Desespérate, corre, grita, llora, ruega.

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120 horas era el mínimo castigo por haber escapado. Sin embargo ser llevado a la pequeña prisión de la comisaría no parecía haber tenido ningún efecto en él, de hecho nada parecía tener efecto sobre él después de que despertó minutos más tarde en la celda. Se encontraba totalmente fuera de sí, con la mirada apagada y pérdida.
Monrroy comentó que se encontraba en estado catatónico, tratando de huir de la realidad, una realidad sin Rachel. Su recuperación emocional se había vuelto a complicar. No tenía casó dejarlo recluido, su castigó tendría que esperar. Por lo cual al día siguiente regreso de inmediato al centro Psiquiátrico de Alta Especialidad.
Su tía estaba desbastada y lloró por largo rato al pensar en lo mucho que Zack estaba sufriendo. Se suponía que las cosas debían mejorar para él, se suponía que debía comenzar a ser feliz, que ellos como su familia se encargarían de que nada le faltará. Pero no lograron hacer mucho. Su querido sobrino, estaba casi tan mal como el día que lo encontraron. Para Zack el perder a Rachel era perderse a sí mismo como humano.
La medicación para intentar recuperarlo comenzó de inmediato. Se le daría un poco más de una semana para intentar que reaccionara de nuevo. Pequeñas reacciones fue lo que lograron obtener.
Esa primera semana fue muy pesada para todos. Lo tenían sentado en una silla de ruedas, habían omitido las vendas para que arreglarlo y asearlo fuese más sencillo. Por las mañanas entre la doctora y un enfermero levantaban a Zack, le daban de desayunar en la boca, lo sacaban un rato a pasear  al jardín y otro rato lo dejaban en la sala común. La doctora intentaba diferentes métodos para provocar alguna reacción mayor en él, pero no logro mucho éxito. Por las tardes  sus tíos llegaban y ayudaban a darle de comer, le hablaban con calma esperando alguna respuesta, solo volteaba a verlos unos segundos. Finalmente lo aseaban y se quedaban con él hasta las 9 de la noche para tener oportunidad de prepararlo para dormir y arroparlo.
Al final de la semana, Monrroy quería ser objetiva sobre la recuperación de Isaac, así que consulto opciones con sus tutores.
–He estado hablando con un par de colegas, si Zack no responde al medicamento, solo hay otro método para intentar hacerlo reaccionar.
–¿De qué se trata?– interrogó Marcus.
–La terapia por electrochoque– sin duda eso causó conmoción en ambos familiares– yo sé que su usó es muy cuestionado, sin embargo se ha confirmado que es bastante efectivo en esta clase de casos, con una efectividad del 96%.
–¿No es eso muy cruel?– pregunto la otra mujer.
–En la antigüedad llegó a ser un tratamiento muy cuestionado ya que no se usaban las mismas técnicas que ahora. Hoy en día se sedan a los pacientes y se tiene un mejor control sobre la intensidad de la descarga eléctrica. Deberíamos notar mejoría casi al instante. Los efectos colaterales son mínimos, puede presentar un poco de amnesia o confusión, pero dado su estado actual, no considero que sea un problema mayor.
–No lo sé, no quiero hacerle algo así a Zack, pero él verlo en ese estado es muy doloroso. ¿Tu qué opinas linda?– pregunto el hombre a su esposa.
–Dice que ¿él no sentirá dolor?
–Así es, él no tendrá ninguna molestia.
–Quiero que él se recupere. Así que yo estoy de acuerdo.
–En ése casó, también daré mi aprobación– secundó Marcus.
–De acuerdo, prepararé todo para mañana.
Ese día por la tarde sólo se quedo Dayan para cuidar del chico. Fue a verlo a la sala común. Se agachó a la altura de éste y le acarició el rostro.
–Hola Zack ¿Cómo has estado?– el sólo volteó ligeramente a verla y regreso su mirada al vacío – me preguntó que está pasando en tu cabeza, ¿en verdad no puedes intentar vivir sin ella? pero no has pensado en lo mucho que a nosotros también nos haces falta. Sólo quiero volver a verte sonreír Zack, espero y mañana todo mejore.
Se trasladaron al hospital. Llegando pasaron a una habitación en la planta baja dónde al joven se le recostó en una camilla, se le colocaron cinturones sujetándolo para reducir el movimiento de las convulsiones. Se le administró un buen sedante, se le colocó una guarda en la boca para evitar que se mordierá el mismo por accidente y finalmente se acomodaron un par de electrodos a ambos lados de su cabeza.
Dayan comenzaba a temer, pero a la vez lo deseaba de vuelta, por su parte su esposo la sujetaba de los hombros intentando reconfortarla.
–Ya todo está listo, solo les preguntaré ¿Están seguros de que no quieren esperar afuera?
–Yo quiero estar aquí con él.
–De acuerdo, comencemos. – le indicó al técnico de la máquina.
Zack se convulsionó un poco, no parecía sentir dolor, pero abrió los ojos con gran sorpresa y confusión, miró a su alrededor velozmente hasta encontrar los rostro preocupados de sus tíos. Sin duda no sabía que estaba pasando y sintió miedo. Reconoció la sensación de la corriente eléctrica recorriendo su cuerpo a pesar de no sentir dolor se espanto. Pensó en la loca de Cathy, pensó en como ella hablaba de castigar a los pecadores ¿Acaso el había hecho algo malo? ¿Acaso había pecado? ¿Lo estaban castigando? ¿Sus tíos lo estaban castigando? ¿Fue por haber escapado e ido al aeropuerto? ¿Fue por no contarles antes lo del intento de suicidio de Rachel? ¿Fue por no ser la clase de persona que esperaban? ¿Era por ser un monstruo? ¿por qué?... No lo entendía.
–¡Terminamos!– sentenció Monrroy.
Una vez que la corriente se detuvo, sintió como su cuerpo se adormilaba hasta el punto de cerrar los ojos y perder la conciencia.
Despertó una hora después en su habitación. Su tía sujetaba su mano la cual estaba descubierta. Sintió vergüenza y por un momento pensó en soltarse, pero a la vez que sujetarán su mano lo hizo sentir seguro. Sea lo que sea que hubiese hecho mal, seguramente lo habían perdonado.
–Dayan ¿Qué sucedió?– pregunto apenas en un hilo de voz.
–Zack, despertaste – lo abrazó y besó un par de veces su frente–¡Gracias a Dios!
– ¿Qué  carajo pasó? Todo es muy confuso, estaba en el aeropuerto y luego solo tengo imágenes confusas.
–Esta bien, tu sólo trata de descansar, las cosas mejorarán.
–Solo quería despedirme de Ray…
–Lo sé. Su cuidadora aviso que llegaron bien a Inglaterra y que ya se encuentra con su nueva familia. Pero es todo lo que pudo decirnos.
–Ya veo, es bueno saberlo. Y ¿qué pasará conmigo ahora?
–Por ahora todo permanecerá igual, y tú tío y yo volveremos a venir todos los días.
–Supongo que, el plan de ir a su casa para las fiestas se arruinó ¿Verdad?
–Esta bien, ya habrá otra oportunidad para que vayas a casa con nosotros.
–Soy un estúpido, lo arruiné todo– murmuró con ironía.
–No fue tú culpa.
–Claro que lo fue, mi vida es una mierda.
–No lo es, tu tranquilo– intento consolarlo.
Cuando Zack parecía dormido salió de la habitación y se dispuso a llamar por teléfono a su esposo.
Escucho la voz de su tía, se escuchaba molesta, algo no se encontraba bien, se puso de pie y caminó hacia la puerta, se quedo escuchado.
–… yo sé que nuestras vacaciones se arruinaron y que hemos cancelado muchos compromisos, pero en verdad es tan importante como para dejar a Zack sólo en las fiestas?... yo también quiero ir a ver a mis padres, pero… ya habíamos hablado de esto… Marcus… sí pero escucha… no lo estoy sobreprotegiendo… hablemos de esto al llegar a casa… adiós.
Retrocedió hasta volver a llegar a la cama y se quedo sentado en está, creía saber lo que acababa de presenciar, sus tíos discutieron por su culpa.
Arruinar su relación con su familia no le hubiese sorprendió, pero arruinar la relación entre su familia, lo hizo sentir más miserable de lo que ya se sentía. ¿Qué se supone que había hecho? Otra vez todo le salí mal.
Otra vez esa sensación de vacío se creó en su estómago, se abrazó a si mismo. Desde el día en que Rachel le confesó que su deseo no había cambiado, no lograba sentirse cómodo ni tranquilo en los momentos que estaba consciente de la realidad, hubiera preferido no recobrar la percepción de la realidad.
Por la mañana fue a terapia con Monrroy, realmente esperaba lograr aclarar sus ideas hablando con su psiquiatra.
–Es bueno tenerte de vuelta Zack, dime ¿Cómo te sientes?
–Siento que mi vida es un asco, fuera de eso creo que sólo estoy confundido por lo que ha pasado en los últimos días.
–A resumidas cuentas después de recogerte en el aeropuerto te quedaste ido, no respondiste cerca de una semana, nos tuviste muy preocupados por que tampoco respondías al tratamiento. Cómo último recurso, utilizamos la terapia electro-convulsiva contigo.
–Así que se trató de eso… menos mal. Y ahora ¿Qué pasará conmigo?
–Al escapar violaste tu libertad condicional, sin embargo no hubo incidentes ni pérdidas  humanas ni materiales. Se concluyó que se te castigaría encerrado en prisión, sin embargo, en el estado en el que te encontrabas no tenía casó dejarte encerrado. Tu castigo se llevará acabó terminando las festividades. Mientras tanto todo seguirá igual a las últimas semanas.
–Ya veo… vaya mierda.
–Mientras tanto, cuéntame ¿Hay algo más que te preocupe?
–Anoche, escuché a mis tíos discutir por teléfono, creo que yo arruiné sus planes de algún modo.
–Tus tíos querían que pasarás las fiestas con ellos, desafortunadamente tu estado emocional no es apto cómo para dejarte salir. Pero esto no es tu culpa, tener recaídas es normal.
–En todo este tiempo, jamás los había escuchado molestos.
–¿Por qué no hablas con ellos? Diles la verdad, que te preocupa escucharlos discutir. Tal vez desde tu punto de vista, el problema es más grave de lo que realmente es.
–No sé si eso sea buena idea. ¿Qué tal si solo empeoró las cosas?
–Estas muy pesimista. Sabes, quiero administrarse antidepresivos.
–¿Antidepresivos?
–Así es, estás semanas has pasado por mucho, creo conveniente darte un apoyo farmacológico.
–Otra píldora… que más da – cerró los ojos resignado.
–¿te molesta la idea?
–No es eso, es sólo que… olvídelo. Medíqueme.
Estuvo otro rato en consulta, hablando de cómo fue su despedida en el aeropuerto. Finalmente se encaminó a la sala común a ver la televisión. Necesitaba un distractor que le ayudase a dejar de pensar.
Por la tarde ambos familiares llegaron. Trato de ignorar el hecho de haberlos escuchado discutir y se dispuso a pasar tiempo con ellos. Tal vez las cosas no eran tan graves cómo creía. Se atrevió a indagar lo más discretamente que pudo.
–Así que… amm ¿Qué haremos para navidad?
–Supongo que lo pasaremos aquí, al igual que tú cumpleaños– le respondió Marcus, con lo que el chico creyó era un pequeño tono de molestia.
–¿Quieres cenar algo en especial para esa fecha?– le pregunto su tía, eso sólo lo hizo pensar que trataba de desviar su atención del comentario anterior, así que no era solo su percepción, pensó.
–No conozco mucho de la comida navideña, así que, cualquier cosa estará bien.
–Ya veo, te traeré una rica cena para ese día.
–Lo ideal sería pasar la navidad en casa, pero supongo, será el próximo año.– soltó Marcus.
–Lo lamento mucho, eche a perder sus planes.
–Bueno, las acciones tienen consec… ¡Auch!
Dayan acababa de callar a Marcus con un codazo en el pecho. Sin duda algo estaba mal. Muy mal.
–Descuida, será el próximo año– le aseguro su tía.
Los días que siguieron las cosas parecieron calmarse, pero había sutiles detalles que le hacían creer que algo aún no estaba bien.
Aquella tarde se quedo dormido en presencia de ambos y sin ser muy consciente volvió al viejo hábito de estar alerta mientras dormía, por lo cual parte de una conversación en susurros llegó a sus oídos.
–Lo estás sobreprotegiendo.
–No es verdad.
–¡Ya no es un niño! Y a pesar de los últimos acontecimientos, lleva suficiente tiempo en rehabilitación como para aceptar que tomó una mala decisión al ir al aeropuerto.
–Ahora lo vas a responsabilizar por tener una amiga, ambos apoyamos la idea de que pasaran tiempo juntos.
–Lo sé, pero finalmente él resultados no fue tan positivo cómo esperamos. Es mi sobrino y lo amo, pero sería bueno que actuará de manera responsable…
Salieron de su habitación, aquellas palabras lo hicieron sentir nuevamente incomodo.
Ésa noche soñó con su madre, quien lo sujetaba del rostro y le decía una y otra vez que todo era su culpa.
–…tu eres el responsable de mi desgracia Isaac, jamás debí tenerte.
–mamá… ¿qué hice mal?
–¿por que no moriste aquel día? ¿por que no permitiste que el fuego te arrebatará la vida? ¿Por qué sigues siendo una carga para los demás?
–¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo enmendar mi error?
–Desaparece, solo lárgate para siempre Isaac.
Despertó.
–Así que eso es lo que necesito, no, es lo que ellos necesitan.
Se puso dé pie, se vistió y caminó al escritorio, tomó el álbum de fotos, comenzó a ojearlo, había agregado las fotos de él con Rachel y de él con sus tíos en su último cumpleaños. Extrañaba esa felicidad, volteó las páginas y un pequeño rectángulo de papel cayó de entré las fotos. Lo miro con curiosidad y lo recogió, era un número telefónico y en el reverso decía Abraham Gray.
–Ese viejo…– musitó recordando la vez que lo vio en los tribunales.
Llamaron a la puerta y su reflejo fue el de meter el trozo de papel en el bolsillo de su pantalón.
–Buenos días Zack– como de costumbre era Monrroy– ¿Cómo has estado?.
–Igual – fue su cortante respuesta.
–Te espero en mi consultorio– le indicó antes de retirarse.
El joven suspiro y buscó el pastillero dónde guardaba sus medicinas, desde que llegó allí nunca se había reusado a tomarlas y cómo un gesto de confianza y para darle un poco de responsabilidad, le permitieron administrar el consumo de su medicina. Sin embargo no pudo evitar pensar que desde hace un tiempo estás no le ayudaba a sentir mejor. Observó con detenimiento la pequeña caja plástica y el montón de píldoras en su interior, la idea de que ya no funcionaban lo frustraba, a tal punto que lanzó en recipiente plástico al suelo. No quería tomar nada ése día, ¿qué casó tenía?
Fue a consulta.
–¿Cómo está Ray? ¿Le han dicho algo?– pregunto.
–Lo único que nos han informado es que ella llegó bien y se reunió con sus adoptantes.
–¡Miente! Deben haberle dicho algo más– reclamó.
–Ofrecieron decirme más, pero pedí que no lo hicieran. Zack, creo que es momento de que dejes ir a Rachel. Se que ella es muy importante para ti, pero te estás haciendo daño…
–¡No me diga lo que debo hacer! ¡Usted no entiende nada! Sin Ray aquí yo no soy más que un monstruo– estaba molesto y frustrado, sentía que desde hace un tiempo nadie lo comprendía y para finalizar se sentía también responsable de los momentos de tensión que se presentaban entré sus tíos. –Ella es la única persona que podía aceptarme por lo que yo soy, la única que podía revelar al humano atrapado en el monstruo.
–Estas siendo irracional, trata de calmarte, eres humano Zack. Tan humano como cualquier persona en esté lugar.
–¡Estoy harto de todo esto! ¡¡¡Yo estaba muy bien antes de toda esta mierda!!!
–Yo sé que es este momento las cosas no se ven bien, pero, todos estamos buscando la manera de ayudarte.
–¡¡¡Usted sólo me ayuda por que le pagan por hacerlo!!! ¡¡De no ser así realmente no le importaría una mierda!!
–Pro supuesto qué me importas– intento mantener la calma en su voz y hablar con firmeza, se sentía indignada por las palabras del chico, le había agarrado simpatía en su estrecha relación médico-paciente.
–¡¡Ya no quiero escucharla!! ¡QUIERO UN CAMBIO DE MÉDICO!
No estaba de todo seguro de lo que acababa de decir, lo había escuchado en televisión y en su ingenuidad lo exclamó como una forma de desahogo y de terminar la conversación. Era decir eso o saltar sobre la mujer y romperle el cuello, la primera opción le pareció más adecuada en esa ocasión.
–Esta bien, cuando tus tíos lleguen hablaremos sobre canalizarte con otro psiquiatra y sí es necesario a otra institución.– le habló con calma, como siempre lo hacía – si ya no tienes nada más que tratar conmigo puedes retirarte.
No dijo nada y solo salió de la oficina. Regreso a su cuarto y destrozo casi todo lo que tenía, libros, juguetes, dibujos, la cámara de fotos, algunas prendas de ropa… todo lo que podía romperse, se encargó de darle aquel destino. No sabía que pasaba con él, solo sabía que se sentía atrapado en él mismo, totalmente desesperado.
Lo único que no se atrevió a destrozar fue el álbum de fotos, sin embargo lo arrojó y pateó dejándolo bajo la cama.
Terminó su berrinche y solo se quedo sentado en un rincón del cuarto.
–Hahaha soy un maldito monstruo– río por lo bajo y sonrió con demencia. Por irónico que fuera, sentirse otra vez un monstruo lo hacía sentir mejor consigo mismo.
Horas más tarde llamaron a la puerta de su habitación.
–¡Lárguense! – exclamó molestó.
–¡Zack! Somos nosotros – le dijo Marcus esperando que eso lo calmará, ya estaban al tanto de su mal humor de ese día. –¿Podemos hablar?
–¡Déjenme tranquilo!
A pesar de sus quejas, la puerta de su habitación fue abierta con llave.
–¿Qué pasó aquí?– cuestionaron ambos al ver el desastre que dejó el chico.
–Destroce todo ¿Algún problema?– dijo en modo retador.
–¡Es suficiente! Es el colmo, estás causando muchos problemas últimamente – Marcus no puedo ocultar su molestia en ese momento.
–¡Al fin algo de jodida sinceridad!
–Zack– hablo su tía – no eres una molestia, lo que sucede es…
–¡Ya basta de mentirme! ¿Creen que no lo sé? Sé que han discutido por mí maldita culpa. Es obvio que ya no me soportan.
–Quieres calmarte y dejar de hablar como un...
–¿Cómo un qué?– interrumpió Zack –¿Un loco? ¿Un psicópata?
–¡Ya basta! Los dos cálmense.
–Estoy hartó de todo esto– murmuró y salió de la habitación pasando entre sus tíos.
–¿A dónde crees que vas?– volvió a retarlo su tío saliendo detrás de él y siguiéndolo hasta la entrada del lugar.
Los enfermeros se encargaron de mantener al resto de los internos calmados y lo más alejado posible, incluso cerraron las puertas para disminuir la intensidad de la discusión.
Las recepcionistas de la entrada, se ocultaron atrás del aparador de madera.
–¡Que mierda te importa! Ni que fueras mi padre.
–Zack ¿Qué sucede contigo?– Monrroy se presentó intentando calmar la situación.
–¡Nadie la llamó! no sé meta si no quiere que la maté. – pateó las puertas de acceso y salió del centro psiquiátrico.
–Zack ¿Qué piensas hacer?– le pregunto su tía al borde del llanto.
–¡Haré lo que me plazca! ¡¡Nunca necesité de nadie!! ¡¡Tampoco los necesito a ustedes!! ¡¡¡No necesito amigos y menos de una familia!!!
–¡Zack trata de calmarte!– exclamó Monrroy.
–¡Tampoco la necesito a usted! Así que no me diga que hacer. ¡¡Soy un monstruo!! Siempre lo seré y un monstruo no necesita de ridículos vínculos, no necesito mis sentimientos y tampoco compasión. ¡¡Solo necesito matar!!
–Por favor Zack, no sabes lo que estás diciendo– le gritó Dayan desesperada.
–¡No, yo sé bien que estoy diciendo! ¡¡Ahora no se interpongan en mi camino o tendré que matarlos!!– comenzó a correr en dirección a la maleza del bosque.
Fue seguido por sus tíos y la doctora.
–¡No creas que te dejaremos ir tan fácil!– le gritó Marcus corriendo en dirección a él joven, lo sujeto del brazo e intento someterlo.
Forcejearon un momento, sus fuerzas eran casi iguales pero él de vendas tenía más resistencia. Logró zafarse del agarré del mayor y propinarle un par de golpes, finalmente lo arrojó con fuerza contra un árbol, Marcus hizo una exclamación de dolor, Dayan corrió para auxiliarlo.
–Se los dije ¡Soy un monstruo! Uno que solo sabe arruinarlo todo– murmuró y salió corriendo al interior del bosque que rodeaba la carretera.
–¡¡ZACK!!– su tía grito al verlo irse.
–Acabo de llamar una ambulancia– comento Melinda– llamaré al detective, para que comience la búsqueda.

Sin Alas (Satsuriku no tenshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora