OCHO

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La llevé a mi pieza, porque era la única en el primer piso. Se recostó en mi cama, y exhaló con un quejido.
Decidí no llamar a mi papá aun, no hasta que ella se diera un baño y se recuperara un poco.
Ahora que lo pienso, fue una estupidez. Sin embargo, en aquel instante me pareció lo mejor.
─ ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo es que te han traído aquí sin que lo notemos? ¿Cómo te has ensuciado tanto en menos de una semana?
Me miró con confusión.
─ ¿Una semana? ¿De qué hablas? Estoy segura de que llevo por lo menos un año completo allí abajo.
Ahora yo era el confuso. Sin embargo, supuse que como había estado sufriendo, se le había hecho mucho más largo el tiempo.
─Además─ gimió─, he estado aquí todo el tiempo. Esa yegua* de seguro los engrupió* a todos. Dime que ya la encerraron, por favor.
Me quede estático, sin comprender una sola palabra. Todo lo que decía me parecía enormemente descabellado.
─Discúlpame, Mindy, pero no te estoy entendiendo nada.
Su cara paso de expresar fastidio a transmitir una pena enorme.
─Entonces ni notaron que no era yo… Ignacio, óyeme bien: la “Mindy” con la que has estado conviviendo es una usurpadora.─ Su tono de voz era tan serio que ni siquiera me planteé si era una broma─. Me ha tenido encerrada en la bodega desde el día de la boda y más encima…
La callé a mitad de su frase. Mi cerebro acababa de hacer conexión.
Si lo que decía era cierto, llevaba casi dos años secuestrada en su propia casa. Y tenía que ser cierto.
Desde aquel día, ella había actuado diferente. Y estaba esa laguna mental a la que no había podido darle explicación.
Además, Mindy se veía tan sucia que era muy probable que no se hubiera bañado en un año completo.
─Tienes que bañarte─ le dije─. Llamaré a la vecina para que te ayude, tú estás muy débil.
Ella asintió con cansancio.

La de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora