Cicatrices: desnudando alma y cuerpo.

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Las afueras de la ciudad dejaron de ser ese tranquilo lugar para volverse los barrios bajos, no era un lugar que Zack recomendaría para caminar con Rachel, sin embargo en ese momento no había de otra, seguía siendo el camino más discreto. Era de día así que los peligros eran mínimos pensó Ray, como si ella no fuera acompañada por un criminal y las pandillas que se reunían en las calles fueran lo más peligrosos que conocía.
Las miradas de las personas que los observaban pasar estaban llenas de curiosidad y algo más, tal vez recelo o burla.
Algunos murmuraba «por el amor de… “algo”, por que siempre tienen que murmurar» pensó el pelinegro mientras intentaba no salirse de sus casillas y rebanar a alguien por la mitad.
Rachel por su parte se mantenía sería cómo siempre, sin embargo no había bajado la guardia ni un minuto.
La chica temía que la paciencia de Zack se acabará y eso creará un caos y en consecuencia llamarán a la policía y descubrieran su paradero… eso significaría volver a adentrarse en el bosque y no tener acceso a alimentos ni bebidas… no quería eso otra vez, por eso había surtido de provisiones la mochila que llevaba Zack.
–Sólo un poco más– sentenció fastidiado el de ojos bicolor llamando su atención.
–Si– dijo ella sintiendo un gran alivio.
Un mocoso de poco más de 7 años comenzó a lanzarles pequeñas piedras desde el balcón de su casa.
Algunas cayeron a su alrededor sin que dieran mayor importancia.
Una de éstas le dio a Ray en la cabeza. Ella exclamó un suave quejido.
Otra piedrecilla golpeó el hombro de Zack, cosas que lo hizo parar en secó y sujetar la guadaña con ambas manos.
–No puede ser– sentenció Ray creyendo que su intento de discreción había fracasado.
–Maldito mocoso, te enseñaré a respetar a tus mayores…– gruñó.
–¡Zack no!– Exclamó Ray sujetando la sudadera de éste, logrando que el joven frenará.
–Maldición, ¿Porqué no Ray?… en verdad necesito matar a alguien… –arrastró las palabras.
Ray volteó a ver el rostro del de vendas, esa expresión de querer asesinar a alguien estaba en sus ojos.
–No lo hagas ¡No vale la pena! Además si lo matas es probable que alguien de ellos nos ataque.
–Pues los mataré a ellos también.
–Por favor Zack– volvió a suplicar ella.
–No vale la pena… está bien Ray… – bajo el arma y bufó molestó, sin embargo la chica tenía razón –¡Sigamos!
–Bien.
Terminaron de cruzar ésa zona para llegar nuevamente a otra zona industrial.
Gotas de agua comenzaron a caer cada vez más abundantes sobre ellos, la lluvia qué tenía días anunciando su presencia al fin descendía del cielo.
–¿Deberíamos refugiarnos de la lluvia o quieres que continuemos?– preguntó Ray a Zack. Este se detuvo un momento mirando al cielo.
–Eso depende de ti ¿Qué tan fácil te enfermas?– pregunto a Ray.
–No estoy segura, tengo un tiempo sin enfermarme, pero tampoco he estado expuesta a factores como la intemperie o virus hasta ahora. ¿Qué tan buenas son tus defensas Zack?
–Huh… yo se que no me enfermare por una lluvia, el problema es si la lluvia aumenta.
–Podría servir para tomar un descanso, llevamos varias horas caminando.
–Bien busquemos un refugio.
Encontraron una zona de bodegas, a pesar de haber algo de movimiento por parte de más gente, nadie pareció prestarles importancia a un par de jóvenes que solo querían refugiarse  de la lluvia. Varias bodegas estaban abiertas y vacías, era un buen refugio temporal.
Se sentaron en el suelo cerca de la entrada para poder observar el cielo por si este los dejaba continuar.
Pasaron algunos minutos en silencio.
Zack se aburrió y se puso de pie, llamando la curiosidad de la chica, dio un par de pasos fuera de la bodega, removió la capucha de la sudadera, abrió la boca y miró hacia arriba dejando que algunas gotas de agua cayeran en su lengua.
–¿Qué estás haciendo?
–Algo que hacía cuando era niño, ¿Acaso tú nunca probaste el agua de la lluvia?
–No, nunca.
–¿En verdad?– ella volvió a negar solo moviendo la cabeza– ven ¡inténtalo!– extendió su mano a Ray para ayudarla a ponerse de pie, ella aceptó.
Salió un par de pasos bajo la lluvia e imitó a Zack. Eran pocas las gotas que entraban en su boca, pero el agua que caía sobre su rostro era refrescante.
–Se siente bien ¿verdad?– pregunto el de vendas y sonrió a la chica.
–Si– respondió ella anímicamente.
Volvieron dentro de la bodega.
–Zack ¿puedo preguntarte más de ti?
–Creí que estaba claro que solo hicieras la pregunta, no me pidas permiso.
–Lo siento. Zack ¿Tú… tú has vivido mucho en las calles?
–Supongo que si, casi la mitad de mi vida, pero si lo preguntas antes de vivir en la calle mi vida también era miserable.
–¿Te refieres al orfanato?
–No sólo al orfanato, cuando vivía con la mujer que me tuvo, también era una vida del asco?
–¿Por qué no te refieres a esa mujer cómo tú madre, acaso la odias?
–No sé si la odió o no – agachó la mirada un poco melancólico– es sólo que, ella no era muy feliz de ser mi madre, así que supongo que no está bien que la llame así.
–Ya veo. Dijiste que ella fue quien te dejo en el orfanato ¿porqué pasó eso?...
–¡No es algo de lo que quiera hablar!– exclamó molesto.
–Lo lamento…
–Esta bien no es tu culpa – se rasco la cabeza avergonzado de haberle alzado la voz. Hizo una pausa, pensando que decir– En el orfanato las cosas siempre fueron terribles – Ray presto atención a lo que Zack comenzó a contar –en realidad no sé por qué mierda ese lugar se consideraba un orfanato. Cundo llegue no podía moverme debido a las quemaduras, así que solo me brotaron en la habitación donde dormían los otros niños. No había camas sólo algunas mantas para cubrirnos. Yo apenas y me moví en dos semanas, las quemaduras dolían demasiado, algunas heridas crearon ampollas y posteriormente se infectaron. La segunda semana no sólo me enfrente al dolor, también a la fiebre. Unos días después decidí que era suficiente y me levanté. Me duche con agua fría, asalte el botiquín de primeros auxilios y aprendí a ponerme los vendajes. – hasta ese momento la voz de Zack  se había mantenido apacible, incluso optimista pero después comenzó a llenarse de diferentes emociones como tristeza e ira– La vida en ése lugar era una mierda, casi nunca nos alimentaban, algunos de los niños murieron por hambre o enfermedad, otros se los llevó un sujeto que me daba muy mala espina, en cuanto me vio a mí me descartó de inmediato, dijo algo de que no era buena mercancía. El dueño un día me hizo enterrar a un niño, creí que era lo más decente que se podía hacer por el, así que lo enterré sin quejarme. Tiempo después su esposa me hizo enterrar a otro niño, sin embargo… comenzaron a hablar de mí como sí fuera una herramienta… no era la primera vez, pero por alguna razón.. ya no lo soporté, estaba harto – golpeó el muro a un lado suyo– esa misma noche yo… yo… tomé un cuchillo de la cocina, fui a su habitación y… y yo… los asesine…
– Zack…– él pelinegro puso un dedo sobre los labios de la niña para indicarle que guardará silencio, aun no terminaba de contestar a su pregunta.
– Dejé ese horrible lugar, caminé sin rumbo por la calle, una mujer en un auto paso a mí lado, se detuvo y bajó del vehículo, yo no lo pensé demasiado, sólo la asesiné, me quedé durmiendo en el asiento del conductor. A la mañana siguiente un anciano siego me encontró, cuidó de mí unos días, había muchas sensaciones que no entendía y quería matarlo, pero no podía, asesiné a otra persona, regresé con el anciano y el… el no me juzgó, a la mañana siguiente salió temprano y nunca regreso, salí a buscarlo y me encontré con un par de idiotas que lo mataron para robarle, así que yo también los mate. Desde entonces soy un asesino, desde entonces vivo en las calles, el primer año fue muy difícil, pero aprendí rápido algunos trucos para sobrevivir.
Volteó a ver a Rachel la niña se había abrazado a su brazo y ahora lloraba mientras lo miraba con total lastima, sus ojos azules eran un expresivo mar de lágrimas que sorprendió a Isaac.
– ¿Porqué me contaste todo esto Zack?
– Tu fuiste quién quería saber más de mi– la miró extrañado de su pregunta.
– Me refiero a todo lo que has sufrido y aún así, me lo cuentas todo a mi y sigues sonriendo como si nada.
– Ahhh– suspiró – Ray…  en algún momento tendrías que saberlo, alguna de mis respuestas de seguro te llevaría a otra pregunta. Y para tu información aún a veces duele, pero si mi cuerpo no se ha rendido, creo que mi mente tampoco debería de hacerlo. – llevó su mano libre a la cabellera rubia y la acarició – así que no te preocupes por mí, después de todo aún tengo mucho que hacer con mi vida. –se coloco de pie– tal vez no haya un arcoíris después de la tormenta, pero sea como sea la tormenta siempre pasa. ¿Vez?
Señaló al exterior, la lluvia había cesado. Ray también se puso de pie. Era momento de continuar avanzando.
Estar al lado de Zack la hacía llenarse de emociones, ya sea buenas o malas, tristes o felices. Y eso de algún modo le gustaba a Ray, la hacía sentir un poco más normal. Recordaba como la habían juzgado de ser una persona egoísta, que “no sabía que era desear la felicidad de otras personas” en palabras de Eddy. Ella sabía que le costaba mucho trabajo tener empatía por los demás, que ella buscaba que las cosas fueran a su modo o si no las “volvía suyas” para que lo fueran. Pero con Zack era diferente, le importaba, lo aceptaba, tal y como era, aunque no fuese perfecto, aunque no fuese a su modo, le quería, pero se preguntaba que tan por encima de su felicidad permitiría la felicidad de Zack.
–Yo también quiero contarte algo sobre mi– enuncio rompiendo el silencio de ese momento.
–¿Estás segura?– volteó a verla con curiosidad mientras caminaban.
–Si estoy segura– su mirada se volvió nuevamente inexpresiva – Mis padres se casaron por que yo venía en camino, supongo que eso arruinó muchos de sus planes ya que aún eran jóvenes. Mi padre quería ser sargento, pero tubo que comenzar a trabajar como policía. Mi madre renunció a su trabajó ya que mi padre tenía la idea de que el debía ser el único proveedor y que ella debía dedicarse al hogar. Yo sabía que mí padres no eran muy felices así que decidí no causarles problemas en la escuela, siempre me esforcé por sacar buenas notas. Ellos parecían estar muy orgulloso, pero cuando pasé a séptimo grado, uno de los profesores se preguntó por que yo no convivía con mis compañeros de clases. Mando a llamar a mis padres y ellos se molestaron, en vez de tener una hija prodigio,  tenían una niña que era rara y eso no les gustó. A partir de entonces aumentaron las discusiones, mi padre pasaba cada vez menos en casa y comenzó a beber, mi madre que antes se reunía con otras madres de la escuela dejó de ir para no tener que hablar de mí. Yo los avergonzaba. A partir de entonces ellos discutían, primero por mi, después por cualquier cosa. Yo sólo quería tener una familia feliz, una familia que fuera perfecta. Pero a pesar que lo intente, no fue así.
–Supongo que eso fue muy doloroso para ti.
–No sé si fue doloroso o no, honestamente no estoy segura de lo que sentí, pero el ver cómo mi padre mató a mi madre y fue tras de mí sí me dio algo de miedo.
Coló una mano en la cabeza de Ray y se agachó a su altura.
–Yo no soy el indicado para hablar de emociones y sentimientos, pero si se lo que es ser niño y tener miedo, por eso te protegeré Ray de aquí a que te maté, te seguiré protegiendo.
–Gracias.
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Un día de camino, dos días, cinco, siete. Caminar todo el día desde temprano, descansar por las noches, buscar un refugio, conseguir alimentos, pedir indicaciones, cuidarse de ser descubiertos, pláticas casuales y juegos tontos para matar el tiempo.
Día ocho, día diez de camino, doce, catorce, dieciséis. Viajar más rápido, tomar un descanso mayor, viajar de noche para recuperar tiempo, cruzar la ciudad, seguir la carretera.  Conseguir provisiones. Hablar de nada en particular. Luchar con un ataque de ansiedad… matar a alguien, ocultar la evidencia.
Día dieciocho seguir caminando. Día diesiocho buscar zapatos nuevos para Rachel y algo de ropa para ambos. Instalarse en un lugar seguro.
Día veinte, comprar nuevas vendas para Zack. Surtir víveres.
Día veintiuno, conseguir dinero, huir de la policía.
Día veintidós y veintitrés atravesar el bosque para despistar. Veinticuatro perderse y volverse a orientar.
Día veinticinco llegar a una nueva población.

–Zack me duelen los pies– se quejó Ray mientras disminuía la velocidad de sus pasos –también las piernas y el vientre…
–Podrás descansar cuando anochezca, por ahora sigue caminando.
–Ya no quiero– dicho esto se dejó caer de rodillas al suelo.
–No estarás intentando hacer que yo te cargue ¿O sí?.
–Ni siquiera tengo ganas de que me cargues, sólo quiero quedarme aquí y descansar.
–¿Acaso estás enferma?
–No lo sé, solo me siento mal.
–Ahhh está bien, busquemos un lugar dónde descansar.
–Lo siento, no quería volverme una carga.
–Olvídalo.
Caminaron rumbo a donde se encontraban las casas y algunos negocios, si la chica había enfermado de seguro tendría la necesidad de medicina, así que no era mala idea ubicar una farmacia lo antes posible.
–Zack, ¿podemos buscar un baño?– mencionó Ray, ya no sentía vergüenza de hacer esa pregunta cómo las primeras veces.
–Esta bien– mencionó el pelinegro mostrando un poco de molestia, primero Ray no se sentía bien y ahora debían buscar un maldito baño.
Fueron a una pequeña plaza comercial, Zack se quedo en unas bancas esperando a que Ray fuera y regresará, mientras sólo podía pedir en su fuero interno que lo que le pasaba no fuera nada grave.
–¡Zack!– llamo ella cuando regreso y lo encontró sumido en sus pensamientos. El pelinegro volteó a verla, se percató de que Rachel estaba avergonzada.
–¿Qué sucedió Ray?
–Bueno… yo ya sé que me sucede... él por qué me siento mal…
–¿Y entonces?
–bueno…
–¿Quieres decirme de una maldita vez lo que te pasa Ray?– alzó la voz, la duda lo estaba matando.
–Ya me bajó– musitó agachando la mirada apenada.
–¿Qué te bajó?– estaba muy confundido.
–Mi periodo
–¿El periodo de qué?– demasiado confundido.
Ray confirmo para ella misma que Zack no era muy listo, se acercó a él y le habló directamente en voz baja al oído.
–cuando una chica llega a cierta edad, ella…sangra por allá abajo– explicó.
–¡Huh! ¿¡Eso es normal!?– Zack se alteró, estaba acostumbrado a la sangre, pero no estaba consciente de que esa clase de cosas le pasaran a las mujeres. –¿Y vas a estar bien Ray?
–Es normal y estaré bien en unos días. Pero por ahora solo quiero descansar e ir a una farmacia.
–Sólo dime qué necesitas, te lo traeré, tu quédate aquí.
–¿Estás seguro?
–Tu buscaste medicina para mí en esa ocasión, es lo menos que puedo hacer por ti.
Ray explicó cuidadosamente  Zack e incluso le dio una nota, ya sea que usará la letras de referencia o qué pidiera ayuda para leerlo, confiaba en que le serviría.
Zack buscó lo más pronto posible una farmacia, en su mente tenía la idea equivocada de que si Ray se movía demasiado podía desangrarse, por lo cual debía llevarle “eso” que le solicitó para “detener” la hemorragia.
Encontró la farmacia y entró, estuvo caminando por los pasillos que tenían artículos femeninos hasta que finalmente dio con el artículo necesitado. Sin embargo no fue tan fácil como creyó en un inicio. Había numerosas presentaciones, marcas y modelos diferentes del mismo producto. Buscó la nota que Ray le entrego. E intento encontrar las similitudes en el texto con alguno de lo empaques.
En el mismo pasillo, a su espalda una señora de avanzada edad intentaba alcanzar un producto de la repisa más alta.
Esa persona llamó particularmente su atención, algo en esa mujer le parecía bastante familiar, Pero no tenía tiempo para esas cosas, aún tenía que encontrar la diferencia entre dos textos que no entendía “con alas” o “sin alas”.
La señora hizo un nuevo intento por alcanzar el producto, una mano cubierta con vendajes tomó la botella que la anciana quería y se la acercó.
–Aquí tiene– dijo con amabilidad.
La señora alzó un poco la mirada y tomó el recipiente –muchas gracias jovencito–
Agradeció. Estuvo a punto de retomar su camino cuando vio cómo el chico batallaba con un producto creado exclusivamente para el género femenino.
–¿Necesitas ayuda?– preguntó la mujer, Zack lo pensó un momento y después suspiro afligido y avergonzado.
–Si
Después de interrogar para quien eran la compresas, la anciana ayudó a Zack a escoger unas.
–Disculpa chico, de casualidad ¿tú eres Zack?– hubo un silencio incómodo –disculpa mi pregunta joven, mi memoria debe estarme jugando una broma. Ten una buena tarde.– se despidió.
La señora se dirigió a pagar en caja y un momento después salió del establecimiento cargando un par de bolsas.
El pelinegro se apresuró a pagar y la alcanzó a la mitad de la cuadra.
–¡Si soy Zack!– dijo parándose enfrente de la anciana –¿Usted es la señora Lane?
–¡Cómo has crecido!– le sonrió cálidamente, una de esas sonrisas que no le causaban ganas de asesinar.
Se ofreció a ayudarla con las bolsas, a pesar de que ella aseguró vivir no muy lejos de allí. El insistió, a pesar de saber que Ray lo estaba esperando, creía no tardar demasiado.
Llegaron a la casa la cual tenía un aspecto bastante acogedor.
–Deja que te invité a cenar algo, te prepararé lo que quieras.
–Gracias, pero tengo que llevar esto a mi amiga Ray– se disculpó avergonzado, realmente le hubiese encantado comer algo casero.
–Ya veo, ¿Por qué no vas por ella? Puedo preparar algo para ambos.
–Huh, ¿Esta segura señora Lane?
–claro– dijo ella siendo toda amabilidad.
Un sentimiento de alegría le invadió el pecho, realmente estaba emocionado por la invitación.
–Volveré pronto– salió corriendo.
No tardó mucho en llegar con Rachel, quien al sentir que el chico tardaba, decidió acostarse en la banca y buscar una posición más cómoda.
–Ray ¿Te encuentras bien?
–Eso creo, ¿Lo conseguiste?
–Si– levantó la bolsa dónde tenía aquel producto.
Ray sonrió – Gracias Zack– tomó la bolsa y se dirigió nuevamente al sanitario.
–¡Oye Ray!– exclamó el cuando la chica apenas regresaba, ella sólo lo miro con curiosidad – hay un lugar donde quiero que me acompañes, está cerca y creo que podrás descansar un poco mejor.
–¿Dónde?
–Ven sube – dijo agachándose para que  ella pudiera subir en su espalda– no está lejos de aquí.
–Te vez feliz ¿Sucedió algo?– pregunto mientras se sujetaba a su espalda.
–Pronto sabrás.
Busco su arma la cual habían ocultado no muy lejos y se encaminó velozmente a dónde había dejado a aquella señora, cruzó la puerta que dividía el patio de la calle y caminó a la puerta de la casa.
–¡Zack!¿Qué estás haciendo? esto es invadir propiedad privada– dijo Ray un poco alarmada creyendo que cometería alguna locura… mayor de lo usual.
–Cálmate– sentenció el de ojos bicolor mientras tocaba la puerta.
–Adelante! Está abierto– Habló una mujer desde el otro lado de la puerta.
Zack entró. Ray estaba confundida.
El interior de la casa era bastante acogedor, era una casa pequeña, desde el recibidor podían apreciar la sala de estar y un poco más al fondo, en otra estancia, el comedor y en otra habitación la cocina de dónde la anciana se asomó.
–¡Qué bueno que llegaste Zack! ¿Ella es tu amiga? Es más joven de lo que imaginé.
–Ray ella es la señora Lane, ella cuidó de mí el primer invierno que viví en las calles–
–Mucho gustó soy Rachel Gardner– saludo la chica sorprendida desde la espalda del pelinegro. Volteó a ver la expresión de Zack, este realmente se encontraba feliz, ella sonrió para si misma al pensar en que el chico no estuvo solo todo el tiempo.
–Es un placer Rachel, soy la señora Lane. Pónganse cómodos la cena estará en unos minutos.
–¿Necesita que le ayudemos en algo?, Pregunto Ray mientras bajaba de la espalda de chico.
–No te preocupes cariño, es un placer que ustedes estén aquí. Pueden ver la televisión si gustan, también está el videojuego de mis nietos por si quieren jugar algo.
–Gracias– Zack se dirigió a la sala y comenzó a ver los cuadros, los muebles, además de las antiguas decoraciones.
–No crees que es grosero husmear–
–Son los mismos muebles y las mismas cosas, pero la casa es diferente.– le contesto cambiando el tema, intentaba reconoce el lugar.
–¿Por que no mencionaste a esta señora antes?– cuestiono Rachel.
–No creí que volvería a verla, lo último que supe fue que se mudaría a la misma ciudad en que vivía su hijo. Han pasado años desde eso, así que no le tome importancia.
–ya veo.
La Sra. los llamo a cenar, ellos acudieron casi de inmediato, ambos tenían hambre. Ray creyó que tendría que insistir a Zack que se lavase las manos, sin embargo el removió los vendajes y se lavó tan bien como pudo.
Se sentaron en la mesa, agradecieron la comida a la Señora Lane y comenzaron a comer.
–¡Esta delicioso!– exclamó el de ojos bicolor. Sus modales en la mesa no eran los mejores, pero parecía que a nadie le molestaba.
–Realmente está muy bueno, muchas gracias por invitarnos a comer– secundó la niña.
–Me alegra que les guste, es bueno recibir visitas a cenar de vez en cuando, Antes mis nietos me visitaban, pero ahora que crecieron ya no les interesa pasar tiempo con su abuela, yo entiendo que tienen cosas más importantes que hacer.
–Dime dónde los encuentro, los traeré a la fuerza si es necesario.
–Eso es muy agresivo Zack!– le reprendió Ray.
–No hay necesidad de tal cosa Zack– agregó la señora– no es necesario molestarlos. De estar ellos aquí hoy tal vez no hubiera vuelto a verte.
–Bueno…pero, está bien.
–Señora Lane puedo preguntar ¿cómo conoció a Zack?
–Así que esté jovencito gruñón no te lo ha contado–  el pelinegro hizo un puchero en cuanto lo llamo “gruñon” – lo conocí a principios de el invierno, en ese entonces Zack no era más alto que tu, el solía colarse a mi jardín a robarse las fresas que cultivaba, o algunas veces hurgaba la basura, al principio pensé que se trataba de un mapache…–
–¡No era necesario que contarás esa parte! –interrumpió Zack, mencionar que buscaba comida en la basura lo avergonzaba, era algo que había hecho por necesidad en muchas ocasiones incluso en tiempos recientes, sin embargo no estaba orgulloso de eso, le parecía incómodo que Ray supiese sobre eso.
–No hay de que avergonzarse Zack– le dijo la anciana y continuo– cuando escuchaba ruido afuera abría la puerta del jardín y el salía huyendo. Tiempo después vi que se trataba de un niño. El frío llegó muy pronto ese año, así que decidí dejar el desván abierto y dejar unas cuantas mantas y algo de comida por si necesitaba un lugar donde refugiarse. Descubrí que se quedo en el desván la primera noche, así que volví a dejarlo abierto. Unas noches después un ladrón irrumpió en la casa y me amenazó con una pistola pará que le diera todo lo de valor, en ése momento Zack me protegió y se enfrentó a el asaltante, de hecho creo que el sujeto murió. Llame a la policía y dejé que se encargarán de todo lo demás sólo les dije que un niño me había protegido pero que se habían marchado tan rápido como llegó, fue hasta que se fueron los oficiales que Zack salió de debajo de la cama donde se ocultaba. Se quedo casi todo el mes en el desván a dormir pero los días más fríos le insistí en que durmiera dentro. Sin embargo mi hijo al enterarse del intento de robó me trajo a esta ciudad a vivir.
–¡Así que él la protegió!– dijo la niña conmovida por la breve historia, el saber que Zack era más de lo que aparentaba le alegró.
–No es cómo si hubiera sido la gran cosa– dijo con un toque de molestia para ocultar su vergüenza.
–Claro que lo fue – reitero Rachel.
Terminaron de cenar, algunas anécdotas se agregaron a la historia. Justo se estaban alistando para retomar su camino cuando una fuerte tormenta comenzó. Ray se quedo viendo por una de las ventanas algo dudosa de querer salir bajo la lluvia. La señora Lane vio la preocupación en la niña.
–¿Por qué no pasan aquí la noche? Podrían enferma con esta tormenta.
Zack estaba a punto de negarse creyó que sería mucha molestia quedarse por más tiempo, pero Ray interrumpió.
–¿En verdad podemos? Me encantaría.
–Por supuesto, está la habitación de huéspedes, pueden quedarse aquí el tiempo que gusten.
La señora los llevó a la recamara, está solo tenía una cama individual, un ropero y un tocador con espejo.
–Ray tu puedes dormir aquí, yo me quedaré en el sofá de la sala.
–¡Pero los dos cabemos en la cama!
–Dormirás mejor sin mí– Le dijo mientras revisaba el ropero en busca de otra almohada y una sábana, las encontró y salió de la habitación, pero se quedo parado en el marcó de la puerta pensativo. –Señora Lane– se dirigió a la nombrada que estaba a un lado suyo– ¿Podemos usar el baño para ducharnos?– llevaban días sin bañarse, sus vendajes habían comenzado a picarle debido a la suciedad y suponía que Ray también agradecería un buen baño.
–Por supuesto niños, sólo pidan lo que necesiten.
El primero en tomar un baño fue Rachel, quien realmente agradeció poder lavar su cabello, además acababa de descubrir que su periodo se volvía más cómodo con la limpieza adecuada. Usó el camisón del centro psiquiátrico pará poder dormir, aprovechando que la señora les ofreció lavar su ropa.
Siguió Zack en bañarse, el agradeció la privacidad del baño, cosa con la que no pudo contar en prisión. Una vez acabando de ducharse comenzó a poner vendajes nuevos tratando de ver su cuerpo lo menos posible mientras los ajustaba. Se colocó una playera y unas bermudas que había comprado ya que Ray aconsejó tener un cambio de ropa limpia. Lo último que hizo fue secarse el cabello.
–Me alegra que el tenga una amiga– mencionó la Señora Lane dirigiéndose a Rachel. Ella estaba sentada en la cama cepillando su largo cabello.
–¿Ha? Sí… el también es mi mejor amigo– afirmó, un pequeño rubor se mostró en sus mejillas.
–Eh visto las noticias, y si lo llamas tu amigo es obvio que no te secuestro. Entonces ¿por qué huyen juntos?– interrogó sentándose a un lado de la cama.
–Hay una promesa que debemos cumplir.
–¿Sabes? Cuando yo tenía tu edad el término “robarse a la novia” era muy común. ¿Podría ser que ustedes…?
–No– contesto Rachel poniéndose totalmente roja y negando con ambas manos–Solo somos amigos, el no me ve así.
–no hay de que avergonzarse ¿Y que hay de ti? ¿Tú cómo lo vez?
–No lo sé, hay muchas cosas que me gustan de Zack, pero es mejor que el no sienta nada más por mí, ya que yo…– Ray se quedo pensativa, tratando de descubrir en que momento había dejado de ver a Zack cómo algo más que un amigo.
–Descuida no le diré nada, pero me alegra que el ya no esté solo.
–si– se quedo pensativa, en algún momento ella también lo abandonaría y eso la hizo cuestionarse su promesa por un momento.
Se dispusieron a dormir, Ray volvió a decirle a Zack que no tenía inconveniente en compartir la cama, pero el pelinegro volvió a negarse. Fue a la sala y se instaló en el sillón.
La señora Lane se encontraba dando un último vistazo a los quehaceres de su hogar, cuando pasó por la sala y sintió como una mano la sujeto.
–gracias…–susurro, la mujer volteó a verlo con ternura –por no olvidarse de mí– dijo en un hilo de voz antes de quedarse dormido.
–No podría olvidarte jovencito, ahora descansa– lo arropó y apagó las luces antes de retirarse.
Pasó a la habitación de huéspedes a revisar a la niña, Rachel estaba profundamente dormida, se aseguró que estuviera bien arropada y se retiró a su habitación.
A la mañana siguiente Ray despertó con la energía renovada. Se levantó y fue a buscar al pelinegro. Lo encontró profundamente dormido en el sofá. Era la primera vez en todo ese tiempo que veía a Zack tan profundamente dormido, generalmente el despertaba antes que ella, o en todo caso lo encontraba haciendo guardia o durmiendo de forma ligera, siempre alerta. Supuso que era justo dejarlo descansar.
Acarició la negra cabellera y sonrió para sus adentros, lo quería y mucho.
–Ray… ¿sucede algo?– murmuró apenas abriendo los ojos.
–Perdón, no quería despertarte.
–Pues ya lo hiciste – fingió molestia –¡ahora se mi peluche!– le dijo abrazándola por sorpresa y  colocándola encima de él.
Ambos sonrieron. Se arroparon juntos y sin darse cuenta volvieron a dormirse.
El olor del desayuno y el ruido de los trastes los despertó. Se levantaron con curiosidad y se asomaron a la cocina. Se encontraron con la señora Lane quien los saludo amistosamente y los invitó a tomar asiento para comer.
El resto del día llovió por largos momentos. Así que aprovecharon la invitación de quedarse todo el fin de semana.
La señora Lane estaba feliz de tenerlos en su casa, ambos chicos le simpatizaban, le recordaban a sus nietos, pero de una forma diferente.
Zack había estado muy tranquilo eso días, su ansiedad y la necesidad de destruir o matar se encontraban bajo control. Y Ray lo agradecía.
Se ofrecieron a ayudar en las labores de la casa, el pelinegro barría, era algo que sabía hacer bien, en el orfanato le tocó hacer limpieza muchas veces, algunas labores más agradables que otras, en un inicio cuando lo hacía mal lo golpearon numerosas veces, así que aprendió a hacerlo de forma correcta.
Por su parte la rubia ayudaba en la cocina, le parecía una actividad entretenida, nunca cocino junto a su madre, aprendió lo básico en libros de recetas y televisión.
La paz fue interrumpida cuándo alguien llamó a la puerta.
–Mamá ¿estás allí?– pregunto un hombre al otro lado de la puerta.
–¡Voy enseguida!– exclamó la mujer, volteó a ver a Rachel y le dijo en voz baja– es mejor que mi hijo no los vea, ve con Zack y ocúltense en mi armario.
–Si– corrió de inmediato a la planta alta de la casa, se encontró con Zack quien bajaba las escaleras, con curiosidad por saber quién había llegado. –¡Ven! – lo tomo de la mano– es el hijo de la señora Lane debemos ocultarnos.
–¿Huh? Bien–
Entraron a la habitación y allí se ocultaron en el gran armario.
La señora abrió la puerta encontrándose con su hijo.
–¡Hola mamá! ¿Está todo bien? Tardaste mucho en abrir la puerta.
–Si todo está bien. ¿Creí que llamarías antes de venir?
–La batería de mi celular se descargó, así que no pude avisar –camino rumbo a la sala de estar– ¿estás cocinando? ¿Te puedo invitar a comer a mi casa? Servirá que ves a los chicos.
–Muchas gracias hijo, pero hoy no puedo. Tengo un compromiso.
–Esta bien. ¿Qué tal mañana?...– la vista del hombre se dirigió al sofá, dónde yacía un par de sábanas dobladas y una almohada –¡No puede ser! ¡Madre! – exclamó molesto– ¡Te he dicho que no metas extraños en tu casa!– comenzó a buscar en la planta baja, primero caminó hacia la cocina –no sabés quién es está persona, podría ser peligroso.
–No tienes por qué preocuparte tanto, es sólo una niña…– al no encontrar a nadie en la cocina se dirigió a las escaleras.
–No importa si es una niña o no, ¡la echaré de aquí!– dijo abriendo la puerta del cuarto de huéspedes.
–Esta es mi casa, yo decidió si se puede quedar o no.
–¿Es que acaso ya se te olvidó lo que pasó hace diez años? ¿Por esta clase de estupideces es que casi te asaltan?– el hombre revisó en el baño, el estudio y finalmente se dirigió al cuarto de su madre. –Muy bien ¿dónde está esa mocosa?
–Probablemente se ocultó de ti, déjala tranquila– le dijo la anciana al ver que su hijo estaba por abrir el armario, confiaba en que no los vería de inmediato ya que el lugar estaba repleto de cosas e imaginar que no sólo una, sino, dos personas cupieran allí era difícil.
Por su parte ambos chicos se habían quedado ocultos hasta el fondo, tratando de no hacer ningún ruido. Rachel se había sentado entré las piernas de Zack intentando ocultarlo lo más posible. Sin embargo la ansiedad del joven no ayudaba mucho ya que había comenzado a temblar, las ideas que su cabeza generaba lo inquietaban, que tal si llamaba a la policía y volvían a separarlo de Rachel, o si por alguna extraña razón se veía en la necesidad de matar al hijo de la señora… ¿que tal si tenía que matarla a ella también?
–Preparare una habitación para ti en mi casa, ya no puedo confiar en que vivas sola.
–Soy totalmente capaz de tomar mis propias decisiones.
Se alejaron de la habitación discutiendo. Ambos suspiraron aliviados cuando se percataron que ya no había nadie en la habitación. Fue varios minutos después que la señora les indico que podían salir.
Llegó la hora de la cena y algo no estaba bien, el de ojos bicolor parecía distraído.
–Yo lo siento mucho– al fin dijo frunciendo el señor,– es mi culpa que ese ladrón entrará a su casa.
–Eso no es cierto Zac…– trato de decir la anciana.
Rachel permaneció expectante de la situación.
–Si yo no me hubiese refugiado en su casa, usted nunca me hubiera invitado a entrar, usted no hubiese dejado la puerta abierta y ese sujeto no hubiera entrado.– se sentía responsable de lo ocurrido hace tanto tiempo.
–No es tu culpa Zack, no puedes culparte por todo lo malo que ocurre a tu alrededor.– añadido la señora, no quería que cargará con la culpa de aquel incídete.
–Y ¿que tal sí si es mi culpa?– insistió
–Sea como sea ya pasó y estoy bien, eso es lo que importa.
Fuera de eso, la cena transcurrió con tranquilidad.
–Muchas gracias por acogernos en su casa Señora Lane, pero mañana debemos continuar nuestro camino– agradeció Rachel mientras lavaba los trastes de la cena.
–Lo se cariño. Fue un placer tenerlos aquí, vuelvan cuando gusten.
Partieron de la casa muy temprano, antes de que el sol terminara de salir, de este modo había menos gente en los alrededores.
Se  despidieron con algo de melancolía ya que para el par de chicos era difícil volver a retomar un camino lleno de complicaciones después de haber pasado días de total comodidad. La señora Lane les había preparado algo de  comida para el caminó y dado algo de dinero, Ray pensó que era lo más cercano que había tenido a una abuela.
No había avanzado más que algunas calles y esa fue la razón por la cual el detonar de la exposición los alerto enseguida. No fue por culpa de nadie, la vieja tubería de gas se venció y el viejo cableado eléctrico de la casa aprovecho la ocasión para encender.
–¡Qué mierda..!
–¡No puede ser!– exclamó alarmada –eso vino de la casa…
–señora Lane!– Zack salió corriendo en dirección a la casa tan rápido como sus piernas lo permitieron. Ray fue tras de él.
Llegó enfrente de la casa la cual ardía en llamas. Se paralizó debido al terror que sintió al ver aquel lugar arder. Comenzó a hiperventilar y soltó algunos quejidos parecidos a sollozos. Se dejó caer de rodillas.
–¡Zack!– Rachel lo alcanzó y pudo verlo dudar –¿Estás…
–tengo que entrar… pero… tengo tanto miedo Ray…yo… yo soy un cobarde…
–entonces yo entraré, tal vez pueda encontrarla y ayudarla a salir…
–Ni de puta broma Ray, no sabes de lo que estás hablando– se puso de pie, se quitó la mochila y la sudadera, se las dio a la niña – yo iré, tu consigue ayuda.
Se acercó a la puerta y la abrió de una patada, el calor dentro de la casa lo rodeo, quería retroceder, tragó saliva pesadamente y entró. El humo comenzó a sofocarlo lentamente. A pesar de ser una casa pequeña no estaba seguro de dónde buscar. Caminó velozmente al centro de la sala evitando lo más posible las llamas, la ansiedad lo consumía, su corazón latía más rápido de lo usual. Se dirigió al comedor y desde allí pudo ver a la anciana en el suelo, inconsistente, tal vez debido al estallido que la arrojó o por la falta de oxígeno.
Comenzó a acercarse a ella, en el camino un poco de escombros cayeron incendiados cerca de el, usó el brazo izquierdo para cubrirse, en consecuencia se quemó el brazo y el hombro.  El miedo quiso volver a apoderarse de él, comenzó a gruñir odiaba tener miedo. Siguió avanzando y una vez llegando a ella se agachó a un lado.
–Despierte, ¡vamos despierte!– confirmo que siguiera respirando.
Algunas sirenas se escuchaban a lo lejos, tal vez la ambulancia, los bomberos o la policía, sea quien fuese el debía salir pronto de allí. Jaló el mantel de la mesa y lo usó para cubrir a la señora, confiaba en que eso al menos la protegería de una quemadura directa. Con algo de trabajo logró cargarla y apoyarla en su espalda. Comenzó a caminar de regreso, el piso de madera crujía a cada paso que daba.
Rachel escucho que uno de los vecinos había llamado a emergencias. Ella entrelazó sus manos suplicando que ambos se encontrarán bien, solo habían pasado unos minutos, pero para ella pareció una eternidad.
Una silueta se divisó entre las llamas, en ese momento sintió un gran alivio.
Zack salió, cargando en su espalda a la mujer y se alejó tanto como pudo de los restos de la casa, camión en dirección a Ray quien de inmediato los inspeccionó con la mirada para ver cómo se encontraban.
Coloco a la señora en el suelo y la zarandeó levemente intentando que despertara. Ella abrió los ojos con pesadez.
–…Zack…– murmuró. Volteó a ver a la niña –Rachel…–
–¿Se encuentra bien Señora Lane?– pregunto la niña con lágrimas en los ojos, estaba muy aliviada de ver a la señora a salvo.
–Si estoy bien cariño. ¿Zack?– voltearon a ver al pelinegro que hasta ese momento intentaba calmar su respiración.
–Usted está bien, eso es lo que importa– sentenció el joven al fin.
Los curiosos vecinos que habían mantenido la distancia se acercaron más en cuanto la ambulancia llegó al lugar.
– Yo estaré bien, ustedes deben irse– les dijo la señora en cuanto vio que la situación comenzaba a volverse poco apropiada para el anonimato de los chicos –cuídense mucho.
– Si
– Si
Sentenciaron en unísono de inmediato se colocaron de pie, recogieron sus cosas y en cuestión de segundos desaparecieron.
Una vecina junto con los paramédicos se acercó a la anciana.
–Señora Lane ¿Se encuentra bien?
–Si, estoy bien.

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Zack tenía un rato sin hablar, sólo se había limitado a asentir con la cabeza cada vez que Ray le hablaba. Parecía estar molestó y muy sumido en sus pensamientos.
–¿Zack te encuentras bien?
–…
–Zack ¿Cuándo vas a matarme?
–Carajo ¿Porqué tienes que preguntar eso justo ahora?
–Porque no me contestabas. Entonces ¿Te encuentras bien?
–Solo fueron unas quemaduras, nada nuevo, no moriré por al algo como esto…
–Yo quería saber si emocionalmente ¿estás bien?
–¿Huh?– volteó a ver a la chica, parecía preocupada, preocupada por él.
–Por favor dime…
–Solo tengo que terminar de procesar lo que sucedió, en un rato estaré bien.
– ¿Tú querías regresar aquí? Después de matarme.
– Ella fue la segunda y última persona que recuerdo, cuido de mi y otra vez no tengo nada. Creo que no debería sorprenderme, así ha sido toda mi vida, una mierda tras otra. Hasta ahora tú eres lo más constante que he tenido en mucho tiempo y aún así, eso se acabará pronto.
– Esta bien Zack, aún hay mucho recorrido por delante, estaré contigo probablemente más tiempo del que crees.
– Tal vez tengas razón, además con esa horrible expresión tuya, tal vez te maté en otros 5 o 10 años.
– Entonces aprenderé a sonreír lo antes posible.– parecía que la broma no le hizo total gracias a Ray.

Dejaron la ciudad atrás poco antes de comenzar a oscurecer, aún así no quisieron alejarse mucho de la urbe, ese día acamparían al aire libre. Se acomodaron junto a las raíces de un árbol.
Zack se acostó en la tierra tratando de encontrar una posición cómoda. Él no haberse quejado de las quemaduras no significaba que estás no dolieran de manera endemoniada, sin embargo si se quejaba posiblemente preocuparía a Ray. Era eso y que su mente era un caos. Sabía que la señora moriría, no estaba seguro de cómo lo sabía pero casi podía jurarlo.
Ray se acostó junto a él e intento abrazarlo, sin darse cuenta rozo una de las heridas. De inmediato Zack retrocedió al momento que lanzó un quejido.
–¡NO ME TOQUES!
–¡Lo lamento!– ella se disculpó de inmediato.
–Maldita sea Ray, se más cuidadosa!
–yo… ¿quieres que cure…?
–No es necesario, aún cuando la intentes curar seguirá ardiendo por varios días. Lo último que me faltaba, una puta quemadura sobre otra puta quemadura.
–Zack ¿en verdad estás bien?
–No es algo de lo que tú debes preocuparte ¿Entendido?
–pero…
–¿Entendido Ray?
–si
–¡Bien! Ahora intentemos descansar.– se acurrucó de lado y ya no hablo más con Ray.
Estaba en su piso, ese solitario y deplorable lugar dónde esperaba que llegará alguna víctima para su diversión, de repente las luces se apagaron.
–Ajajajajajajaja  Zack,  tal vez debiste escoger ser mi prisionero para siempre ¿No lo crees?– aquella burla venía de algún punto inexacto de la oscuridad.
–¡Callate Perra Sádica!– para su desgracia sabía de quién se trataba.
–¿Qué sucede Zack? ¿No estás de buen humor? Ajajajajajaja  ¿Este viaje ya no es tan divertido? ¿Verdad? – la silueta de la mujer se divisó entre las sombras.
–Te dije que te callaras
–¿O qué? ¿Me matarás? Jajajaja
–No seas así con el Cathy, ¿no vez que está desesperado? No importa cuánto trate de tener algo propio, esté pobre monstruo nunca tendrá nada, ni aunque lo maté con sus propias manos, ni aunque lo entierre por si mismo. – la silueta del sepultero ahora se hacía presente.
–¡Tú también cállate mocoso!– le gritó.
–Debiste quedarte en el edificio Zack, todo sería más simple, así como a ti te gusta jmjmjmjm– una tercera silueta apareció rodeándolo.
–Danny maldito cuarto ojos.
–Si no hubieras subido a mi piso Zack, probablemente no estarías pasando por todo esto. Pero a pesar de que se te advirtió que en tu piso estabas bien, tu querías salir, aun antes de que Rachel llegará. Podrías seguir siendo nuestro compañero Zack ¿No lo crees? Podría seguir matando a todo aquel que llegase a tu piso, tendría un techo, comida, dime no está eso bien para ti.
–Yo no pertenecía allí.  Acepte ir allí por que el reverendo me dijo que podría matar sin ser perseguido, acepte ir porque no sonaba tan mal, pero después de un tiempo se volvió muy aburrido.
–Tu propósito es ser un asesino, ¡ese es el único propósito que puede tener un monstruo como tú Zack! Eso o podrías haberte vuelto mi mascota.
–¡Estás loca!
–Tal vez morir ese día no hubiese sido tan malo o si Zack. Y ahora solo esperas con miedo a que Rachel no descubra tu mentira.– Agregó Eddy.
–¿Qué mentira? Yo jamás miento…
–¿Realmente quieres matarla Zack? Te aferras a la tonta idea de que Rachel cambie de idea y decida vivir, pero sabes que no será así, no le mientes a ella, te mientes a ti mismo.–le aclaro el pelirrojo.
–Rachel solo está jugando contigo, haciéndote créer que eres el único que la puede matar, pero si ella quisiera ella misma ya se hubiera quitado la vida.– Agregó Danny en un tono entre burla y compasión –Para alguien que nunca fue necesario, supongo que eso es un sueño. Un monstruo rechazado incluso por su propia madre.
–¡CALLENSE!¡CALLENSE TODOS MALDITA SEA!–
–Eso es lo que buscas ¿No es así? Un lugar al cual pertenecer, pero la realidad es otra Zack. Y una vez que mates a Rachel ¿Dónde irás? Esa anciana ya no está esperándote. Ya no tienes a dónde ir ¿verdad?– Escuchó como le susurraba el cuatro ojos al oído.
–Pronto volverás a estar solo Zack– dijo Cathy antes de comenzar a reír con gran burla.
Los sollozos, quejidos y jadeos la despertaron, volteó a ver a Zack, el chico no dejaba de moverse de un lado al otro, se hallaba más inquieto de lo usual. Ella lo había visto tener pesadillas en otras ocasiones, pero está ocasión sin duda algo no estaba bien. Probablemente entrar en esa casa en llamas había sido más de lo que su mente pudo manejar o al menos eso pensó Rachel en un inicio.
–¿Zack?– colocó su mano sobre el brazos del pelinegro con la intención de despertarlo. Si darse cuenta tocó cerca de la quemadura, en ese punto la piel se sentía muy caliente. Se preocupó. Sacudió al joven con toda su fuerza mientras lo llamaba –¡Zack despierta!
–¡WAAAAAA¡– Grito y se incorporó casi al instante. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Volteó en dirección a Rachel. Ella lo miraba llena de preocupación.
Se abalanzó sobre Ray y la abrazo, oculto su rostro entre el cuello y el cabello de la chica y comenzó a llorar. Se sentía tan indefenso en ése momento que hubiese buscado refugio en cualquier lugar, para su fortuna Rachel estaba allí y ella correspondió el abrazó. Temblaba a causa de la ansiedad que sentía, su corazón estaba acelerado, sentía que si no sacaba todo lo que sentía en su interior su cabeza explotaría.
–Tranquilo– sintió cómo su cabellera era acariciada delicadamente – yo estoy aquí– otra mano recorrió su espalda – yo te cuido Zack– en vez de calmarse sus llanto volvió a intensificarse, una mezcla de dolor y alivió lo invadió.
–Ray…– murmuró – yo… yo…
–shhhh no digas nada, está bien. Yo te cuido– le dijo Ray mientras continuaba acariciando su espalda y cabeza.
–¿Somos amigos verdad?
–Así es, tu y yo somos amigos.
–No me estás mintiendo ¿Verdad?
–No
–Entonces como amigos, si te pido un favor ¿lo harías por mí?
–Si
–Ray yo ¿puedo pedirte un favor en este momento?
–claro
–¿Puedes ayudarme a curar mis heridas?
–si
Zack se separó del abrazo y se quitó la sudadera, después comenzó a desenroscar las vendas que cubrían su abdomen poco a poco, quitó los vendajes de sus brazos y rostro. La luz de la luna era suficiente para mostrar sus maltratadas facciones. Se mostró descubierto y tan vulnerable voluntariamente ante Ray, tenía vergüenza y tenía miedo de ser rechazado por su aspecto, pero decidió que podía confiar en ella. Aun así tenía en mente que podría escuchar alguna expresión de desagrado o repulsión, pero estaba dispuesto a aceptarla si venía de ella.
La chica mostró una pequeña sonrisa, pará ella que Zack se mostrará así significaba que él confiaba totalmente en ella y esa confianza la hacía feliz. Llevó sus manos al rostro del chico, el cual había decidido evitar el contacto visual lo más posible.
Con sumó cuidado acarició la mejilla izquierda, la cual tenía una cicatriz de gran tamaño a la altura del pómulo. Después acarició la mejilla derecha, está tenía tres cicatrices, dos de menor tamaño y una que se extendía hasta la nariz. Una de sus cejas estaba dividida por otra herida que se extendía por la frente, algunas otras marcas estaban por el mentón.
Buscó y sujeto ambas manos de Zack entre las suyas. Lo observó con cuidado, todo su cuerpo estaba lleno de marcas causadas por el fuego. Probablemente ya no dolían físicamente, pero en su alma, aún ardían como si el fuego nunca se hubiese apagado.
Ray se puso con cuidado de pie y camino rodeando al joven, quien se quedo de cuclillas esperando que la chica observará lo que sea que necesitara observar.
Un par de cicatrices llamaron la curiosidad de Ray, en la espalda, entre los omoplatos, dos  marcas casi simétricas. Acercó su mano con cuidado, sintió el cuerpo ajeno estremecerse cuando hizo contacto.
–… alas…– murmuró Rachel
–¿…?– el pelinegro estaba lleno de curiosidad sobre lo que la niña acababa de decir.
–es cómo si te hubiesen quitado un par de alas– mencionó ella aún maravillada ante tal idea. –El reverendo Gray los llamaba sus ánge…
–¡No te hagas ideas equivocadas Ray! ¡Yo soy un monstruo! ¡O humano! ¡Pero no un ángel! – sentenció molestó, no quería que Ray volviese a confundirse.
–si, tú eres tú, eres Zack.
–y que no se te olvide.
Lavó con gran delicadeza cada quemadura nueva, a pesar de que la herida del brazo era la más notoria, también tenía otras en el hombro y en la cintura.
–La señora Lane me dio este ungüento, dice que sirve para quemaduras leves, pero creo que es mejor que nada.
–hah–suspiro afligido.
Rachel colocó un poco del ungüento en sus dedos y con suaves toques lo colocó en la primera quemadura.
–Auch– se quejó ante el tacto, dolía, pero estaba dispuesto a dejar que Ray terminara de curarlo, por lo cual solo soportó. –Ray… tu… ¿Qué opinas de mí aspecto? ¿No te repugna?– se atrevió a preguntar.
–Tu aspecto no me desagrada, además sigues siendo un humano Zack, a pesar de tu apariencia, pero creo que tus cicatrices te dan mucha personalidad. No veo necesario que todo el tiempo te cubras el rostro.
–ya veo, es bueno escuchar eso, lamentablemente para mí, tal vez seas la única persona que piense así – unas cuantas lágrimas escaparon de sus ojos nuevamente, intentó controlarse, quería volver a llorar.
–¿Te encuentras bien?
–No lo sé. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que lloré. De hecho ya no lo recuerdo.–intentaba contenerse, no quería sentirse débil, pero a la vez le hacía tanta falta sacar ese dolor. La última vez que lloro fue por sus 7 años, cuando despertó en el orfanato, con la clara idea que su madre había preferido a su novio antes que a él, su hijo.
–Estas conmigo, no tienes de que avergonzarte, puedes llorar si lo deseas.
–si…– cubrió sus ojos con el brazo recién curado y dejó escapar algunos sollozos,– tú me preguntaste porque termine es el orfanato, en ese momento sentí tanta vergüenza de decírtelo, pero ya que estamos con esta mierda, te lo diré–respiro con resignación y prosiguió– lo recordé apenas hace poco, no estaba seguro si fue un sueño o no, hasta que estuve en prisión, ese sujeto… el novio de mi madre… el me tocó, yo se lo dije y ella no me creyó, me llamo mentiroso, aquella ocasión quise defenderme, evitar que me hiciera daño, por eso lo mordí, por eso el me prendió fuego… por eso ella se deshizo de mi… –su  voz se corto. Las lágrimas comenzaron a brotar sin control de sus ojos, soltó varios sollozos.
–Zack– Ray lo miró llena de lastima y volvió a abrazarlo. Podía sentir el cuerpo del joven temblar. La mente de Rachel se adentro en un  oscuro pensamiento que guardó para si misma «no dejaré que nadie más te lastime Zack, porque tú eres mío, yo cuidaré de ti hasta el día en que me mates». Fue sacada de sus pensamientos cuando escuchó que el pelinegro intentaba decir algo.
–te… te prometo que… cuando amanezca estaré bien, volveré a sonreír. Pero por ahora…. necesitó no ser fuerte.
–Esta bien Zack– continuó curando las heridas. Unos minutos después se acurrucaron juntos para dormir.
Tal y como lo prometió, Zack volvió a sonreír a la mañana siguiente.







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Notas de la autora.

Muchas gracias por leer hasta el capítulo 3, espero que la historia les esté gustando y les mueva las emociones. Estoy tratando de actualizar cada 2 semanas de ser posible.
( Si ven que en alguna parte el apellido de la señora Lane cambia a Stuart avísenme por favor ya que use el otro apellido como probicional mientras decidía el definitivo).

Muchas gracias y hasta pronto.




















Sin Alas (Satsuriku no tenshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora