Vulnerable

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–¿Quién... eres?...– pronuncio débilmente una voz sacando a la mujer de sus pensamientos.
–¿Isaac?– ella se sorprendió y derramó algunas lágrimas de alegría al verlo reaccionar, sujetó con más fuerza la mano del chico. –¡Gracias a Dios!
–Oye… ¿Quién eres?... ¿Cómo sabes… mi nombre?– murmuró confundido.
–Soy Dayan ¿no puedes reconocerme?– su voz se debatía entre la felicidad y el dolor –en fin eso no importa ahora–dijo tranquila intentando contener la tristeza en su voz, para que no se alterará–lo que importa es que yo cuidare de ti Isaac, así que sólo descansa.
–¿Descansar?
–Si– acarició la frente del chico, asiendo el oscuro cabello de lado. Esos ojos bicolor la miraban con gran curiosidad y confusión.
–¿Dónde... dónde estás Ray?–
–¿Quién?
–Ray… Rachel, la niña con quién yo estaba…
–No lo sé… la policía no ha dicho nada. Les preguntaré tan pronto como me sea posible. Por ahora descansa, en unos minutos entrarás a cirugía.
–¿Cirugía?
–Te extirparán las balas y arreglaran la fractura de tu brazo.
–No lo entiendo… ¿porqué alguien querría curarme?
–Por que tú eres importante para nosotros Isaac.
–¿Ustedes?...
–Así es, tu tío y yo.
–Mi… mi tío… y tu… yo… yo no... no lo entiendo… yo no tengo ninguna… familia…
–Esta bien sí no nos recuerdas, pero lo que tienes que saber es que nosotros nunca dejamos de buscarte Isaac.
–…¿Buscarme?...–estaba realmente confundido.
Un médico llamó a la puerta de la habitación.
–Señora Foster, estamos listos para comenzar la cirugía.
–Si.
Lo sedaron, estaba demasiado cansado como para oponerse a la situación.
La mujer de cabellera castaño se quedó fuera de la sala de cirugía haciendo guardia y esperando. Por momentos revisaba el teléfono.
El detective se presentó en la sala.
–Así que ya lo están operando. 8 disparos, 1 en la pierna, 2 en el brazo, 5 en abdomen y pecho y ninguno lo mató. Ese desgraciado tiene suerte.
–No se atreva a hablar así de mi sobrino en mi presencia. –contesto en un gesto defensor.
–Con todo respeto señora Foster, su sobrino en un asesino.
–En cuanto el juez apruebe que el puede quedarse en el hospital, le pediré que se marché. Él no volverá a prisión. La Doctora Monrroy está preparando todo para recibirlo en el centro psiquiátrico.
–¿Tiene idea de lo devastador que es ese chico? A matado a más de 180 persona en los últimos 9 años.
–Y yo lo he buscado por 14 años sin saber nada de él. No nos lo quitarán ahora.
–Mujeres…– se quejó en murmullos.
–El preguntó por una niña que estaba con él ¿Qué pasó con ella?– pregunto tratando de evitar la discusión.
–Eso es información confidencial. No pienso decirle nada.
–El parecía preocupado por ella.
–Es un psicópata, mentir es su especialidad.
–Se que no puedo cambiar su opinión de él, no intente cambiar la mía.
–Odio decirle esto, pero el niño que usted conoció hoy es un adulto y ha cambiado.
–Eso lo sé bien. Pero lo sigo adorando. Sigue siendo mi familia.
Se quedaron en silencio.
La cirugía tardó poco más de una hora. Ninguna bala daño órganos internos. Por otro lado su brazo derecho había sufrido una doble factura debido a ambos disparos y un impacto. A lo cual le fueron colocados 3 clavos y una férula. Por los siguientes días tendría que usar la mascarilla de oxígeno y un suero intravenoso. Pero estaba fuera de peligro.
Fue colocado en una habitación para él sólo. Sus tobillos fueron esposados a la cama al igual que su brazo izquierdo.
El abogado y el esposo de mujer se había reunido con ella minutos más tarde, logrando obtener un permiso del juez para que Isaac Foster pudiese estar en el hospital y en el psiquiátrico hasta su juicio (el cual sería en menos de un mes) y no en una celda. La noticia no hizo gracia al detective el cual dio varías advertencias a la familia de cómo su “querido sobrino” había matado gente aún sin necesidad de su arma.
Marcus Foster agradeció las advertencias y acompañó al detective medió camino hacia la salida del hospital, Turner su abogado le dijo que el terminaría de acompañar al detective, para que él pudiese regresar a la habitación. El abogado aseguro que la doctora Monrroy ya les había dado indicaciones de cómo tratar con el chico sin alterarlo, por lo cual las advertencias de parte del detective estaban de más.
Fue una noche increíblemente larga para el matrimonio Foster. A pesar de que estaban felices de haber encontrado al chico después de tantos años, el llanto se escapó de los ojos de ambos al enterarse por parte de un médico que el cuerpo del joven estaba lleno de quemaduras (con excepción de algunas) todas eran muy antiguas, presumiblemente hechas en su infancia. ¿Qué es lo que había sufrido durante todos esos años? ¿Cómo había vivido? ¿Cómo lo habían tratado? Eran  preguntas que se hacían ambos. Tomaron algunas muestras de sangre para llevarlas al laboratorio, lo principal era checar el estado de salud del joven con una química sanguínea. Lo segundo y por órdenes legales era una prueba de ADN que confirmará el parentesco para que pudiesen tomar acciones legales, de ser por ellos esa prueba hubiese estado de más, esos ojos heterocromaticos era la única evidencia que necesitaban para reconocerlo, la rara condición de sus ojos siempre les había encantado.
Ninguno quería retirarse de la habitación, al menos no hasta que abriera los ojos. A la mañana siguiente la Doctora Melinda Monrroy se presentó en el hospital para dar a conocer la noticia de que estaba todo listo para recibir al joven en cualquier momento en el centro psiquiátrico de alta especialidad. La Doctora Monrroy era especialista en psicología criminalística y tratamiento en criminales con antecedentes mentales. Tomar el caso de Isaac le pareció totalmente interesante y enriquecedor para su campo de investigación, eso además que era la misma Dayan Foster quien la había contactado para solicitar su apoyo.
Las precauciones que había solicitado tomar a la familia eran simples pero de suma importancia. Debía haber un detonador para su agresividad, lo ideal era identificarlo y evitar caer en él. Lo segundo empatía y mucha, mucha paciencia, el primero parecía fácil, pero lo difícil era pedir que las cosas fuesen como antes como cuando él era un niño, sin duda el pondría resistencia a la relación y debían darle su espacio. Debían darle su tiempo y no presionarlo.
La Dra. Monrroy quería estar presente para poder psicoanalizar al chico cuando despertara. Por su parte Marcus debió retirarse por cuestiones de trabajo, pero al menos con Monrroy allí aseguraba un apoyo moral para su esposa.
Sus energías eran escasas, su mente trataba de mantenerse en calma solo visualizando las últimas semanas de su vida, momentos felices en los que ella se encontraba a su lado, esas pláticas casuales, esos momentos divertidos, cuando se besaron e incluso aquel momento de sutil pasión que era un secreto sólo entre ellos dos. Su mente podía mantenerse apacible gracias a esos momentos. Sin embargo su pecho dolía, su corazón conocía la verdad. Sabía que en algún momento debía despertar y enfrentar la realidad. Pero tenía tanto miedo de abrir los ojos. Para su desgracia sus necesidades biológicas vitales eran aún más poderosas que su mente e incluso que su voluntad. Necesitaba agua, su boca estaba totalmente seca. Suponía que no le negarían un sorbo de agua a un criminal como él y menos en ese estado tan patético.
–A…agua, agua… agua…
Su súplica fue atendida casi de inmediato. Alguien sujeto su rostro y dejó caer el fresco líquido poco a poco en su boca. El tragó con desesperación, unas gotas de agua se desviaron de su camino causando un desesperante cosquilleo y un reflejo por toser. Se incorporó con brusquedad y le permitieron desahogar su garganta.
–Esta bien, sigue tosiendo– le dijo una voz que cada vez se volvía un poco más conocida.
Su nuca y cuello fueron acariciados, asta ese momento pudo percatarse que su cuerpo estaba expuesto. Su coraza de vendajes no se encontraba y cualquiera podía mirar su desagradable apariencia. Sus prioridades cambiaron, en lugar del agua o la tos, su necesidad era cubrirse. Sujeto la sábana con la mano izquierda al no tener respuesta sobre su brazo derecho, y la jaló lo más que pudo para intentar cubrirse el rostro. Sintió el peso de la cadena que lo esposaba y frenaba sus movimientos, lo más que su mano podía subir era a la altura de su hombro, por lo cual su intento de ocultar su cara fue en vano.
La frustración lo invadió, gruño, apretó el puño y tiró con más fuerza una y otra vez intentando soltarse.
Un oficial que hacía guardia afuera de la habitación entró y le apuntó con el arma.
–Es suficiente intenta algo más y te dis...
–¡Isaac! Por favor intenta calmarte.
Volteo con enojó a ver a aquel policía y a  aquella mujer. ¿Por qué seguía ella allí? ¿Por qué lo  llamaba por su nombre? ¿Por qué se veía tan preocupada? ¿Por qué le daba indicaciones?
Volvió a gruñir.
–Oficial, Dayan, ustedes dos salgan, yo me haré cargó.– enuncio la Doctora Monrroy quien estaba sentada al fondo de la habitación. Se puso de pie y caminó a la cama.
Dayan cerró los ojos con resignación y salió seguida del oficial el cual se veía algo indignado.
El joven seguía con la defensa alta.
–Soy la Doctora Melinda Monrroy, estoy aquí porque me pidieron que te ayude.
–¡No mienta! ¡¿Quién querría ayudar a un monstruo como yo?!– sentenció con irá.
–Tu familia Isaac, ellos son los que quieren ayudarte.– mantuvo un tono calmado y firme.
–Yo no tengo… ¡yo no tengo nada así! Dejé de mentirme!– siguió a la defensiva.
–¡No te estoy mintiendo! – alzó la voz haciendo que el chico se sobresaltase un poco–Tienes un familia Isaac Foster y quiero que lo repitas hasta que te lo creas.– mantuvo la firmeza en cada una de sus palabras.
–Yo no…yo no… yo no… yo no… yo no…
–Esta tu tío Marcus Foster, hermano menor de tu padre.
–Eso no es cierto… no es cierto… no, no…
–y está tu tía Dayan Foster, esposa de Marcus.
–yo no tengo a nadie… a nadie… mi padre el nos abandonó, nos abandonó por mí culpa… si el tuviese un hermano de seguro me odiaría también…
–Te equivocadas Isaac, tu padre no te abandonó, el falleció en un accidente. Pero tú aún tienes una familia, familia a quienes les importas.
–¿Yo… yo en verdad tengo algo así? ¡No le creo! ¡Es mentira! ¡No es verdad!
–Pues creerlo, creelo y dilo conmigo ¡Tienes una familia! Ahora dilo.– le ordenó.
–tengo… tengo… una… no yo…
–Tienes una familia, ¿que esperas? no te escucho.
–tengo… tengo… tengo una fa… fami…lía…
–Así es, dilo de nuevo Isaac, tienes una familia.
–Tengo una… una… familia…
–y lo más importante– Zack volteó a verla con curiosidad– ellos te aman.
–¿Ellos me…? Tengo una familia y ellos me… ¿aman?– no terminaba de entender el significado de esas palabras.
–Ellos te aman y quieren que tú estés bien, no tienes idea de lo mucho que te han buscado.
–¿Me buscaron?– esa palabra otra vez, porque no parecía tener un significado mayor en su mente.
–Así es, ¿Vez a la mujer que está allá afuera?– dijo señalando por la ventana de la habitación a la castaña que solo esperaba nerviosa, Zack solo asintió– ella es tu tía Dayan, ella no ha querido apartarse de ti en las últimas horas. Esta cansada, probablemente hambrienta, pero nada de eso le importa ahora ¿Y sabes porqué?– ahora Zack negaba con la cabeza– porque ella te ama, y solo quiere cuidar de ti Isaac Foster.
–…¿Por qué creen que soy yo su sobrino? –busco otra escusa para no aceptar lo que le decían– ¿Podrían estarme confundido con alguien más?
–Ellos aseguran que eres tú, por el color de tus ojos, no cualquiera tiene ojos heterocromáticos.– aquella palabra: heterocromático, le resultó confusa, aún así no pregunto.– En todo caso si eso no es suficiente para ti, la prueba de ADN debe estar lista en unas horas.
–¿como… como puede importarles un monstruo tan desagradable como yo?
–¿Es tu apariencia lo que te preocupa?– la doctora cambio el tono de voz a uno más amable.
–Yo soy un monstruo, yo ¿Cómo puedo ser querido por alguien? Soy… soy…– su respiración comenzó a acelerarse, el tono de su voz se volvió en uno de angustia.
La Doctora pudo reconoce lo que era el principio de un ataque de ansiedad.
–…solo ella…podía quererme, solo a ella no le importaba mi apariencia… pero ya no está… ya no está… y es mi culpa… la necesito… pero ya no está…
–¿Quién ya no está Isaac?– lo sostuvo de los hombros, intentando mostrar apoyo, necesitaba indagar lo más posible y aunque el momento no era el más cómodo, en ese estado tan vulnerable brindaba una oportunidad única.
–¡Mi Ray! ¡Rachel! ¡Yo la asesiné! ¡La maté! ¡Soy un ser despreciable! ¡Y ahora Rachel no está! ¡No debí cumplir esa promesa! Pero ella, ella…– su voz termino por quebrarse, se sentía tan indefenso en aquel momento. No tenía ni sus vendas para cubrirse y resguardarse, no tenía un arma para defenderse, no poseía libertad para huir, se sentía acorralado.
–¡Está bien! No sé por lo que estás pasando, pero si sé cómo ayudarte. Ahora solo respira. Respira hondo.
Otra vez habían dicho que lo ayudarían, era tan bueno como para ser cierto, pero en ese momento el solo tenía una opción y era creer. Intento concentrarse en su respiración, su pecho dolía por efecto de las heridas de bala, su cabeza también parecía querer estallar tal vez por el estrés acumulado. Fue cuestión de minutos que su estado emocional se normalizase, el ataque de ansiedad había pasado.
–¿Cómo te encuentras?
–¿Huh?...–decidió ceder– Estoy mejor.– murmuró.
–Eso es bueno, ahora dime ¿necesitas algo Isaac?
–Zack, solo llámenme Zack. Y estoy bien.
–Esta bien, Zack. Cualquier cosa que necesites, no dudes en decírmelo a mí o a tu familia.
–Ahora que lo pienso, si necesito algo… – ella presto atención– ¿sería posible presentarnos?
–¿Quieres que te presente a tus tíos?
–…Huh…–solo asintió con la cabeza, no estaba seguro de cómo iniciar una conversación y menos una relación con alguien a quien no reconocía y que hasta ese momento era más extraña que la misma mujer que acababa de presentarse como su doctora.
–Bien, permíteme un momento– La Doctora salió de la habitación.
–¿Qué sucedió? ¿Cómo está él? – preguntó de inmediato Dayan.
–Use una intervención directa, él está muy confundido así que la sutileza no funcionaría. Tuvo un ataque de ansiedad, hay que ayudarlo a lidiar con eso y  pareciera inseguro de su apariencia, entre otras cosas. Pero lo más importante, él está listo para conocerte.
–¡Ha!– la expresión de la castaña se llenó de iluciones.
Entraron a la habitación. El joven solo se le quedó viendo con gran curiosidad.
–Zack, ella es tu tía Dayan.– dijo la doctora al ver que ninguno se atrevía a decir nada.
–Así que tu ¿eres mi familia?– al fin Zack rompió el silencio.
–Si
–Yo… no logro recordarte. Imaginó que no es lo que esperabas al encontrarte conmigo, pero así son las cosas. Además supongo que ya te lo advirtieron, pero me gusta matar gente…– volteó a ver a la mujer, la cual tenía una expresión indescifrable para él…– ¿Será que has comenzado a tenerme miedo?– sonrió con burla.
–No sé que siento– contesto tratando de mantener la calma– se que siento tristeza y a la vez estoy feliz de poder verte vivo.
–Así que ¿no me temes?¿aún que sea un asesino?
–Aun no tengo razones para temerte.
–Eres rara.
–¿Eso crees? ¿Y eso es malo?– pregunto intentando entender la idea del chico.
–No, yo soy aún más raro, después de todo yo soy un monstruo.– sonrió una vez más–Apuesto a que jamás imaginaste que tú sobrino fuese un monstruo ¿Verdad?
–No, nunca lo hubiese imaginado, pero si es gracias a que te volviste un monstruo que has sobrevivido, en ése casó lo agradezco.
–¿Huh? Debo decir que realmente parece que yo te importó, solo hazme un favor, el día que te arrepientas de tu decisión házmelo saber, porque yo odió las mentiras y si me entero que mientes, tal vez quiera matarte.
–Ese día te avisaré, mientras tanto, me sigue alegrando que estés vivo.
–Por cierto ¿Cómo dices que te llamas?
–Soy Dayan Foster, pero puedes decirme tía o Dayan.
–Ya veo, tu puedes llamarme Zack.
–Esta bien, te llamaré Zack.
La doctora Monrroy se sentó al fondo de la habitación y sacó su bitácora para hacer algunos apuntes. Se sintió muy aliviada de poder tener un nuevo diagnóstico para el muchacho: sociópata. Y poder descartar la poco profesional creencia del detective tachando así mismo la palabra: psicópata.
Después de aquella breve conversación Zack se limitó a dormir otro rato, seguía intentando ignorar su realidad, pero ya no podía, así que ahora sintiéndose más seguro, aprovecharía para recuperar fuerzas. Aun no sabía que esperar de los nuevos sucesos, aún pensaba que había algo muy anormal en todo eso. Pensó en aquello que le habían dicho, que lo “buscaron” sin embargo, que lo buscarán no le parecía que significará que lo apreciarán. Ese lazo llamado familia, era lo que a su parecer hacia que aquellas  personas estuviesen allí, tal vez eso era lo que los había llevado a él, no un interés real. No el “amor”.
El Detective se presentó a media tarde, quería entregar personalmente la fecha para el juicio. Llamó a la puerta de la habitación. Ambas mujeres voltearon no muy contentas por la visita.
–¿Qué está haciendo aquí?– pregunto la Foster con tono acusador.
–Solo vengó a entregar el citatorio para el juicio. Además quiero saber si ¿ya despertó?
–Gracias– dijo tomando el folder con la información del juicio.– y él ya estuvo despierto un rato, incluso conversamos un poco. Si no tiene nada más que hacer aquí, le pediré que se retiré.
–Entiendo que no esté feliz con mi visita señora Foster. Así que me iré por hoy.
Dayan cerró la puerta. La situación había sido muy desgastante para ella, sin embargo confiaba que todo se resolvería pronto.
–No te enfades con el Detective, después de todo, el sólo hace su trabajo.– dijo la Doctora tratando de calmar el estrés de la otra mujer.
–Lo sé, pero temo que el tenga razón.
……
–…–abrió los ojos con pereza, de ser por él seguiría durmiendo y se olvidaría del mundo exterior, pero la insistencia de sus malestares físicos lo traicionaban constantemente, cosas como el dolor de pecho o de cabeza, lo incomodo de la férula en el brazo o cosas como hambre, la sed e incluso la postura no lo dejaban centrarse en su descansó.– tengo hambre…– se quejó débilmente.
–Una enfermera trajo tu comida hace rato, iré a ver si pueden recalentarla.
–No es necesario, así está bien.– Hizo señas con la mano de que le aceraran la bandeja.
–Aquí tienes– dijo ella acatando la petición.
El joven comenzó a comer. Estaba hambriento, su última comida la había regurgitado la noche anterior dejando su estómago casi vacío.
–…sigue doliendo…– pensó y murmuró en voz alta en cuando terminó de comer.
–¿Te encuentras bien?
–Si no es nada– gruñó, no quería que lo escucharán – Volveré a dormir.
–Por cierto, la policía no me dijo nada de la niña por la que preguntaste, lo siento.
–No esperaba que dijeran algo.– dicho esto volvió a acurrucarse en la cama y cerró los ojos.
La Doctora se retiró por la tarde, dejando en claro que cualquier cosa se comunicaran con ella.
Sólo se quedaron Zack y su tía en la habitación, sin embargo el joven se pasó durmiendo la mayor parte del tiempo. Por la noche Dayan no pudo más y  lloró un rato para desahogar su tristeza. Esto comenzaba a ser difícil para ella. Tenía tantas preocupaciones: la salud del joven, que no pudiese mejorar emocionalmente, que fuese rechazado socialmente, que perdieran el juicio, que pasará el resto de su vida en prisión, que fuese condenado a muerte, que el jamás los aceptará como familia… tantas cosas entristecía el corazón de la mujer. Por su parte Zack despertó en ese momento y fingió seguir dormido mientras escuchaba el llanto. El tampoco sabía que pensar, no tenía intenciones de compadecer a nadie, ni siquiera a el mismo, lo único que podía pensar en ese momento era en recuperarse e intentar escapar, pero a la vez, si aquella ilusión de tener una familia era cierta ¿Por qué no aceptarla? Tal vez por que sentía que no la merecía, sentía que no merecía ser feliz, después de todo cosas buenas no le pasaban a él. Pero por otro lado tenía miedo, miedo de que esas supuestas muestras de afecto e interés a su persona fueran falsas. La confusión no dejaba de dar vueltas en su cabeza. Por otro lado, su alma estaba destrozada y el intentaba unir desesperadamente los pedazos para no derrumbarse, solo podía pensar en Rachel y eso era aún más doloroso, la manera en que se supone debía terminar con la vida de la niña, no era cómo él lo planeó, él mismo esperaba poder enterrarla y con eso terminar su trabajo, pero ahora ni siquiera conocía el paradero del cuerpo de la chica. Tampoco sabía si ella había sufrido o no, recordaba una expresión de dolor y sangre, mucha sangre. Nunca le había interesado si sus víctimas sufrían o no, pero Ray no era una víctima, era su amiga, la única persona con la que pudo ser él mismo.
A la mañana siguiente Marcus Foster se presentó en el hospital. Tuvo una breve introducción con ayuda de su esposa para presentarse ante el chico. El cual le pido que lo llamara Zack. Dayan se retiró una hora más tarde para descansar, dejando a su esposo para hacer guardia.
–¿Así que tú…– se atrevió a preguntar– eres el hermano de mi padre?
–Así es, ¿hay algo que quieras saber?
–Mi madre dijo que él nos abandonó por mí culpa– pregunto tímidamente.
–Eso no es verdad Zack, mi hermano te adoraba, lo que tú madre te dijo, está mal.
–Entonces ¿por qué nos dejó?
–La doctora recomendó ser directos contigo para no confundirte, pero contar la verdad es un poco triste.–suspiro con algo de pesar– Tus padres iban a divorciarse, mi hermano había pedido tu custodia, supongo que cuando tú madre se enteró no le gustó la idea y por eso escapó llevándote con ella. Él al enterarse que desaparecieron salió a buscarlos, lamentablemente se accidentó y murió esa noche. Entender las acciones de tu madre siempre fue difícil para todos.
–Yo tampoco supe bien lo que ella quería de mi– dijo con cierto aire de nostalgia.
–Supongo que no la has visto en un largo tiempo ¿Verdad?
–No tengo intenciones de volver a ver a esa mujer.
–Ya veo, no es su culpa, así que no le guardes rencor. Ella padece un desorden de personalidad, es bipolar.
–¿Qué es bipolar?
–A grandes rasgos su estado de humor cambia de la felicidad a la tristeza sin razón aparente y sin que ella pueda controlarlo. Cuando tú naciste ella presentó depresión posparto, creímos que solo duraría un par de meses, sin embargo creemos que ella jamás pudo hacer un verdadero vínculo materno contigo. Dime ¿Entiendes lo que te digo?
–Eso creo– apretó las sábanas con la mano sana, lo que le contaba aquel hombre era revelador, pero también difícil de aceptar.
–¿Cuándo fue la última vez que viste a tu madre?
–No estoy seguro… tal vez tendría 7 años, ella fue quien se deshizo de mí… –apretó los dientes contenido sus sentimientos, no quería mostrarse vulnerable ante ese hombre, solo estaban conversado después de todo, no es como sí a él o a alguien más realmente les importará como se sentía al respecto.– Fue su novio el que me quemó, y ella me abandono en un orfanato, es lo que han querido saber todo este tiempo ¿no es así? ¿Ya puedes vomitar si es lo que quieres? Yo sé que luzco desagradable.
–No todo el mundo quiere dañarte Zack, se que te es difícil confiar, pero hay ha quien todavía le importas sin importar como luzcas.
–Si eso es una mentira, te asesinare. Pero por ahora fingiré que les creo, intenten ayudarme si ése es su deseo.
–Eres muy directo.
–¡Huh! Tu tampoco pareces estar asustado… olvídalo.– cerró los ojos con resignación.
Los días transcurrieron, en algún momento sintió la necesidad de volver a cubrir su  apariencia así que solicito unas vendas las  cuales le fueron concedidas. Sus tíos se turnaban para acompañarlo en el hospital y tanto la doctora y en ocasiones el abogado se presentaban con frecuencia. Zack trataba de convivir lo menos posible, casi no hablaba con los presentes y evadía preguntas lo más posible, especialmente sobre su persona o su pasado. Un oficial lo custodiaba afuera del cuarto y el Detective también se presentó con regularidad, sin embargo, no le permitieron el pasó a la habitación. Terminando la semana fue dado de alta del hospital. Así que lo trasladarían al Centro Psiquiátrico de Alta Especialidad.
Zack se sintió aliviado al poder dejar la cama y finalmente poder moverse, aún tenía esposados los tobillos, pero podía caminar. Subió a una camioneta acompañado de sus tíos, un par de patrullas de policía los escoltaron y en una de éstas se encontraba el Detective. Zack debía decir que comenzaba a admirar la determinación de ese hombre por custodiarlo y no permitir que hiciese alguna estupidez.
Llegando a la institución los recibió la Doctora Monrroy y le dio a la familia y al Detective un breve tour por el lugar. A pesar de la clase de lugar parecía bastante cálido, la mayoría de las paredes eran de color beige, era un lugar acogedor a pesar de tratarse de un psiquiátrico, tenían una sala común dónde los pacientes pasaban la mayor parte del tiempo sentados frente al televisor, una sala multiusos, área de comedor, baños, amplios jardines, una sala secundaria, después en otra sección se encontraban los consultorios y al lado opuesto las habitaciones de los pacientes. Sin embargo Zack no puedo evitar incomodarse. La gente que había allí estaba loca.
Había gente que hablaba sola, personas que lloraban o reían. Otras personas ni siquiera parecían reaccionar. Una persona actuaba como si estuviera dando un concierto y otro le aplaudía. Otros sujetos discutían y una señora incluso se acercó preguntando si alguien había visto a su gato gigante.
Ya no quiso ver más.
–Supongo que ¿esto no es mejor que prisión? o ¿si Isaac?– comento el detective al ver la expresión de disgusto del joven.
–Yo no escogí esté lugar– murmuró– ¡yo no quiero quedarme aquí!–Dijo con más fuerza.
–¿Zack?– enuncio su tía mientras todos voltearon a verlo.
–¡Yo no quiero quedarme en esté lugar! es desagradable, además ¿qué me asegura que no me abandonaran aquí?– sintió miedo, de que se quisieran deshacer de él, después de todo ya lo habían hecho.
–¿Por qué te abandonaríamos aquí?– cuestionó Marcus con gran sorpresa. Trato de acercarse al joven, pero este retrocedió un par de pasos.
–¡Zack cálmate!– sentenció con firmeza Monrroy– yo voy a estar aquí todos los días, bueno tal vez no los fines de semana, pero el punto es que yo voy a estar la mayor parte del tiempo aquí.
–¡Júrelo! ¡¡Júrenlo!! –estaba totalmente a la defensiva.
–Zack no creo que…– su tío fue interrumpido por la mano de la doctora en señal de “stop”.
–Yo te juró que como mi paciente, estaré aquí para ti Zack. – volteó a ver a la pareja y les hizo una seña con la cabeza, ellos también debían jurar.
Así que lo hicieron, juraron volver tan pronto como les fuera posible.
El Detective giro los ojos molestó, aquello le pareció una estupidez.
Terminaron el recorrido en silencio, Melinda pidió a Zack que esperará dentro de su consultorio un momento en lo que ella hablaba con los Foster y el Detective.
–¿Qué es lo que cree que hizo Doctora? Usted es una personalidad respetable y acaba de caer en el juego de ese loco.
–Al contrario Detective, acabamos de ganar su confianza. Zack no es un psicópata, es un sociópata, aun tiene esa necesidad de crear vínculos y que mejor forma que con un juramento. Tal vez no funciona para usted, pero funciona para él.
–¿Un sociópata? – gruñó– no importa que sea, sigue siendo un asesino y un criminal.
El detective se retiró, solo dejando el aviso que él haría visitas personalmente hasta el día del juicio.
Después fueron guiados hasta las habitaciones, dónde lo instalaron en una recamara para el sólo, tenía una ventana con barrotes que daba al jardín. La cama estaba equipada con esposa con un acabado esponjoso para evitar lesiones, estás generalmente eran usadas con pacientes con sonambulismo o hábitos muy agresivos, le aclararon, así que podía estar tranquilo, no las usarían en él, al menos que fuese necesario. También había un armario y un pequeño escritorio con un banco. Una habitación casi acogedora consideró Zack.
Isaac no estaba seguro de que pensar. Ese lugar no le agradaba, pero tampoco quería estar en una celda. Por otro lado sus tíos le había dicho que lo visitaran casi todos los días, le explicaron que mientras estaba en el hospital era necesario que alguien se quedará a su encargo, pero que ya no era posible estar todo el tiempo allí, que había cosas que debían hacer. Le preguntaron si lo entendía, el contesto que si. Sin embargo el joven no estaba seguro de porque razón no quería que lo dejarán solo, pero por otro lado solo podía pensar en el mismo como una carga para la pareja. Pero no había más que pudiera hacer. Solo ceder, solo esperar. Se sentía extraño, confundido, apenas había comenzado a acostumbrarse a la presencia de ambos y ahora lo dejaban en ese lugar.
La noche llego y tuvieron que despedirse. El gruñó un poco, se despidió y solo se encerró en su nueva habitación.
Estaba molestó.
Estaba confundido.
Estaba triste.
Pero la autocompasión era algo que no le gustaba. Tener ilusiones de poder ser aceptado y amado era algo muy infantil, esa ilusión murió con el fuego que lo quemo a sus 7 años: una familia. Rachel también había querido una y ni siquiera ella siendo más astuta logro conseguirla. Siendo ella una niña debió haber tenido más posibilidades, después de todo la gente adora a los niños bonitos como Ray. Él ya no era un niño, tampoco un adolescente, era un adulto, un adulto de aspecto desagradable y por si eso fuera poco, tenía un largo historial de asesinatos.
Se revolvió el cabello con desesperación tratando de alejar esas ideas, especialmente el recuerdo de Rachel.
–¿Por qué sigue doliendo?– murmuró.
Ya habían pasado varios días, por que tenía que seguir doliendo su recuerdo. Según el ya había aceptado la idea de no volver a verla. La gente moría, eso era normal, se le lloraba un par de días y ya, seguías con tu vida. Pero por qué a más de una semana su ausencia le seguía haciendo tanto daño.
Él ¿sabía que eso pasaría? tal vez no, solo sabía que debía matarla tal y como lo prometió y tratándose de su única amiga en el mundo cumpliría esa promesa.
Su única amiga…
La chica de la cual el se enamoró…
Rachel Gardner…
Notó las lágrimas escapar de sus ojos, por un segundo consideró ceder ante la tristeza aprovechando que se encontraba en soledad, pero no, que pensarían de él, que era un asesino llorón.
No. La culpa la tenían esas personas, el dejó que se acercarán demasiado y lo habían agarrado con la guardia baja. Le habían hecho sentir que podía llegar a ser un humano. Pero por su orgullo, les demostraría que Zack era un monstruo, uno que asesinaba a sangré fría. No importaba como fuera, tal vez incluso debía matar a alguien.
Esa noche no pudo dormir bien, ideas inconciliables dieron vuelta en su cabeza toda la noche.
Amaneció finalmente.
Llamaron a la puerta de su habitación, no puedo evitar gruñir.
–Zack, voy a entrar– se trataba de Monrroy, una sensación de fastidió pero a la vez confort lo invadió, ella estaba allí, tal como lo juro. –Dime ¿Pudiste dormir bien?
–¿Acaso importa?– siguió acostado, sin intenciones de levantarse.
–A mí me importa, la primera noche siempre es difícil.
–En ese caso no, no dormí bien y eso no es todo… yo quiero matar a alguien.
–Ya veo– dijo la mujer con toda la calma del mundo, como si en vez de decirle que quería matar le hubiesen dicho que quería un café latte.– Pensaba comenzar tu consulta después de que desayunaras, pero creo que la haré durante tu desayunó.
–¿Eso es posible?
–Siendo tu mi paciente, si.
Entonces estaba allí, en el consultorio de la Doctora Melinda, a punto de desayunar cereal  con… ella había colocado sugerencias de bebidas, desde cajitas de colores con dibujos de vaquitas, y frutas hasta sodas de diferentes sabores.
–Solo le pedí una soda, no era necesario todo esto.
–También pediste cereal, mucha gente prefiere comerlo con leche, o podría ser que seas intolerante a la lactosa.
–No hasta dónde yo sé.
–Entonces ¿por que tomar cereal con soda?
–No estoy seguro, siempre lo he comido así, supongo que nunca había leche en casa, tal vez sólo lo probé así y me olvidé de la leche.
–Ya veo. ¿Quieres probar? Hacer cambios de vez en cuando está bien. Si no te gusta solamente te traeré otro plato y le hechas soda.
–¿Huh?–lo pensó. La propuesta era tentadora. Tomó una de las cajitas con su mano sana, la observó un momento –¡Será para otra ocasión!– sentencio y dejo el embalse de leche, para tomar la lata de soda y verter está sobre su cereal. Tomó la cuchara con torpeza y se dispuso a comer.
–Ya veo, para otra ocasión.– Monrroy tenía gran curiosidad, si ese momento llegaría pronto.
–Con soda no sabe mal– aseguro Zack con ligero entusiasmo y continuó comiendo.
–Dime Zack ¿Aun tienes ganas de matar a alguien?
–Ese deseo no ha cambiado, solo me estoy conteniendo– comió otra cucharada de cereal.
–Ya veo, cuéntame ¿Qué satisfacción encuentras en matar?
–¿Puede dejarme comer primero?– se quejó molestó.
–Esta bien.
Después de unos minutos Zack término. Se limpió la boca con el dorso de la mano y se quedo pensativo un momento.
–Sus rostros, pareciera que son felices, pero no se alegran por nadie más que por ellos mismos, su sonrisa siempre tiene alguna razón hipócrita o egoísta, no sonríen para los demás, sonríen para si mismos. Por eso es tan divertido, ver cómo su rostro cambia a desesperación, terror, tratan de aferrarse a la esperanza, lloran y gritan,  suplican por sus vidas, es tan divertido.
–Así que es divertido ¿Qué otras cosas te divierten Zack?
–¿Huh? Cuando les doy hasta 3 y salen corriendo creyendo que podrán salvarse, eso me da mucha gracias y cuando entierro el cuchillo la carne pone resistencia solo por un momento y la sangre es tan genial, todas las formas en que puede salpicar.–formo una sádica sonrisa en sus labios.
–Y cuando no estás asesinando ¿Cómo te diviertes? ¿Qué te gusta hacer?
La sonrisa se desvaneció, no encontraba una respuesta en ese momento. La doctora noto esa confusión, así que volvió a romper el silencio.
–Dime ¿Te gusta la música? ¿cantar?¿Tienes algún género favorito? ¿Te gusta ver la televisión? ¿Las películas? ¿Leer comics? ¿Dibujar? ¿Disfrutas de dormir largas siestas? ¿Pasear por la ciudad de noche? ¿Te gustan los animales? ¿Te gusta el chocolate? ¿Baila…? …
–¡¡Ya basta!! ¡¡Ya tengo suficiente!! ¡Quiero irme! – se puso de pie bruscamente.
–Esta bien, adelanté– hizo un gesto con la mano en señal de que podía irse. Zack caminó a la puerta y solo salió, ni siquiera se molestó en cerrar la puerta.
La doctora sacó su bitácora, en la cual llevaba las observaciones de aquel casó, su nuevo apunté fue simple, pero no necesitaba más: “Carece de experiencias positivas. Se aferra a hábitos conocidos y reusar salir de su zona de confort, posible TOC”.
El joven se encaminó al jardín, era el lugar más tranquilo. Camino en círculos un momento mientras se sacudía el cabello, finalmente se dejó caer de sentón sobre el pasto.
¿Qué le gustaba?¿Que lo divertía?
Incluso cuando Ray había hecho esa pregunta él no supo bien que contestar, ella tampoco insistió ni dio opciones. Había pasado momentos gratos con ella, pero eso no quería decir que eso le gustará ¿O sí? ¿Cómo saber que no eran excepciones?
Se acostó en el césped y se quedo viendo al despejado cielo.
Respiró afligido.
–Ray…– murmuró. Sintió la tristeza invadirlo una vez más ¿Por qué seguía pensando en ella?–¿Por qué sigue doliendo?...
Un enfermero se acercó, portando una charola con pequeños vasitos plásticos con un contenido poco visible en su interior.
–Buenos días joven– saludo– le traigo su medicina.
–Yo no necesito…
–Todos los pacientes deben tomarla a menos que su médico de otra indicación– contestó con calma y le ofreció uno de los vacitos. –si tienes dudas puedes hablarlo con tu doctor.
El de vendas tomó el recipiente y vio 3 pastillas en el fondo, llevó el vaso a su boca y se tragó las píldoras.
El enfermero recogió el pequeño envase, agradeció la cooperación y se retiró.
De algún modo, Zack esperaba que la medicina lo ayudase a sentir de alguna forma mejor. Que el recordar a Ray no fuese tan doloroso o incluso que de algún modo milagros logrará hacer que se olvidará de la chica.
Se recostó una vez más en el césped y en cuestión de minutos se quedo dormido.
–…Zack… Zack…
Escuchó una voz que lo llamaba y abrió los ojos con pesadez. Sólo vio una silueta femenina.
–Solo 5 minutos más Ray… –murmuró y se giró en dirección a dónde provenía la voz. Extendió su brazo izquierdo intentando encontrar la mano de la mujer inconsciente aún de quién se trataba.
–Esta bien, tu sigue durmiendo.
Finalmente reconoció la voz, sus ojos se abrieron y el se puso alerta, se incorporó de inmediato, se trataba de Dayan.
–¡Hah! Sólo eres tú.
–Lamento si interrumpí tu siesta.
–Da igual, tenía que levantarme de igual modo. Pero veo que si viniste.
–Así es. ¡Ven! Tú tío y yo te trajimos algunas cosas, ojalá y te gusten.
Se dirigieron a su habitación. Entrando encontraron a Marcus, sacando algunas cosas de una caja de cartón.
–Zack ¿Cómo te encuentras? – le saludo el hombre.
–Hola– se limitó a decir, mientras observaba con curiosidad.
–Te trajimos algo de ropa nueva y algunas cosas para que te entretengas mientras estás aquí. – le señalo las bolsas con la ropa para animarlo a revisarlas.
El chico tomó las bolsa y las revisó, se encontró un par de pantalones, aparte un pants deportivo y unas bermudas, también encontró calcetas y varias prendas de ropa interior que lo avergonzaron un poco. Finalmente un par de sudaderas, unos jerseys y algunas playeras. Se sintió incómodo por un momento, jamás en su vida había tenido tanta ropa y menos nueva. Su tío le acerco una caja rectangular de mediano tamaño, el sólo la abrió, era un par de tenis. Su tía también sacó un par de sandalias y se las mostró. Hasta ese momento la ropa que tenía puesta era la ropa con la que salió del hospital. Una bata de paciente y un pantalón de pijama quirúrgica que le dieron.
–Creemos que todo es de tu talla, pero si algo no te queda o no te gusta, podemos ir a cambiarlo– le dijo Dayan.
Zack se quedo pasmado y en silencio, no entendía que sentía ¿Realmente todo eso era para él? No estaba de todo seguro de que se decía en un momento así ¿Tan solo gracias? Le parecía muy poco. Pero ¿qué más podía hacer?
–...cias– murmuró. El matrimonio volteó a verlo confundido. Zack imaginó que no lo habían escuchado bien, le tomó un momento armarse de coraje para volver a decirlo, está vez más audible –¡Gracias!
–No hay de que Zack– le contesto Marcus, mientras su esposa sonreía complacida y muy feliz. – Nosotros te amamos y solo queremos que no te vuelva a faltar nada.
Isaac pensó que si eso era verdad, a lo mejor estar allí, rodeado de esas personas que cada día se volvían un poco más cercanas, más confiables, más queridas, no era tan malo, tal vez, valía la pena, dejar que lo ayudarán, tal vez valía la pena intentar no matar a nadie más, sólo ceder e intentar ser feliz.
Pasó el resto de la tarde con la pareja. No habló mucho, pero se limitó a ver el resto de los artículos que le llevaron. Una libreta y crayones (plumas, lápices, bolígrafos y pinceles, o cualquier objeto que terminará en punta, lo tenía estrictamente prohibido), algunos cómics y un par de libros, un par de pelotas anti- estrés, un rompecabezas, entre otros objetos.
Le confesaron que no sabían que cosas podían gustarle, qué si quería algo y estaba dentro de los artículos permitidos se lo conseguirían.
También le llevaron algunas cosas que ellos conservaban de su infancia, algunas fotografías las cuales se negó a ver,  algunos juguetes incluyendo un muñeco de peluche que su padre le llevo de uno de sus viajes al extranjero y que el no pudo evitar mirar con cierta curiosidad.
El horario de visitas termino. Su familia tuvo que despedirse. El tomó la situación de mejor humor que el día anterior.
Llego la noche.
–Hola Zack ¿Cómo te encuentras?– saludo la Doctora Monrroy viendo al joven sentado fuera de su oficina. Lo invito a pasar para continuar con la sesión de la mañana.
–¿Qué es lo que tengo? ¿Soy un loco igual que todos los que están aquí? O acaso yo ¿Tengo alguna cura?– pregunto con un aire de tristeza.
–Lo primero que debes saber es que tú problema es tratable, sin embargo tal vez debas usar medicina el resto de tu vida. Segundo no es tu culpa, ninguno de los padecimientos que tienes es responsabilidad tuya. Naciste con una condición conocida como Trastorno obsesivo compulsivo, esto crea comportamientos e ideas repetitivas que se vuelven obligatorias en tu vida creando rituales y a la vez es lo que hace que sufras de ataques de ansiedad. Por otra parte y no puedo estar completamente segura al respecto, pero supongo que tuviste una infancia muy difícil ¿No es así?– el sólo asintió– tu desarrollaste un comportamiento sociópata y está bien, lo hiciste para protegerte a ti mismo.
–Yo… yo solo  quería que no volviera a doler aquí – colocó la mano en su pecho–pero ya es inútil. Desde que ella no está, el dolor regreso.
–¿Te refieres a Rachel? La chica de la que me hablaste en el hospital.
–Si
–¿Quieres hablar de ella?
–No lo sé.
–¿Hay alguna otra cosa de la que quieras hablar?
–Tal vez… yo… yo no sé cómo decirlo, pero mis tíos me trajeron unos cómics y buen el problema es que no sé leer.
–Ya  veo, eso te molesta mucho.
–No quiero que ellos me tomen como si fuera estúpido. Se que no soy muy brillante, pero tampoco soy un idiota.
–¿Por qué crees que te tratarían así?
–Porque siempre me minimizan, se burlan, me creen ignorante y todo por que soy un adulto y no sé leer ni una mierda. Yo quería ir a la escuela, pero ella no me dejó.
–Yo no creo que seas tonto Zack, y estoy segura que tus tíos tampoco lo piensan ni lo pensaran, tu solo eres ingenuo y eso está  bien y tus tíos, ellos están buscando la mejor manera de acercarse a ti, la mejor forma de transmitirte su cariño. Pero ellos también están aprendiendo.
–Pero usted, usted siempre sabe que decir, ¿porque no puede ser así con ellos?
–Porque yo he dedicado mi vida entera a esto, ese es mi trabajo, ese es el medio por el cual puedo ayudarte.
–Ellos me trajeron muchas cosas y yo solo pude decir gracias. No sé sí eso sea suficiente.
–Para ellos de seguro lo es. Has oído del amor incondicional.
–No.
–Es cuando alguien te importa y eres capaz de hacer y dar todo por ésa persona sin pedir nada a cambio. Ellos te aman incondicionalmente Zack, incluso si no les hubieses dicho gracias, incluso si hubieses rechazado sus obsequios, ellos hubiesen ido a cambiarlos por algo que a ti te gustará. Un gracias probablemente para ellos fue como si tú les dices un regalo inigualable.
–Es que yo… – las palabras en su cabeza eran: “no quiero ser una carga”, sin embargo cambio sus palabras– no quiero que ellos se preocupen tanto por mí… no entiendo mucho de lo que pasa, pero si se que yo podría regresar a prisión y no se por que, pero no quiero que ellos se preocupen si eso llegará a suceder. Además ya me condenaron a muerte una vez… no me extrañaría que ahora sí me ejecuten.
–Por eso debemos dar nuestro mayor esfuerzo para ganar el juicio.
–Ya veo…
–¿Te encuentras bien?¿Quieres hablar de algo más?
–No, por ahora ya no.
–Esta bien. Por ahora te recomiendo ir a cenar y a dormir.
–Huh– asintió.
……
–…Zack… Zack… Zack… ven conmigo Zack…– esa voz sonaba tan familiar. Volteo a su alrededor, otra vez estaba en el B6. Intento identificar la dirección de donde lo llamaban.
–¡Ray! ¡Maldición! ¿Dónde te encuentras?
–Estoy aquí…
–¡¿Aquí dónde?!
–por favor Zack, date prisa– comenzó a correr hacia donde creyó escuchar la voz de la chica.
–¡Ya voy Ray! ¡Espérame!– siguió corriendo, en algún momento dejó de estar en su piso para pasar a estar en el nivel de Eddy. Llegó a dónde se encontraba aquella lápida con el nombre de Rachel escrito en ella.
–... Zack… Zack… date prisa…
–¡Ray! ¡¿Dónde carajos estás?!
–¡Estoy aquí abajo!
Agachó la vista y pudo visualizar parte del rostro de la chica y una mano de esta asomándose de una profunda grieta en la tierra.
–Descuida Ray ¡Te sacaré!– se colocó de rodillas, listo para comenzar a remover la tierra con sus manos…
–¡Detente! Zack!… ven conmigo– suplico Ray. –Quiero que tú estés a mi lado Zack.
–Ray yo…
–Me haces mucha falta, por favor ven conmigo – la mano de la chica se asomó a través de la tierra y lo sujeto de manera amable– es que acaso no eres mi amigo, por favor quédate a mi lado, por toda la eternidad.
–Pero yo… yo quiero estar contigo Ray, pero no así.
–¿Acaso encontraste algo que te importe más que yo?
–¡No! ¡Para nada!
–Entonces ¿Qué te detiene Zack?
–… no lo sé…
En algún momento el escenario a su alrededor cambió. Ya no era el piso del sepúltelo, ahora era el lugar donde el mismo había escavado la tumba para la chica.
–Esta bien Zack, morir no es tan malo, yo estoy bien, soy feliz, pero en verdad me gustaría tener a mi mejor amigo a mi lado.
Las manos de Rachel pasaron a sujetar amablemente el rostro de Zack. Este colocó sus manos sobre las de ella, tomó la mano izquierda de la chica y la acercó a su boca, la besó. Las lágrimas escaparon de sus ojos.
–Ire contigo Ray, lo prometo. Sólo dame un poco de tiempo, hay una cosa que necesito hacer.
–Esta bien Zack, yo te esperaré– sonrió con esos ojos muertos.
Despertó llorando, sentía ese doloroso vacío en su pecho. Seguía oscuro, miró el reloj en la pared del cuarto que había colocado Marcus horas atrás, eran las 3:20 de la mañana. Miró a su alrededor y vio aquel peluche que sus tíos le habían llevado. Lo tomó y se acurrucó con éste para volver a dormir.
A la mañana siguiente, en cuanto escuchó que llamaron a su puerta, arrojó el muñeco tan lejos como le fue posible.
–Buenos días Zack ¿Cómo te encuentras?– saludo Monrroy.
–Estoy bien– dijo algo letárgico.
La mujer colocó una mano en la frente del joven, para confirmar que no tuviese fiebre.
–¿Seguro que no te sientes enfermó?
–¡Que estoy bien!– gruñó.
–De acuerdo y  ¿A qué hora te gustaría tu cita el día de hoy?
–Me da igual.
–Bien, la programaremos para las 7 de la tarde. Te veré después.– salió del cuarto.
Se quedo recostado en su cama, pensando cómo lo haría, como se despediría de aquellas personas, sea como lo hiciese, no podía irse con arrepentimientos y después cómo alcanzaría a Rachel. Las posibilidades daban vueltas en su cabeza.
Cuando se dio cuenta ya pasaba de medió día. Se levantó con pesadez, recogió al muñeco de peluche del suelo y lo sacudió. Lo colocó en el escritorio y se quedo revisando las demás cosas que yacían sobre éste. Los cómics y el pequeño álbum de fotos. Tomó ambos. Pasó las páginas del cómic con cierto interés, había texto pero también muchas imágenes, podía intuir solo parte de la historia, sin embargo eso era todo, se quedaría a medias y con muchas dudas. Ahora observó la portada del álbum de fotos, suspiro y se armó de valor para abrirlo.
Y allí estaba, un retrato de él con sus tíos. Sintió que algo le estrujaba el corazón. Se encontraba con Dayan del lado izquierdo, Marcus del lado derecho y él en medio, siendo un niño pequeño de apariencia inmaculada y cabello despeinado, mostrando una mano con 4 dedos extendidos y sonriendo. La decoración que alcanzaba a verse en el fondo de la foto indicaba una fiesta, probablemente su cumpleaños pensó.
Dio vuelta a la foto. El resultado no fue lo que esperaba, en esa foto estaba también él, juntó a su madre. No quiso ver más y pasó a la siguiente foto. En está un hombre que sonreía, de cabello negro y ojos ámbar lo cargaba. No reconoció al hombre, pero imagino de quién se trataba. Aquel sujeto lo miraba con mucho cariño, incluso en una esquina inferior de la foto vio lo que parecía ser aquel muñeco de peluche.
–Pa…pá…–
Dejó las cosas en su lugar y salió de la recamara, se dirigió a la sala común. Necesitaba olvidarse de todo un rato. Se sentó con los demás inquilinos a ver televisión, un programa sobre naturaleza, era lo que estaba en la pantalla, parecía entretenido.
Rato después un par de enfermeros repartieron la medicina a los internos incluyéndolo a él. La tomó sin quejas, se dio cuenta que la medicina lo relajaba y el estrés en el disminuía. Tal vez por eso se había dormido el día anterior.
El canal que transmitían ese día trataba de pura vida salvaje. Zack se maravillo de cómo diferentes animales cazaban a sus presas. Pasó horas sentado frente al televisor. Incluso cuando sus tíos llegaron decidieron no interrumpir lo hasta un corte comercial.
–¿Te diviertes?– preguntó Marcus captando su atención.
–¿Huh? Hola– saludó meneando la mano izquierda de un lado al otro.–no sabía que también vendrían hoy.
–¿Te molesta que estemos aquí?– preguntó la mujer.
–¡No! No es eso– su voz tembló un poco. Se puso de pie y le pidió a sus tíos que lo siguieran a su habitación.
–Necesito hablar con ustedes.– Ambos lo miraron con curiosidad, su comportamiento no era el habitual a lo poco que conocian de este– no sé cómo hacer esto– se rasco la cabeza– así que lo diré y ya.–suspiro– Yo quiero despedirme, los dos han sido muy amables conmigo y en verdad lo agradezco…pero yo… yo ya lo decidí y quiero reunirme con Ray…
Los brazos de Dayan lo rodearon primero, después Marcus secundó el abrazo. Se encontró en un agarré sobreprotector.
–¿Qué estupideces estás diciendo Isaac? ¿Despedirte? ¿Irte?– le dijo la mujer.
–Yo...
–Nos costo tantos años encontrarte, sabemos que es egoísta, pero quédate con nosotros Zack, sabemos que no nos recuerdas, también entendemos lo mucho que has de extrañar a esa niña. Pero nos reusamos a perderte ahora.–agrego el hombre en un tono tranquilo pero llenó de tristeza.
–… en mi mente esto era mucho menos complicado… se suponía que ustedes debían alegrarse, se iban a librar de mí, a recuperar su estilo de vida, deberían estar felices… no llorar… quería hacer esto sin arrepentimientos, pero ¿porqué ahora me siento tan culpable?– sus ojos se llenaron de lágrimas, no sabía que pensar ¿acaso eso era el “amor incondicional”? aquel del que le habló la doctora. Ellos estaban allí ¿por qué el realmente les importaba? No solo porque fueran familia. El comenzó a llorar. Sentía mucha vergüenza, pero a la vez sintió una paz recorrerlo.
Tardaron varios minutos es retirar el abrazo y en cuanto hubo oportunidad llamaron a la Doctora. Los 3 estuvieron durante la sesión de terapia ésa tardé. Zack al fin tuvo el valor de hablar de cómo creía sentirse, de lo confundido que estaba, de las emociones que no reconocía, de lo mucho que extrañaba a Rachel y de lo que ella representó pará el.
Pasaron un par de semanas, su actitud cambiaba según su humor, a veces para bien y otras no tanto, intentaba cooperar más en sus terapias y comenzó a hablar más con sus tíos, no se centraba en temas personales pero buscaba temas de conversación, como excepción incluso les confesó que no sabía leer ni escribir, la respuesta de estos lo dejo satisfecho, ellos no se burlaron al contrario se tomarían la molestia de enseñarle a su ritmo.
Su alma quería soltar el triste pasado y aferrarse a la posibilidad de un futuro prometedor, sin embargo aún faltaba un reto, el juicio.
Pero al menos esos días, intentaría sonreír sólo un poco más. Aun sí “ella” no estaba a su lado.






Nota 0.
Espero que el capítulo les haya gustado, me costó un poco escribirlo por el hecho de crear una relación lógica con los personajes OC que agregué.

Nota 1.
En el videojuego Zack le dice a Ray que tiene Toc: transtorno obsesivo compulsivo. No soy médico así que todo transtorno aquí mencionado puede estar mal explicado o modificado para encajar en esta historia cuyo objetivo es entretener.

Nota 2.
Sin importar sus gustos musicales les recomiendo escuchar la canción de "Los malaventurados no lloran" de Panda, ahora visualicen a Zack pensando en Ray... Cuéntenme si lloraron.
Link a la canción.
https://youtu.be/YpOXgD2Bfjk

Sin Alas (Satsuriku no tenshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora