Bye-bye

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–… ¡Oye Zack! –Ray lo interrumpió.
–¿Qué sucede?
–Hay algo importante que yo también quiero decirte… – ella hizo una pausa y sus ojos se oscurecieron, nada de eso le gustó al pelinegro.
–Yo aún deseo morir.
Su frágil corazón se quebró una vez más y está vez lo hizo la persona que el más amaba.
–Mi deseó sigue siendo morir Zack – confirmo.
–¿Entonces lo que me estás tratando de decir es que cumpla nuestra…?
–¡No! Tú ya hiciste tú parte Zack, pedirte que me asesines otra vez sería injusto para ti.
–¿Entonces...?
–¡Esta bien! Yo sé que tendrías muchos problemas si lo hicieras y has trabajado tan duro por lo que tienes ahora. Yo no pienso quitarte eso Zack. De hecho yo quería asegurarme de que tú estuvieses bien, para poder irme y saber que te dejo en buenas manos.
–¿Déjame en buenas manos?
–Tu eres mi posesión más valiosa Zack, no quiero que vuelvas a la calle, tampoco quiero que vallas a prisión. Cuando conocí a tu familia, tenía mis dudas si ellos eran lo suficientemente buenos para cuidar de ti y me di cuenta que lo son. Se que si te dejó con ellos, tú estarás bien.
–¡No soy un estúpido cachorro! – la desesperación lo invadió y habló molestó–¡No puedes hablar de mí como si me fueses a dar en adopción y ya! Además Ray ¡¡Tú me perteneces!! ¿Acaso lo olvidaste?
–Yo no te pertenezco Zack, nunca fue así. No tienes idea de lo difícil que es para mí despertar cada día y saber que sigo respirando, sólo esperando el verte, para poder tomar la decisión de cuando despedirme.
–¡Entonces al menos déjame cumplir nuestra promesa!
–¡NO!
–¿No?
–Yo ya no quiero esa promesa, yo te libró de ella Zack. Yo me he dado cuenta que, si Dios no existe, no hay nada que me detenga de hacerlo yo misma.
–Ray acaso tú ¿Te vas a… suicidar?– tuvo miedo incluso de preguntar.
Una sonrisa triste se formó en el rostro de la niña –si… -.
Se abalanzó a ella para abrazarla, su corazón latía agitada mente, habían pasado semana desde que no tenía un ataque de ansiedad.
–¡No me dejes Ray! ¡No me dejes! ¡Te lo suplico! ¡No me dejes Ray! ¡No podría soportar perderte otra vez! ¡Te lo suplico! ¡No me dejes solo!...
–Pero no estarás solo Zack, ya no más. –le hablo tiernamente, intentando calmar al desesperado joven– Tienes a tu familia y se que ellos cuidarán de ti, incluso mejor de lo que yo lo he hecho.
–¡¡Ellos no me importan!! Por favor Ray, no te vallas, yo… yo te amo.
–Zack, yo también te amo – no sospechaba la clase de amor a la que se refería Foster–es por eso que quiero que tengas otra oportunidad, es por eso que aguante vivir hasta esté momento. Es por eso que te libero de nuestro juramento. ¿Lo entiendes?
–Si, lo comprendo, pero no quiero perderte. ¡No lo aceptó!
–No sufras Zack, estarás bien, encontrarás a alguien que te amé tanto como yo. Pero por ahora, aprovechemos el tiempo que nos queda juntos.
–¿Y… cuánto es eso?
–Tal vez la próxima semana, lo siento no quiero una larga despedida.
–No quiero perderte– contuvo las lágrimas lo mejor que le fue posible.
–Lo sé, perdóname Zack.
Sé quedaron abrazados, era una despedida dolorosa.
El futuro que había soñado junto a Rachel se extinguía lentamente frente a sus ojos. Tenía miedo, pero que podía hacer. A pesar de todos los buenos momentos que habían pasado, ella no encontraba razones para seguir viviendo y en el fondo era lo que a él más le dolía, era como si el mismo la hubiese dejado morir.
Se quedaron abrazados y acurrucados en la cama hasta que dieron las 5 de la tarde. Ray beso la frente de Zack y se soltó lentamente del agarré.
–Nos veremos aún la próxima semana, así que por favor, se fuerte.
–Lo intentaré.
–Y Zack, solo hazme una última promesa, que nadie se enteré.
–Lo prometo, no le diré a nadie.
La acompaño a la salida.
Actuar como si todo estuviera bien no era sencillo, pero no quería levantar sospechas de que algo lo perturbaba. Ya se había mentido a él mismo antes y se odiaba en ese momento por tener que hacerlo de nuevo. Una vez Rachel se marchó, él se encerró en su cuarto. No tenía deseos de nada. No quería hacer nada, no quería escuchar música, ni ver caricaturas, ni leer, ni comer, ni dibujar, ni dormir, ni hablar, ni respirar, ni vivir… al menos no sin ella.
Comenzó a recordar sus primeros días en ese lugar, lo mucho que lo odió en ese momento, lo inseguro y solo que se sentía, lo mucho que quería matar a todos. La vida sin su amiga, sin su tesoro más preciado, perdía el sentido poco a poco.
–… en verdad creí que podría ser feliz…pero es obvio que jamás existirá algo así para mí… nunca habrá nada para un monstruo como yo…– se decía con ironía y tristeza.
A la mañana siguiente Monrroy lo dejo dormir al notarlo extraño y considero que podría estar enfermó. Pasó todo el día en cama. Incluso con la visita de sus tíos no mostró gran entusiasmo. Comió sin mucho ánimo. Dayan le leyó un rato, era un cuento para niños mayores de 12 años.
–No tienen que cuidarme todo el día, yo estaré bien.– se quejó suavemente.
–No me molesta cuidarte Zack– le dijo su tía suspendiendo la lectura. – te vez triste ¿Está todo bien?
–Estoy bien. Es solo que de niño, nadie cuido tanto de mi cuando enfermaba, así que supongo que eso me pone melancólico.
No era de todo una mentira. Pero las razones de su tristeza eran más profundas.
Acarició su cabeza con ternura, él suspiro profundamente.
–Dayan, yo… yo… en verdad te agradezco cuides de mi, pero yo… yo… ¿En verdad nunca eh sido una carga?
–Tenias mucho tiempo sin tocar ese tema ¿Acaso ocurrió algo?
–¡Claro que no! … Es sólo que recordé que Ray mencionó que ustedes pagaban para mantenerme es esté lugar. Sólo no quiero volverme una carga económica.
–No eres una carga de ningún tipo. Tu tío y yo ganamos bastante bien, así que, supongo que tenerte aquí es un lujo que nos damos.
–¿Y que hay de todo lo demás? ¿Las medicinas, la ropa, los libros?
–No te preocupes por nada de eso. Zack tu eres casi cómo mi hijo, así que te daré todo lo que necesites.
–Cuando vivía con la mujer que me dio a luz, yo una ocasión enfermé, ella me compro medicina, pero me culpo de acabar con sus ahorros. Realmente estaba molesta.
–Las cosas son diferentes aquí Zack, si yo cuido de ti es porque quiero hacerlo.
–Aun así, me sigo sintiendo como una carga.
–No lo eres. Nunca lo serás.
El día termino, por la noche no logro dormir bien debido a pesadillas que lo molestaron con frecuencia.
El sol volvió a salir, su mente aún no sé despejaba de las dolorosas ideas que lo invadían.
–Buenos días Zack  ¿te sientes mejor?– le pregunto Monrroy, quien el día anterior solo lo había visto antes de mediodía.
–No lo sé– la Doctora colocó una mano en la frente del muchacho.
–Continuas sin tener fiebre, pero sin duda te vez decaído ¿Seguro que todo está bien?
–Si. Sólo me siento enfermó.
–Si no te conociera diría que algo está mal… ¿Todo bien con Rachel?
–…Yo no logré declararme, me puse muy nervioso… supongo que lo intentaré otro día.
–Esperemos tengas más suerte la próxima semana.
Suspiro con pesadez.
–Doc ¿Usted cree que se pueda hacer cambiar de decisión a una persona con sólo expresarle tus sentimientos?
–Es una pregunta interesante. Pero la verdad es que, muchas veces eso no es suficiente. La gente no cambia tan fácilmente a menos que el cambio sea algo que ellos también deseen.
–La gente es idiota y desean cosas estúpidas. Dan tanto asco.
–¿Algo te tiene molestó?
–Solo tengo jaqueca. Eso y… bueno realmente no importa.
–Te traeré medicina para el dolor y algo de comer.
–Haga lo que quiera.
A pesar de sospechar que algo no estaba muy bien con el muchacho, Monrroy no podía hacer mucho salvo vigilarlo. Sin importar cuales fueran las preocupaciones que lo invadía, no podía hacer mucho si él no se abría y compartía.

Sin Alas (Satsuriku no tenshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora