35. El Poder Está En La Oración

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El viento alborota mi cabello, y este sopla tan fuerte que me saca algunas lagrimas

Las ramas bajas de los arboles y arbustos me aruñan los brazos y pantorrillas, mis piernas arden mi respiración es irregular y mi corazón galopa con fuerza en mi pecho.

Voy atravesando el bosque a toda velocidad, los chicos vienen pisándome los talones, llevamos tanto rato corriendo que no puedo sentir las piernas, pero es la única forma que tenemos para llegar al pueblo. El humo negro se sigue extendiendo por el bosque, los gritos se intensifican, pero eso solo me motiva a correr más rápido

Cuando llego al principio del bosque que está detrás de uno de los vecindarios del pueblo más cercano al centro, casi no puedo sostenerme en pie por el cansancio, los demás llegan y nos juntamos en un solo grupo para entrar a las calles y llegar a la plaza, se supone que este es el camino más corto

Pero no el más seguro

Cuando enfoco lo que está delante de mi, mis ojos amenazan con salir de sus cuencas.

La mayor parte del pueblo está en llamas, el humo negro cubre el cielo, todos están corriendo por las calles tratando de huir, demonios llenan las calles, sus risas viajan con el viento y me erizan la piel, y con ellas; los gritos de las personas; muchos terminan poseídos y matan a otros bajo el control de los demonios

Puedo ver como muchos se tratan de resistir a la posesión pero terminan cediendo, despedazan a sus propios vecinos y familiares, los muerden hasta arrancarle la carne, los golpean hasta la inconsciencia

Pero ellos no son conscientes de sus actos, es el control que tienen los demonios sobre ellos.

Mis ojos se llenan de lagrimas, un temblor se apodera de mi cuerpo y aprieto mis manos, hasta que los nudillos se me ponen blancos, y las uñas se me clavan en las palmas.

Dylan toma deshace el puño de una de ellas y la toma con delicadeza —No importa lo que pase, quiero que siempre recuerdes que Te Quiero, y doy gracias a Dios por haberte conocido a pesar de las circunstancias

Lo miro y suelto un suspiro ante el brillo de sus ojos —Yo también Te Quiero Dylan, saldremos de esta juntos ¿si?

Su rostro se divide en una sonrisa —¿Te parece irte conmigo cuando todo esto acabe?

Enarco mis cejas hacia el chico frente a mi, nunca imaginé que Dylan me pediría irme con él, y mucho menos en la situación en la que nos encontramos.

¿No podría ser más impredecible?

Siento como mis mejillas y orejas se calientan y reprimo un chillido, el castaño ríe ante mi reacción y recorre con su mano mi mejilla derecha hasta posarla debajo de mi barbilla, sin apartar sus ojos de los míos; y me lo imagino; saliendo de este pueblo cuando todo acabe, pero lo mejor de todo es que será con él.

Mi Dylan, mis ojos grises

Acerco lentamente mi rostro hacia el suyo y  uno nuestros labios en un suave beso; no me importan las circunstancias y mucho menos donde nos encontramos; solo me importa este beso, sentir sus labios contra los míos y todas las promesas que nos hacemos en silencio, todo mi cuerpo vibra, abriendo paso a la esperanza de que habrá una luz al final del túnel.

Doy un pequeño paso hacia atrás en busca de aire, y puedo ver como sus ojos brillan, imagino que los míos están igual.

El  se acerca nuevamente y me da un  beso en la frente, toma mi mano y hace pequeños círculos en el dorso de la misma con su pulgar.

Soy Rara Por Creer En Ti  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora