6.Mateo

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A veces la vida nos pone en situaciones que ni nosotros mismos comprendemos, queremos hacer todo lo posible de tomar la vida por la riendas y controlarla hasta un punto donde no haya mas complicaciones.

Pero siempre terminamos igual, obteniendo el resultado contrario, sin saber que hacer. Como si mientras mas trates de controlarla mas se descontrola y terminas a la deriva.

Desde que tengo 12 he tratado de controlar mi vida, como si pudiera cambiar mi destino, aunque no sepa cual es, tratando de alejarme de todo lo veo y  oigo para perderme en mi misma, preguntándome ¿Qué sentido tiene mi vida? sólo queriendo hacer of  y acabar con todo.

Pero eso no lo decido yo.

Por esa razón me encuentro aquí en medio del bosque, sucia, mis ojos hinchados y ante una situación que nunca imaginé. Me gustaría decir que estaba soñando. Que de repente desperté en mi cuarto envuelta en mis sábanas y que nada de lo que paso era real.

Pero a la vida le gusta jugar conmigo.

¿Por que? No sé.

Al parecer le parezco graciosa, aunque no tiene nada de gracioso estar en estas horribles condiciones, mientras él me mira de esa forma.

Un chico.

Tirado en el suelo.

Sus ropas están sucias y me mira fijamente.

Quisiera salir corriendo pero no puedo, mis pies están anclados al suelo y m corazón amenaza con salir de mi pecho.

Paralizada. Se queda corto para describir como encuentro en este momento.

El chico tiene el cabello negro azabache desordenado, su piel es blanca y cremosa, y unos ojos azules tan profundos como el mar. El chico me mira con el ceño fruncido como si le molestara que lo vea.

¿Sera este chico el que me ha estado siguiendo? Y si es así ¿Por que?

Tengo muchas preguntas, pero ninguna sale de mi boca; tengo la garganta seca como sí mi saliva se hubiera ido de viaje y yo quedé aquí muda.

¿Por que èl no dice nada?¿Por que yo no digo nada?

Que situación tan incomodaNunca pensé encontrarme en una situación así y menos con un chico.

Un chico muy hermoso.

—¿Te quedarás mirándome todo el día o qué? —Me estremezco al escuchar su voz sacándome de mis pensamientos.

—¿Ahora eres muda?—se burla —podría jurar que hablamos el mismo idioma.

—¿Quién eres tu? —trago grueso, tratando de deshacerme del nudo en mi garganta

El chico se le forma una sonrisa burlona, como si yo tuviera algo de gracia.

—¿Quién eres tú? —repito— ¿Y porque me sigues?

Su sonrisa no se inmuta, como si la situación no fuera más incomoda.

—Digamos que soy tu ángel guardián —responde

—¿Ah? ¿De que se supone que me proteges?

—Eso ya lo sabes Amelia, existe algo mas allá de este mundo y hay seres buenos como malos. Un infierno y Un Cielo, pero tu decides a donde ir en esta vida antes de morir.

Otra vez me quede sin palabras ¿pero que podría decir? ni siquiera conozco a este chico y no se que se trae entre manos para confirmarle de mi "don" aunque parece conocerme muy bien ¿acaso puedo confiar en él?

—¿Cómo puedo asegurar que no me harás daño? 

—Ya te he dicho que soy tu guardián —no puedo evitar notar el fastidio en su voz.

—Pues no confío en ti —replico.

El chico se levanta y da un paso hacia mi al mismo tiempo que yo retrocedo. El me mira fijamente, y de un momento a otro aparece una luz que me ciega por unos segundos para después evaporarse y dejar en su lugar al chico con dos hermosas alas, con un plumaje blanco bellísimo, que me recordó a Ruth.

Es un Ángel. El chico parado frente a mi es un Ángel y asegura ser mi guardián.

¡¿Pero que esta pasando?!

Es la primera vez que veo a otro ángel además de Ruth.

—Eres un ángel —mis ojos amenazan con salirse de mis cuencas —Ahora si que estoy loca

El ángel frunce el ceño —No estas loca, tu vida tiene un propósito, aunque eso ya te lo han dicho, mi deber es protegerte mientras lo descubres para que lo cumplas —explica.

—¿Pero cual es mi propósito?

—Aun no es el momento, para eso necesitas leer la Biblia que te dio la anciana.

No se que me sorprende más que tenga un Ángel protector o que sepa que Doña Florencia me dio una Biblia. Bajo la cabeza un poco avergonzada ya que ni siquiera me tomé la molestia en leerla.

—¿Cómo sabes que tengo una biblia?

—Aunque no me notaras, yo estaba allí cuando te la dieron —responde —creo que deberíamos ir a tu casa ya se está haciendo tarde.

Tiene razón.

Ya estaba oscureciendo y este lugar da miedo durante la noche. Nos ponemos en marcha con dirección a mi casa, en un cómodo silencio. No podía dejar de pensar en la locura que se está volviendo mi vida. Primero Doña Florencia me habla de un Dios que creó el cielo y la tierra y ahora un ángel se presenta delante de mi, asegurando ser mi guardián.

Aunque se le olvidó darme cierta información importante.

—¿Cómo te llamas?—pregunto.

—Mateo.

Mateo mi guardián, esto será divertido.

Soy Rara Por Creer En Ti  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora