Tiempo Posterior [ Timothée Chalamet Y Tu ]

Reconocimiento, en proceso de ser apto.

-Sé que no me dispararás.- dijó impresionantemente sin ni un poco de miedo, como si no valorará que puede morir con tan solo un error.

- ¿Que tan seguro estás de eso? -

- Muy seguro, sé que estás conciente de lo difícil que debe de ser pelear con alguien similar a ti. -

Al parpadear no lo vi más, pero su presencia se sentía atrás de mi. Cerré mis ojos y decidí aparecer atrás de el, solté el arma y lo miré, la tensión la combatimos con teletransportarnos, vaya cobardes.

Desapareció delante de mi, de nuevo, escuché unas gotas de lo que parecía ser sangre caer y la recarga de un subfusil. Confíe y me pegaron con la culata de un arma de fuego cuando me hicieron pensar que me volarían la cabeza, tanta experiencia para tirarlo todo a la mierda.
Seguramente caí en los charcos de sangre haciendo un desastre más.

Desperté, intenté moverme, hice movimientos abruptos intentando ingenuamente de escapar de aquella situación, pero como era de esperarse estaba atada con una soga por muñecas y tobillos, mis brazos y la mitad de mi rostro estaban llenos de sangre seca, a este punto no sabía si era mía o de alguien más.

Algunas gotas de sangre de una procendecia desconocida caían por mi cuello.

Buscaba con mi vista alguna cámara y al mismo tiempo me llamaba la atención la habitación en la que me encontraba, el piso era de madera con un barniz obscuro, al lado de la puerta había un librero, habían sillas y muebles que parecían costar una cantidad de dinero muy basta, simplemente parecía una habitación de una persona mayor, olía a roble y hojas de libros viejos, podía hasta oler la penetrante tinta que se encontraba en un tintero de cristal muy elegante el cual estaba muy lejos de mi. Las pinturas de paisajes me confundían más que el ambiente a muerte y misterio que estaba impregnado en el aire, un mar con un sol demasiado grande, una montaña cubierta de nieve, y un retrato de una mujer que parecía ser de el siglo XVI.

Al no haber nadie y no encontrar ni una cámara me dispuse a buscar una cuchilla que tenía guardado en el bolsillo derecho de mi chaqueta, arrastre la silla con mucho sigilo hasta el escrito donde parecía encontrarse mis cosas, tomé de un extremo mi chaqueta con mis dientes y la levanté para poder tener más accesibilidad a los bolsillos, observé si aún estaban pero no fueron tan estúpidos de dejarme con un arma blanca casi en la nariz.

Estoy impuesta a que me pasen este tipo de cosas, lamentablemente, o yo diría que en esta situación es un ¿Gracias?, Dada a mí experiencia en esto guardo una pequeña navaja sin mango en la parte interior de mi chaqueta, en unos bolsillos muy escondidos en el centro, ¿Cómo cinco no se habrá dado cuenta de estó? El no me trajo hasta aquí, ni buscó en mis cosas, ni me ató a esta silla, son demaciados errores para el.

Con la presión de mis labios tomé con mucho cuidado la navaja, incliné mi cabeza y solté el arma blanca para tomarla con mi mano que estaba en la parte trasera de la silla, sentí la herida que dejó por la rapidez y la fuerza justo al tomarla, comencé a cortar poco a poco la soga. Antes de cortarla por completo, solté la navaja, moví mis brazos haciendo fuerza y se rompió por completo, acto seguido miré mis muñecas y seguí con la soga de mis tobillos.

Me levanté, tomé mi chaqueta para poder quitar el exceso de sangre y antes de irme, al ver los libros de lejos, sospeche que eran de regianld, mis especulaciónes eran ciertas ya que todos tenían en su pasta el apellido "Hargreeves", probablemente sabía dónde estaba en ese momento.

Tomé mis cosas y salí con un cuidado que ya había practicado antes, me acerqué a la habitación de al lado y miré por el resquicio de la puerta, se encontraba cinco sentando en la esquina de la cama y una chica de piel blanca y ojeras marcadas parada al lado de el ropero y conversando con el. Al verlo, la impotencia y las ganas de defenderme me inundaron, no me importó la chica ni los golpes que probablemente me llevaría, tenía unas ganas totalmente anormales de sacarle los ojos con una cuchara. corrí hacia donde el estaba, lo empujé y quedé arriba de el, coloque mi mano al lado de su pecho para que no se levantará y en un acto de desesperación por pensar demasiado tarde le pegué un puñetazo, un poco abajo de el ojo.

-¡Paren...por favor.!- dijo la chica la cual ni uno de los dos le préstamos atención.

-!Diego!- gritó al ver que no la escuchábamos. Mierda, número 2, no.

La chica intentó tocar mi espalda para poder parar la pelea pero por el susto lancé unas olas de fuerza por detrás mío empujándola hasta la pared.

Cinco me empujo de un lado para que perdiera el equilibrio pero solo respondí con un puñetazo entre el labio y la nariz, me miró y contestó de la misma manera, dos golpes en el pómulo derecho, me tiró al suelo y ahora el estaba arriba mío, miré hacia un lado buscando desesperadamente la anterior mencionada navaja, la tomé, levanté las dos manos y la dirigí hacia la entre ceja de cinco. Nos miramos, parecía que estábamos demasiado bloqueados para teletransportarnos, tomaba la navaja con mucha fuerza haciendo más profunda mi herida y caían las gotas de sangre en mi rostros, no le iba perforar la entre ceja a cinco, hoy no.

Número uno tomó a cinco de la cintura y lo levantó, Diego golpeó mi muñeca haciendo que cayera la navaja y me tomo de la otra mano para poder levantarme.

Los miré a todos, coincidían perfectamente, eran igual de niños que de grandes, solo faltaba Ben y número 4.

-¿Quien eres?- dijo número 7.

Las palabras no salían de mi boca, igual no sabía que iba a decir, ¿iba a mentir?, ¿Les diría la verdad?, No tenía ni idea.

- ¿Que si quién eres?- dijo diego empujándome un poco.

- déjala - contestó Allison

- Quiero hablar con el. - dije apuntando a cinco.

- No, no, ni lo pienses, solo porque...-
- Por acá.- dijo cinco interrumpiendo a Diego.

Caminé dejando atrás las miradas. en el pasillo divisé a un hombre delgado con una apariencia fuera de lo común que me miraba con cautela.

- Te dije que la ataras fuerte Klaus. - le dijo cinco dándole un pequeño golpe al que parecía ser número 4.

Cinco siguió caminando sin esperar respuesta, por lo tanto yo también lo hice.