Anillos.

2.6K 354 33
                                    

Mamá volvió a tocar la puerta por tercera vez en menos de quince minutos, llamando suavemente mi nombre. Pero estoy negándole el paso a mi habitación, aturdido.

Luego de "La gran noticia", Chen se quedó justo igual que yo: desconcertado. Tardamos muchísimo reaccionar, llegando a notar que estaban cansados de sonreír tanto.

—¿Cómo? —Jongdae fue el primero en decir algo— ¡Ni siquiera nos consultaron!

—Cielo, sabíamos que no querrían.

—¿Entonces?

—Es necesario —respondió su padre.

Había mirado a los míos con una mueca. Mamá me sonrió, como si estuviera pidiéndome perdón y papá, bueno, él solo quería que por favor aceptara; su mirada me lo decía. Me levanté en ese instante y corrí escaleras arriba hasta encerrarme en mi cuarto. Mamá siguió mis pasos, pero, una vez más, no pensaba abrirle.

Suspiró.

—Dejaré que nos hagas lo que sea en tu mente, que te enojes con nosotros —eso no pensaba hacerlo—. Solo considera, es algo que nos haría bien tanto a ellos como a nosotros. ¿Sabes? Podría ser algo para que las agencias tuviesen herederos.

No respondí. Dediqué los minutos a pensar muchas cosas, entre ellas había una que sobresalía: ¿Por qué? Mis padres han hecho una decisión sin consultarme primero, sin pedir mi opinión o sin importarles un sí o un no. ¿Acaso les importaba más su amistad con esos señores que sus propios hijos? Caminé hacia mi cama y me senté, tomando un cojín en forma de gato para abrazarlo mientras dejaba a i mente viajar en dudas.

En un principio llegué a creer que nos obligarían a volvernos cercanos, cosa que podía prometer y dejarlo pasar después. Jamás creí esa clase de cercanía.

Oí que la puerta se abría pero no puse atención. Se oyeron pasos de zapatos y no tacones, así que supuse que era mi padre.

—¿A qué vienes?

—No lo sé, me dijeron que lo hiciera.

O quizás no.

Alcé la vista de golpe. Jongdae se sentó en la esquina.

—¿Quién te dio permiso de entrar?

—Tu madre.

—Mi madre no... —iba a seguir. Iba a decirle que mi madre no tenía poder sobre eso. Pero si mamá aceptó algo como comprometerme, qué más daba—. Qué buscas.

Chen se encogió de hombros y sonrió. Creí que esa clase de sonrisas no aparecerían en todo el día.

—Nada en realidad, solo hablar contigo.

Me quedé mirándolo, esperando a que siguiera. Sin embargo, se dedicó a observar primero mi habitación. Fue entonces cuando mis mejillas se calentaron. Las paredes eran de un morado pastel, tenía un vitrina llena de peluches de animales y un tocador (que compró mamá). Encima había maquillaje, mucho del que casi no usaba. Pósters de artistas o bandas como SHINee, Kyuhyun, entre otros. Tenía decoraciones un tanto... infantiles juntado a la pubertad.

—Sé que probablemente te sientas herido, yo también —decidió, por fin, dirigirme su atención—. Piénsalo, ellos quieren juntarse para crear solo una empresa que gana millones por mes, y para ésto sabes lo que necesitan, ¿verdad?

—Algo que los una —murmuré.

—¡Acertaste! —rió. Apreté mis puños— Hazlo por ellos, Minseok.

De repente se acercó, muchísimo, para susurrar.

—Podemos no decirle a nadie, y solo cumplir lo que ellos quieren. Al paso de los años, todo nos pertenecerá, pudiendo separarnos después.

"Comprometidos". [ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora