No dice nada.

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Antes de que mamá abriera la puerta, corrí hacia el baño. Cerré con seguro mientras oía como Minjung saludaba contenta, también oí a Jongdae saludando de manera educada. Mamá informó que me estaba «poniendo guapo», posteriormente se oyó cuando cerraron la puerta. Dejé escapar un largo suspiro.

No podía continuar así, tenía que enfrentar todas la cosas de una vez. De la misma manera como lo hice en clase y con el propio Jongdae. Mi corazón palpitó como loco de tan solo pensarlo. Sé que estaba ahí, pues escuchaba su maleta siendo abierta y sus cosas siendo dejadas en alguna cama, también pasos. Salté cuando tocaron la puerta.

—¿Tardarás mucho? —dijo desde afuera— También tengo que arreglarme.

—S-sí. ¡Ya voy!

Tenía razón. Jongdae también había venido apenas desde la escuela, y si continuaba pensando mis penas nunca estaríamos presentables. Así pues, decidí ignorar mis pensamientos por unos momentos, para acercarme a la bañera y girar la llave mientras quitaba mi ropa. Por suerte Jongdae no dijo algo como «tenemos que hablar», sino estuviera intentando que mi cuerpo cupiera en la pequeña ventana situada arriba de la bañera.

No tardé mucho. Cuando salí, Jongdae se limitó a sonreír para luego entrar. No mencionó nada más que un «al fin» y se rió después. No dice nada. ¿Acaso a Jongdae quiere evitar el tema? Quizá lo hace para no rechazarme de una mala manera. ¡Pues mejor así! Ni que estuviera perdidamente enamorado de ese idiota.

—Minseok —salté.

—¿Mande?

Giré sobre mis talones, dándome cuenta que ya tenía una toalla alrededor de su cintura, mientras yo intentaba echarme el cabello hacia atrás. Dejé caer el cepillo porque su imagen me pareció sexi. Sacudí la cabeza.

—Pásame esa bocina de ahí —señaló el cuadro encima de su maleta—, por favor.

Asentí. La tomé y se la di, pero justo cuando iba a tomarla; su toalla se calló. Tapé mis ojos al instante sin llegar a ver algo. Incluso se cayó la bocina. Sin embargo, Jongdae reía. Mi cara enrojeció bajo mis manos.

—¡Dios! Tenía bóxer, Minseok.

—Ca-cállate —me volteo—. ¡Y date prisa que nos queda poco tiempo!

—Una hora.

—¿Y? ¡Apúrate!

Oí otra risa y luego la puerta siendo cerrada. Bufé. Casi veo sus partes íntimas y a él le parece muy gracioso. Por eso es un imbécil.

Termino el delineado de mis ojos cuando Jongdae sale muy arreglado del baño. También tiene su cabello hacia atrás, lleva un traje azul marino y parece que nuestras corbatas parecen ir a juego. Ruedo mis ojos. Seguro fue idea de nuestras madres. Justo cuando parecemos terminar por completo, el chófer toca la puerta e informa que el auto con nuestros padres dentro nos espera allá bajo.

—Vamos —digo, haciendo amago de abrir.

Jongdae toma mi muñeca, me detengo. Con una sonrisa imborrable en su rostro, baja hasta mi mano y entrelaza nuestros dedos.

—Minseok —con (seguramente) la cara rojísima de los sentimientos que revolotean en mi pecho, produzco un sonido ahogado—, te ves muy lindo.

Ni siquiera me deja responder, abre la puerta y tira de mí hacia abajo. Llegamos en unos minutos, los cuales nos dicen que tardamos muchísimo. Sin soltar nuestras manos, nos sentamos juntos en el tercer asiento de atrás. Youngmin maneja, con Minjung de copiloto y mis padres en los lugares detrás.

—Oye, Baozi.

Decido ignorar el apodo.

—¿Mhm?

"Comprometidos". [ChenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora