Junto a ella

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Era la segunda ocasión que terminaba en el hospital y lejos de Zack.
Está vez su recuperación duró sólo unos días, a pesar que la cortada en su hombro había sido profunda y perdió algo de sangre, una transfusión y una buena sutura había hecho más que suficiente para curar el daño hecho.
Pero ella estaba molesta y lo demostró desde un inicio comportándose cómo una niña malcriada que desobediencia las indicaciones de médicos, enfermeras y trabajadores sociales que llegaron a asistir su caso.
Le hablaron del hecho de llevarla a un orfanato o en todo caso a un centro de cuidados diferente para tratar el trauma del supuesto secuestro. Ella se reusó a ir a alguno de los dos hasta hablar con la policía. Pero al parecer no tuvo mucho éxito. También protestó por un cambio de terapeuta al ver que la ingenua doctora de la clínica anterior se presentó. A lo que Rachel alegó a una trabajadora social que aquella doctora era incompetente, esa mujer podía ser buena con niños traumatizado, pero no con alguien como ella.
La trabajadora social notó en Rachel aspectos que no había visto en otros niños hasta ése momento. Por lo cual después de unos días la canalizaron con una Psiquiatra de nombre Taylor Quinn, quien era más observadora y atenta a los detalles.
Después de unos días de trabajar con Rachel, llegó a una conclusión, la niña tenía síndrome de Asperger.
A pesar de que en un inicio no le permitieron tener contacto con la policía, está llegó buscándola cómo testigo para poner tras las rejas una vez más a Isaac Foster. Le dijeron que su testimonio era de crucial importancia ya que familia del criminal había aparecido y buscaban protección médica para el sujeto. De inmediato ella aceptó.
A pesar de que Ray no dijo nada, la Dra. Quinn sospechaba de que no le tenía miedo al asesino ya sea por el Asperger que no le permitía sentir gran temor o por alguna razón diferente.
El día del juicio después de su declaración todo quedó un poco más claro para la Doctora Quinn. Por lo cual estuvo totalmente de acuerdo en volver al día siguiente para no sólo conocer el veredicto final, sino por que Ray parecía ser más social en presencia de ese chico de vendas, además al escuchar que este era atendido por una personalidad médica como lo era la Doctora Melinda Monrroy su curiosidad aumento.
Finalmente ella no tuvo que acercarse a la Doctora Monrroy ya que está lo hizo primero. Su prioridad era la mejora de su paciente y si la manera de tener a la niña feliz y que ella cooperará implicaba llevarla regularmente a ver a su peligroso amigo, lo haría.
Mientras manejaba a la institución no podía evitar ver de reojo por el retrovisor y ver la suave sonrisa en los labios de la niña. Desde que le dio la noticia de la visita que realizarían. Su actitud había mejorado.
–¿Estás feliz Rachel?
–Si.
–Me alegra, llegaremos pronto.
……
Zack estaba despierto desde las 6 de la mañana. Se había duchado, arreglado, recogido su cuarto, molestado a Monrroy para tener su consulta a las 7am para terminar a las 8am, había desayunado, tomado sus medicinas y desde las 8:15 se había sentado a esperar frente a la puerta principal. Todo eso a pesar de que se le había dicho que Rachel llegaría pará las 10am.
Eran las 9:55 cuando la puerta principal se abrió y antes de que si quiera pudiese ponerse de pie, se encontraba tumbado en el piso con la chica encima suyo abrazándolo y besándole todo el rostro. Por su parte Zack la abrazo de la cintura y también comenzó a besar las mejillas de la niña. Duraron así solo unos segundos.
–Te extrañé tanto Ray.
–Y yo a ti Zack, me da tanto gusto ver que estas bien.
–Claro que lo estoy y más ahora que estás aquí. ¡Por Dios o lo que sea! Hay tanto que he querido contarte tanto que quiero saber de ti.
–Yo también quiero hablar tantas cosas contigo Zack, pero ¿porque mejor no comienzas por mostrarme el lugar?– Pidió la niña mientras ambos se colocaban de pie, era una escusa para alejarse de su terapeuta y estar a solas con Zack.
–¡Claro!
Monrroy se acercó a Quinn pará saludarla.
–Muchas gracias por traerla hasta acá, lamentablemente no podemos sacar a Zack de la clínica tan fácilmente.
–No hay problema. No puedo creer lo mucho que cambia Rachel en presencia de ese chico. En el hospital apenas habla y ni sonríe. Pero ¿será seguro dejarlos sin mucha supervisión?
–Tranquila, no creo que el intente dañarla, pero por si acaso, el personal de aquí sabe cómo tratar con Zack.
……………………
Se encontraron pronto vagando por las instalaciones del lugar.
–Aquí están las duchas y de este otro lado es la lavandería, no acostumbro ir allí. Ahora vamos al comedor y a la cocina.
–Este lugar es agradable, es muy diferente a dónde yo estoy, me alegra que tus tíos puedan tenerte en una institución privada, han de quererte en verdad mucho.
–¿Eh? ¿Qué es privada? ¿Cómo es dónde tú estás?
–Yo estoy en una institución de gobierno, es menos acogedora que aquí, pero por ahora mi cuidado depende del Estado hasta que sea mayor de edad. Y una clínica privada es como está, se paga por que te brinden mejor atención, por más comodidades.
–¿Crees que sea muy costosa?
–Unos $600 dólares al mes probablemente.
–¡Eso es mucho! más de lo que gastamos en nuestro viaje – oculto su preocupación con un tono de molestia.
–No creo que a ellos les molesté, no deberías preocuparte por eso – pero ella sabía que le inquietaba.
–Sera difícil dejar de pensar en ello, me dijeron que tengo TOC, así que me obsesiono con algunas ideas.
–Ya veo.
–¿Al menos sabes que es TOC?
–Trastorno obsesivo compulsivo.
–Realmente eres lista, eso me gusta de ti. Vamos por algo de comer Ray.
–Si.
Una vez en la cocina pidieron a la encargada algo para comer. Rachel pidió sándwiches de crema de maní y mermelada, se le apetecía algo dulce. Zack quería unas papas, pero la encargada le recordó que tenía indicaciones de consumir más frutas y vegetales, así que le preparo una ensalada de frutas para hacerle más divertido el consumo de estas. La aceptó de mala gana, pero al menos las frutas tenían buen sabor.
Se encaminaron al jardín a comer.
–Veo que están cuidando bien de ti– comento Ray mientras probaba su sándwich y después le ofrecía una probada a Zack quien aceptó de inmediato.
–Si– suspiro– la semana pasada fui con una nutrióloga y dijo que debo reducir mi consumó de azúcar, Doc aun me deja comer cereal con soda por la mañana, pero me pidió que lo mantenga en secreto de mis tíos – sonrió y con la mano se llevó un trozo de fruta a la boca, tenía prohibido usar cubiertos sin supervisión.
–¿Te tratan bien aquí?
–mmm sí, todo el personal es amable conmigo, si algún otro paciente me molestas no dudan en intervenir y Doc me ha dicho que si necesito algo no dudes en pedirlo.
–y ¿Estas feliz aquí?
–Es muy diferente a lo que estaba acostumbrado,– le ofreció fruta a Ray– es mejor que prisión, pero sin duda, ahora contigo a mi lado creo que sí, soy feliz aquí.
–Me hace feliz que tú seas feliz Zack.
–Cuando terminemos esto quiero mostrarte mi habitación.
–¡Está bien!– sonrió.
Se encaminaron a la habitación de Zack, se sentía un poco ansioso ante la idea de que Ray la viese, no sólo porque era su primera recamara decente en años, sino porque había escuchado en televisión que no se debía invitar a una chica a visitar el cuarto de un chico así nomás o algo del estilo. Se sentía tonto por dejarse influenciar tanto por una película de adolescentes, pero que sabía el realmente de la vida adolescente,  que sabía el de llevar chica a su cuarto.
Abrió la puerta y la invitó a entrar.
–¿Qué te parece?
Ray no pudo evitar fijar de inmediato su vista en aquel único peluche que reposaba sobre la cama. Camino rumbo a este y lo abrazó.
–Es adorable– menciono viendo al muñeco de felpa –y tú habitación no esta tan mal, la has recogido ¿Verdad?
–Claro, no es como si pasara por alto tus sugerencias.
–¿Supongo que esté muñeco es tuyo?
–¡Huh! Si, dijeron que me lo regaló mi padre después de un viaje de trabajo al extranjero.
–¿Qué pasó con tu padre?
–El falleció hace mucho. Tengo entendido que mi madre estaba mal de la cabeza,– giro su dedo índice a un costado de su oído para burlarse de la falta de cordura de su progenitora–  cuando mi padre quiso el divorcio ella huyó conmigo y mi padre falleció en un accidente al ir a buscarnos.
–Eso suena algo triste.
–Realmente no lo recuerdo, ni a él, ni a mis tíos. Es de las pocas cosas que no pienso demasiado, al fin eso ya pasó y ninguna mierda que haga me regresara lo que perdí.
–Y esté peluche ¿es el único recuerdo que tienes de él?
–¿Aquí? Eso y un par de fotos. ¿Quieres verlas?– fue al escritorio por el pequeño álbum y otro par de cosas. Se sentó en la cama e invitó a Ray a sentarse a su lado. Abrió el álbum y se lo mostró a Ray.
–¿Este eres tú? Eras adorable.–comento Ray al verlo en las fotos cómo niño.
–No es verdad, aunque supongo que la ausencia de quemaduras hace una gran diferencia. Cómo sea, la siguiente foto no tiene caso verla– se saltó la página y colocó la foto dónde aparecía con su padre.
–¿Ese es tu padre?
–Eso es lo que me dijeron Marcus y Dayan.
–Es bastante apuesto, te pareces a él.
Zack se sonrojo y volteó a ver a Rachel con gran intriga en su rostro. Ella volteó a verlo y le sonrió dulcemente.
–¿En verdad lo crees? ¿Qué soy apuesto?
–Tu odias las mentiras, así que yo no te mentiría Zack.
Su cara se puso aún más roja.
–¿Qué hay en la foto anterior?
–Es una foto dónde estoy con… mi madre. Yo no quiero verla, he querido destruirla, pero no sé porque rayos no lo hecho.
–¿Te molesta si yo la veo?
–Adelante.
Ray tomó el álbum y dio vuelta a la página para observar aquella fotografía, en ella un pequeño niño lucia muy feliz junto a una mujer que lo abrazaba con ternura, sin embargo podría tratarse solo de un buen día para ambos.
–No es que quiera pensar en ella, pero desde que llegué aquí, hay días que no puedo evitar preguntarme que estará haciendo, si me recordara, si estará bien.
–Supongo que es normal que pienses en ella de vez en cuando. Yo me di cuenta hace poco que extraño a mis padres. Tal vez no fueron los mejores padres y los últimos meses las cosas se complicaron mucho, pero eran mi familia y los amaba a mi manera.
–Por cierto Ray,–quiso cambiar el tema– hay algo que quiero mostrarte – sacó una libreta y uno de los cuentos infantiles que le habían dado– yo estoy aprendiendo a leer y a escribir.
–¡¿En verdad?! ¡¡Eso es fabuloso Zack!!
–por ahora solo he aprendido las vocales y estoy haciendo algunos ejercicios de caligrafía, pero no es tan fácil con esta porquería– se refirió a la férula.
Le mostró la libreta dónde tenía algunos ejercicios de hacer “palitos y bolitas” además de algunos otros ejercicios como hacer espirales y planas de letras “a”, “e”, “i”, “o” y “u”.
–Tus ejercicios son de niño de primaria– le pareció curioso.
–Eso lo sé, pero creen que es mejor que comience así, pronto podré leer y escribir. Es algo que creo siempre he deseado. Uno de mis tantos deseos se está cumpliendo Ray y contigo aquí creo que he cumplido otro.
–Zack, en verdad me alegra que las cosas estén funcionando para ti– le sonrió.
–¡Creo que ya hablamos mucho de mí! Ray quiero saber de ti– dijo entusiasmado el joven.
–Yo fui diagnosticada con síndrome de Asperger.
–¿Qué carajo es eso?
–Es lo que hace que vea el mundo de una forma única y también es la razón por la cual me cuesta mostrar emociones.
–Eso explicaría mucho de ti, pero mientras sigas sonriendo para mi, yo puedo aceptar tu rareza, al igual que tú me aceptaste.
La tomo con delicadeza del rostro, y se acercó al punto de poder ver sus ojos, unos ojos vivos que solo brillaban a su lado.
La besó, un roce en los labios, tímido al no saber cómo ella reaccionaria. Se retiró unos centímetros y sonrió pícaramente al ver que ocasionó un notable sonrojó en ella.
Ray no dudó en volver a besar a Zack. La habían alejado de él, de su posesión más valiosa, su amigo, el chico por el que tenía un sentimiento que aún no reconocía y en ese momento solo quería volver a marcarlo como suyo.
Sus lenguas comenzaron a jugar entre sí como en ocasiones pasadas.
–Mi Zack…–susurro.
–Ray… ni un solo minuto he dejado de pensar en ti, así que maldición, supongo que sí te pertenezco en cada pensamiento.
–Zack tu siempre serás mío ¿Verdad?
–Si eso es lo que quieres, seré tuyo. Y tú ¿Serás mía Ray?
–Seré tuya… hasta el día de mi muerte.
–Eso me hace pensar… ¿qué pasará con nuestra promesa ahora?
–Eso no importa mucho ahora ¿o si?, lo importante es que otra vez estamos juntos. ¿Verdad?
–Tienes razón.
Volvieron a besarse un rato, se acurrucaron juntos y se quedaron dormidos sobre la cama.
Zack sintió como era meneando suavemente. Abrió los ojos un poco confuso. Vio a Rachel tallarse los ojos para despabilarse, en la puerta de la habitación se encontraba la terapeuta de la niña y a un lado de la cama estaba Monrroy.
–Perdona que los despierte, pero son casi las 4 de la tarde y tengo que recordarte que Rachel se va a las 5, creo que aprovecharán mejor el tiempo despiertos.
–¡Es verdad! Ray ¿Qué quiere hacer ahora?
Se quedo pensativa un momento, les quedaba sólo una hora junto ése día.
–Podemos pasear otro rato en el jardín.
–Bien vamos.
Finalmente el reloj marcó las 5 de la tarde. Pará fortuna de ambos aquella primera reunión había comenzado bien y terminado satisfactoriamente para ambos, asegurando de ese modo poder verse la próxima semana.
Se despidieron con un abrazo y una pequeña sonrisa.
–Te veré pronto Zack. –Se despidió la niña mientras caminaba rumbo al vehículo.
Monrroy colocó una mano en el hombro del de ojos bicolor.
–No te preocupes, se verán la próxima semana.
–Mierda, es complicado esperar toda una semana.
–Supongo que si, pero también has pasado más tiempo sin verla ¿Verdad? Una semana se pasará pronto. Por cierto tus tíos llegaron hace 20 minutos, están en mi oficina para que vallamos con ellos.
–No sabía que también vendrían hoy.
–Ellos no querían interrumpir tu momento con Rachel, pero tampoco querían que creyeras que se olvidaron de ti.
–Es curioso, pero ya no me siento tan solo y se que ellos no me abandonaran aquí, yo entiendo que ellos tienen cosas que hacer, así que supongo que no es necesario que vengan todos los días.
–Entonces díselo a ellos– abrió la puerta del consultorio y allí se encontraban sentados.
Esa tardé le explicaron a Zack un par de adiciones a su tratamiento. Comenzaría a escuchar música que le ayudará a relajarse y de ser posible que le ayudase a expresar sus sentimientos y emociones. Así mismo comenzaría a ver una selección de películas, animadas en su mayoría, con la idea de que igual le ayudasen a expresarse y con aspectos de empatía. En un inicio la idea le pareció algo tonta, después de todo, una película era la que había desencadenado en el su deseo de sangre, que tal si las otras le causaban ideas aún más extrañas. Pero después de sentarse a ver una película en compañía de sus tíos, no pudo evitar sentirse identificado. Por otro lado la selección de música que instalaron en el  reproductor MP3 que le compraron la semana pasada, tampoco le desagrado de todo.
La semana transcurrió, escuchaba música gran parte de su tiempo de ocio y había comenzado a tararear algunas piezas. Sus pesadillas también habían disminuido, algo que le permitió descansar mejor por las noches. También comenzó a aprender las consonantes “B”, “C” y “D” cosa que lo entusiasmo demasiado al poder comenzar a leer algunas sílabas y un par de palabras como “dedo”, “boca”, “codo” además de la palabra “cabeza” dónde reconoció la “Z”, esto en un libro para niños que hablaba de las partes del cuerpo.
Incluso cuando el detective McGroening fue a hacer una visita sorpresa, no pudo evitar notar las mejoras en el joven. Isaac se seguía enojando con cierta facilidad, sin embargo era más tolerante a la frustración e incluso había comenzado a conversar brevemente con algunos otros pacientes que no le resultaban tan molestos.
El viernes llego y Zack repitió la rutina de la semana pasada, para sentarse con paciencia a esperar la llegada de Ray dos horas antes de su llegada.
–¡Zack!– Ray entró corriendo a abrazar al pelinegro quien está vez la recibió de pie.
–Ray ¿cómo has estado?
–Estoy bien, ven platiquemos en el jardín. – Tomó su mano y lo guío a donde esté.
–Pareces emocionada ¿Sucedió algo Ray?
–Yo hablé con mi terapeuta, le conté sobre lo que ocurrió con mis padres aquella noche. Me dijo que no tendré problema ya que fue defensa personal. Pero le preocupa que quiera “arreglarlo todo”.
–Así que confesaste lo que sucedió esa noche.
–Solo hable de mi relación con mis padres, pero descuida, no estoy en problemas, así que puedo seguir viniendo a verte. Pero de algún modo, el hablarlo con alguien más me hizo sentir mejor.
–Eso es bueno Ray.
–También comencé a tomar medicina, un anti-depresivo, así que por ahora me siento muy bien. ¿Tú cómo has estado Zack?
–Yo he comenzado a escuchar música y ver películas, esperan que eso ayude a “sensibilizarme” con otras personas y creo que está funcionando.
–Eso debe ser bueno.
–No lo sé ¿para que quiero entender a los demás? Si es que ellos no me entienden a mí. Estoy consciente que fuera de este lugar, el mundo no ha cambiado Ray. La gente que está aquí es amable y le importamos. Pero fuera de éste lugar yo sólo soy un monstruo.
–Eso no es de todo verdad Zack. Hay gente que está dispuesta a aceptarte. Yo te acepto por quién eres. Y al igual que yo, debe haber alguien más.
–Tal vez tengas razón. Sea como sea, no saldré de aquí hasta dentro de mucho tiempo, así que no tengo por qué preocuparme.
–¡Oye Zack!
–¿Huh?
–¿Podemos ver alguna de esas películas juntos?
–¡Por supuesto! Pediré el televisor, ven Ray– extendió su mano a la chica para encaminarse dentro.
Monrroy les preparo la película. Tenía sus dudas de si Rachel tenía alguna restricción así que lo consulto con la terapeuta de la chica. Finalmente tenía a los dos jóvenes totalmente perdidos en una película la siguiente hora y media.
Cuándo el filme finalizó ambos lo comentaron, les había gustado. Aún así Zack mencionó que le faltó más acción para tratarse de una película de kung-fu.
Fueron a la habitación de Zack.
En cuanto entraron Ray cerró la puerta y jaló al pelinegro del cuello de la ropa para que esté estuviese a su altura y poder besarlo. Lo cual lo sorprendió bastante, se  suponía que iban a practicar la lectura, tal ves escribir y dibujar un rato, pero quién era él para negarle a Ray una sesión de besó dónde era obvio que se entregaría a ella, después de todo le pertenecía.
–Zack, tú eres mío y por eso yo te protegeré lo más que pueda. Quiero que tú seas feliz.
–Ray… ya soy feliz.
–Lo sé, por eso mi deber es que tú puedas seguir siendo feliz.
Había algo en esas palabras que lo hicieron estremecerse, sin embargo en cuando Ray comenzó a besarle el cuello perdió la concentración en ese pensamiento.
Los besos no duraron mucho y pronto se separaron pará poder dedicarse a otras actividades, después de todo tenían un cuento que leer.
Los siguientes días pasaron con una velocidad abrumadora. Ver a Rachel lo hacía sentir bien y agradecía poder verla un par de días antes de su primera evaluación.
Un médico especialista en trastornos mentales y un analista conductual de la policía privada se encargarían de entrevistarlo y evaluarlo. El detective McGroening también asistiría cómo parte de los evaluadores para dar su punto con respecto al progreso del asesino.
Estaba ansioso a tal punto que comenzó a comerse las uñas e imaginando la peor de las situaciones. Sus tíos habían llegado desde temprano ése día para brindarle apoyo moral. Por su parte Monrroy le había dicho que ella estaría con el durante la entrevista, sin embargo tenía prohibido intervenir a menos que realmente fuese necesario.
Entraron a una pequeña sala de reuniones en la que nunca había estado, se sentó frente a una mesa donde enfrente de él se encontraban ya sentados sus “verdugos”. La doctora se quedo en una silla a un poco más de un metro de distancia.
–Buenos días Isaac. ¿Supongo que sabes por qué estamos aquí?– Habló él médico con la intención de hacer rapport*.
–Lo sé.
–Soy el Doctor Sullivan y estoy aquí por que quiero platicar contigo.
–¿De qué quiere hablar?
–Queremos que nos cuentes un poco acerca de ti.
–Estoy seguro que ya leyó algún archivo con toda mi información. ¿Qué más podría querer saber?– estaba arto de contarle su vida a desconocidos.
–Isaac, soy el oficial Carter– intervino el otro sujeto que para Zack era un extraño–¿Por qué no nos cuentas un poco de tus últimos homicidios?– soltó de golpe.
–¡Hah! No creo que sea un tema agradable para ustedes, el detective sabe de lo que hablo – volteó a ver a Orson– ¿Pero si aún así insisten?
–Continua– le insistió el policía.
–Los últimos cuatro sujetos que maté se lo tenían bien merecido –su expresión se iluminó y su voz adquirió un tono divertido – fue mientras viajaba con Ray, ella y yo solo estábamos pasando la tarde en él lago, pero comenzó a oscurecer y ella fue a cambiarse la ropa mojada– agregó un poco de seriedad a sus palabras– pero estaba tardando mucho, así que fui a buscarla y esos malditos la estaban molestando–. Hizo una breve pausa antes de sonreír sádicamente –¡Así que los mate! Al primero lo decapite y a sus amigos les di 10 segundos para escapar, verlos huir fue muy divertido. ¡Querían jugar con una niña de 13 años pero no conmigo! ¡Así que los destripe!
–Hay evidencia de que aquellos sujetos presentaban altos grados de alcohol en la sangre. –agrego el detective para corroborar parte de la información–. Además de que Rachel Gardner confirmó los hechos en una entrevista que tuve con ella hace 4 días.
–Muy bien. –Sentencio el policía– Ahora cuéntanos acerca de éste caso. –Indico mientras le presentaba una fotografía de un sujeto masacrado.
–¡Qué repugnante! Creó que fue hace 3 años –se quedo pensativo.
–¿recuerdas algo más?– pregunto el Dr. Sullivan.
–…tenía una muy buena razón para matarlo en ése momento…– murmuró– creo que tenía una sonrisa realmente irritante y además estaba mintiendo, hablaba con alguien por teléfono… dijo que había salido tardé del trabajo, pero yo lo vi salir de un edificio con luces neón. No estoy seguro de que era ése lugar, pero estoy convencido de que un sujeto cómo él no trabajaba en un lugar así. En cuanto colgó el teléfono y lo vi sonreí no pude evitar acorralarlo. El tipo lloró como bebé en cuando le mostré el cuchillo, le di 3 segundos, pero el muy idiota se paralizó, lo apuñale en el estómago un par de veces. Una vez que calló muerto tomé $20 dólares de su billetera.
–¿Acostumbras robar a tus víctimas Isaac?– interrogó el policía de forma agresiva.
–Soy un asesino, no un ladrón, pero quería comer algo decente, así que por eso tomé el dinero. Solo he tomado lo que necesito.
Su respuesta causó un poco de conmoción, si era posible incluso algo de lástima.
–Muy bien Isaac– prosiguió él médico – te mostraré algunas imágenes, quiero que me digas lo primero que se venga a tu mente ¿Entendido?
–Si.
Las siguientes 3 horas Zack hizo una serie de pruebas y respondió a otras entrevista. Llegó a perder la paciencia un par de veces e incluso hizo una rabieta en dónde destrozo algunos papeles y mordido la manga de su sudadera. Esperaba que Monrroy le llamase la atención y le dijera que se calmara, pero en ninguna de las ocasiones que volteó a verla ella le indicó nada.
Finalmente su evaluación terminó y lo único que quería era salir corriendo de esa sala, encerrarse en su habitación y escuchar música a todo volumen.
«Bendita música porque no te entendí antes» se decía el bicolor en su fuero interno.
–Una última pregunta.– lo interrumpió él oficial mientras el joven se ponía de pie, miró molestó al hombre, no tenía problema en ocultar su disgusto.
–¿Qué cosa?
–Hipotéticamente hablando, si hoy tuvieses la oportunidad ¿Asesinarías a alguien?
–Lo asesinaría a usted. Eso es todo ¿Verdad?
–Así es. Puedes irte.
Salió de la habitación consciente de lo que acababa de decir. No sé sentía orgulloso, pero ese sujeto tenía una expresión que le molestó desde el inicio. Creía entenderlo, era un policía, así que, lo veía como un criminal después de todo. Pero incluso el detective Orson había aceptado que él era un paciente psiquiátrico en ese momento y dejó de fastidiarlo. Sólo esperaba no haber arruinado su evaluación.
Camino a su alcoba y se topó con sus tíos quienes lo esperaban. Considero pasar de largo e ignorarlos, no quería que le preguntarán cómo le “había ido”. Pero a la vez ese miedo a perderlos, a que lo separaran de ellos.
Oculto el rostro en el hombro de Dayan y decidió ser directo.
–¡No me digan nada! No estoy de humor.
–¡Esta bien! Vamos a tu cuarto– le dijo su tía tratando de mostrarse comprensiva.
Ya en su cuarto le permitieron escuchar música y darle el gusto de ignorarlos. Se sentaron en la cama y Zack a pesar de no querer hablar con ellos se acostó y se acurrucó a un lado de ambos. Los observó con curiosidad.
–… «yo al fin si tengo una familia» – sintió algo en su pecho, una sensación cálida y agradable.
La Evaluación había resultado bien, después de todo era el primer mes oficial de tratamiento y no podían exigirle más, de hecho, por el contrario, el Doctor Sullivan tuvo que hacer hincapié en el gran control que el joven había logrado en poco tiempo. A lo cual el detective Orson repitió las palabras de Monrroy diciendo que el mérito era del mismo joven quien estaba cooperando voluntariamente.
Por su parte el analista conductual se quejó del exceso de honestidad del muchacho, sin embargo no podía decir nada más en contra.
Todos los viernes Zack repetía su rutina para esperar la llegada de Rachel. Cuando estaban juntos el tiempo volaba. Hablaban de cualquier cosa qué hubiese acontecido en su semana o en su mente. Ray hablaba de libros que había leído y entusiasmaba a Zack con querer aprender a leer lo antes posible, él habla de su avance en ese tema, y como se confundía con letras como la “G” y la “J” o la “C” y la “K”, además de la falta de sentido de la letra “H”, sin embargo letras como la  “L”, “M” y “N” creía comprenderlas.
Veían películas, escuchaban música, incluso habían comenzado a tararear canciones. Jugaban, dibujaban, leían los cuentos infantiles de Zack, tomaban siestas juntos y algunos días cuando nadie los veía se besan en total complicidad.
Para Zack, la presencia de Ray nunca era molesta, se sentía libre de ser el mismo junto a ella, incluso le contaba de cómo algunas veces le encantaría volver a matar a alguien, ver la expresión de horror en algún extraño, darle 3 segundos de ventaja, acorralarlo y destriparlo lentamente. Llevar otra vez una vida de fugitivo de la justicia. Esas ideas le causaban gracias, pero a la vez sabía todo a lo que renunciaría. Su vida parecía ser casi perfecta en ése momento.

Sin Alas (Satsuriku no tenshi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora