23. ¿Lo vale, Emily?

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Emily

Esto de estar castigada es una estupidez lo sigo diciendo y lo confirmo. Además de me hace sobre pensar tanto que quisiera arrancarme el cerebro por unos minutos. Puede se suene dramático pero lo único que hago es pensar en ese juicio. Quiero dejar de hacerlo.

Ya hace horas volví a mi mansión. Fue terrible, no quería venir sabiendo que mis papás estarían esperándome. De hecho al llegar, como siempre mamá estaba trabajado así que no interrumpí y papá estaba nadando en la piscina de la mansión. Por primera vez creo que agradecí el hecho de que estuvieran ocupados, no quiero seguir hablando del castigo.

Quería quedarme con los chicos a celebrar la victoria de Green high, tal vez una buena fiesta mucho alcohol y bailando con Alice pero las llamadas insistentes del chofer me recordó del estúpido castigo. Los chicos se tomaron por chiste mi castigo hasta que Alice lo confirmó. No me dio tiempo de nada, ni siquiera de despedirme de James luego del partido.

Tranquila, Emms. Aún no habrá celebración hasta unos días porque aún falta el partido de apuestas.

Es el mensaje que me envía la rubia y que al leer arrugo mi entrecejo porque ¿El partido de apuestas?

Claramente esto me interesa así que me escondo en uno de los rincones de la cocina, casi a un lado del enorme refrigerador. Estoy segura que aquí nadie puede pillarme me escondía aquí de niña. Marco el número de la rubia y en segundos ella me contesta.

—¿Que pasa? ¿Ya puedes ver la luz de día?.

—Si, claro. No seas tonta, estoy castigada no apresada— me burlo. 

—Joder, Emily es lo mismo. Eres un presa solo que en una lujosa mansión— suspira y ríe— eres una presa con beneficios. 

—Bueno... digamos que si. Mejor dime rubia... ¿Que es eso de partido de apuestas? ¿Por que no hay celebración?

—¿James no te ha contando nada? Ah... cierto que si ustedes hablan es para molestarse, besarse, calentarse y...

—¡Alice, no jodas! ¡Hablo en serio!

—¿¡Y yo no?! Estaba esperando que luego que te dedico el partido y te dio la camiseta, mínimo le partieras la boca de un beso. 

—¿Acaso no viste que el chofer vino por mi? 

—Ese idiota... la próxima que vaya a tu mansión. Dile que le corte de cabello le saldrá gratis— amenaza— Y con lo del partido es...

Siento como me quitan el teléfono del odio y rápidamente volteo hacia un lado para ver a mi nana quien cuelga la llamada y me mira con un gesto un poco enojado.

—Hola nanita— digo con una voz dulce y con una sonrisa— Que bueno que te encontré te habías...

—¡A la estufa!— me ordena mi nana señalándola sin dejar de mirarme—. ¿Crees que me iba a creer ese dolor de estómago?

—¿Estómago?— sobreactuó estar extrañada— Yo dije cólicos nana, eso es peor— le corrijo—. Pero juro que iba a...

—Claro, claro. Por eso hablabas con la rubia porque me imagino que discutían como quitar el dolor— dice con ironía.

—Bueno... dijo que el té de tilo era bueno— digo en un tono muy bajo.

Mi nana me mira seriamente dejando salir de su boca un poco de aire conteniendo la paciencia. Solo es cuestión de segundos para ver su sandalia en su mano amenazándome.

—¿Si, chamaca? ¿Té de tilo?— me dice mientras su muñeca balancea la sandalia.

—Ya, ya, ya. Lo siento nana— digo alzando mis manos para que se calme y señalo la sandalia— Guarda esa arma mortal Carmen Guadalupe.

Juntos Una Vez Más [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora