó con un bostezo y luego se giró hacia un lado, apoyándose sobre su codo.

-Ni un poco. Es solo un intento de Eren por llamar la atención, es típico de él. Quiere que me preocupe por él y todo eso, ya sabes.

-Pero no es propio de él no llamar.

-Y si lo hace, es en los momentos más inoportunos, como ayer- exclamó con enojo frunciendo el ceño.

El móvil de Jean había vibrado luego de que él y su amante habían tenido una ronda de sexo e ingresaban a la ducha. Aunque hablar con su esposo se había convertido en un fetiche mientras que tenia otra sesión en la ducha con su acompañante.

Aún así, la interrupción de Eren le había molestado, pareciera que había sido planeado.

Últimamente sus llamadas eran mas frecuentes durante todo el dia, generalmente para hablar de nimiedades y cosas sin importancia. Como si iba a comer en la casa o afuera, si él iba a ir a la tintorería o si le tocaba a Eren, si había llamado a la empresa de limpieza o le tocaba a él y cosas de ese estilo.

Eren era un libro abierto, aunque no procurara hacerlo. Era casi palpable el hecho de que en realidad la razón de esas llamadas solo era para vigilarlo, para saber donde estaba.

Durante los últimos meses, Jean tenia que explicar claramente hacia donde iba y por cuanto tiempo, aunque ya se le estaban acabando las excusas creíbles para compartir aún más tiempo con su amante.

-¿No es estupendo? Casi dos dias completos sin que nos moleste.

-Si que lo es, pero es aún mejor la atención que recibo de ti. Mira lo que me das: desayuno en la cama o más bien almuerzo...

-Te mereces eso y mucho más- dijo Jean mientras besaba el cuello de su acompañante, logrando que gimiera levemente.

-Es increíble que hayamos dormido hasta tan tarde ¿Cuánto bebimos anoche?-

-No creo que hay sido solo el vino... la otra mierda era muy potente.

-Oh dios, no me lo recuerdes. Desde la universidad no la probaba, sigue cayendome igual

-¿Cómo podría no recordartelo, si te pusiste tan sexy y me provocaste tanto? Y eso que normalmente lo haces sin ninguna droga de por medio...

Una suave risa salió de los labios de su acompañante, pero al instante fue reemplazada por un gesto de preocupación.

-¿Crees que Eren sepa de lo nuestro?

-Ya te he dicho que no, no te preocupes. No se ve bien el ceño fruncido en tu cara.

-¿Estas seguro?

-¿Sobre que tu carita es deliciosmente atractiva y que tu ceño fruncido no va con tu cara? Oh si, muy seguro

Intentó ocultar la risa que le provocó aquella frase, pero solo la incrementó y terminó riendo fuertemente mientras lágrimas caían de sus mejillas y se tomaba el estómago con ambas manos.

Jean admiraba aquella escena con su típica sonrisa seductora, regocijandose de la peculiar hazaña que habia conseguido.

-Oh dios, ya idiota. Hablo enserio, ¿Estas seguro de que Eren no lo sabe?¿Dijo algo cuando se fue?

-¿A parte de decirme 'Cara de Caballo' y adiós? No, nada importante

-Uhm... Tal vez dijo algo implícito. No eres bueno con eso, asi que cuentame lo que sucedió.

-Veamos... regresé a casa para despedirme y tuve que fingir oponerme a que se fuera. Pero no importa que dijo o no, no me interesaba. Cuanto antes se fuera, tenía más tiempo para pasar entre tus piernas- exclamó Jean al bajar lentamente hacía las piernas de su pareja.

-¿No hablaron de nada más?

-Le pedí que me llamara cuando llegara al motel y lo hizo- dijo mientras besaba sus muslos, dejando pequeñas mordidas. -Y retrasó mi fantasía de la ducha, asi que jamás lo perdonare- se quejó, dejando un chupón algo grande en una de sus piernas.

-Jean, ya pasaron más de veinticuatro horas... Es mucho tiempo sin saber de él.

-Me dijo que podría pasar otra noche alli si estaba demasiado cansado. Asi que es probable que lo haya hecho.

-¿Como sabes que no regresó a casa mientras tu estas aquí?

-Porque si salta la alarma, el celular me avisa con un pitido. Gracias a dios que existen las aplicaciones.

-¿Y no se suponía que Eren iba a avisarte si se quedaría otra noche allí?

-No se porque insistes tanto con esto, pero para que lo sepas, antes de irse discutimos y se fue enfadado. Probablemente este 'castigandome' sin llamarme.

-¿Por que discutieron?

-Por el estupido maratón que quiere correr

-¿Y que importa que lo corra?

-¡Lo se! Eso le dije, no es asunto mío. ¿Por que tengo que estar detrás de él?

-¿Para animarlo?

-Ya lo hice, lo he hecho miles de veces. Esperarlo en la linea de meta, haciéndome espacio a los enpujones en una multitud de imbéciles gritando para que él me viera aplaudiendo como una foca retrasada. Asi que me negué a hacerlo una vez mas, pero dijo que esta era una carrera especial y no se que cosa más, por lo que lastime sus sentimientos. Y... Espera, ¿Para que mierda te cuento de mis problemas con el estúpido de Eren, si lo que mas quiero es hacer esto?- dijo Jean, bajando sus labios hasta la entrepierna de su acompañante.

Jean se colocó un condón y abrió las piernas de su pareja, admirando la belleza de su cuerpo, sin poder evitar el comparar aquel cuerpo con el de Eren. O al menos como lo recordaba. Hacia tiempo que ya no mantenían relaciones sexuales, el cuerpo de Eren se habia vuelto un recuerdo borroso en su memoria.

No estaba seguro de quien habia sido el primero en perder el interés por el otro. ¿Acaso lo engañaba porque el sexo se habia vuelto aburrido, rutinario y escaso, o es que el sexo se habia vuelto así porque Eren intuía que él lo engañaba?
Jean no se culpaba por la infidelidad, siempre habia culpado a Eren por ello. Casi toda la responsabilidad era de él, por no haberlo atendido como debería, o eso opinaba Jean.

Siempre se levantaba antes del amanecer y nunca volvía antes de la noche. Trabajaba horas interminables en la clínica atendiendo mocosos y cuando volvía a casa se la pasaba atendiendo llamadas de los padres de esos mocosos por problemas mínimos como una nariz llena de mocos o por el color de lo que hacian en sus pañales. El resto del tiempo se lo pasaba corriendo, todo el maldito tiempo.

Desde que se conocieron él ya corría, al principio le parecio admirable el fisico atlético que tenia, la energía y su autodisciplina (sin contar sus largas y bien formadas piernas, junto con su cuerpo modelado por el ejercicio que siempre hacía). Habian corrido juntos durante un par de años, pero llegado un punto, Eren se había obsesionado con las carreras.

Que más daba que Eren prefiriera las maratones antes que él. Su horrible y pesado pasatiempo no se comparaba al suyo. Estar entre esas piernas deliciosamente blancas, no se comparaba con las de duras y bronceadas de Eren. Que se pudra, su pareja al menos lo satisfacía más que su marido.


Maldad LatenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora