NUEVE

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El baño de Mindy tardo más de una hora. Según la vecina Julia, tenía la suciedad pegada al cuerpo y el cabello lleno de piojos.
─En mi opinión, lo mejor que pueden hacer es cortarle toda esa maraña de pelo─ aconsejó─. De otra forma, será imposible deshacerse de los bichos. A demás que tiene toda la chasca enredada.
Mindy parecía a punto de llorar cuando supo que tendría que despedirse de su cabello castaño. La consolé diciéndole que de cualquier forma se vería bonita, pues sus facciones eran tan suaves y finas como las de cualquier Miss Universo.
Fue la misma vecina Julia quien le corto el pelo. No la dejo pelada, pero casi.
Aunque el peinado era bastante varonil, no dejaba de verse delicada.
Llevaba un vestido largo de esos que se usan para ir a misa (aunque ella jamás asiste) y
se había puesto un sombrero verde y unas condorito*.
Entonces dijo que estaba lista para ver a papá.
Golpeé la puerta y abrí sin esperar a que contestara. Me alarmé, porque la pieza estaba llena de papeles con moco y olía a desagüe.
─Papá, Mindy está aquí.

Me miró con mal humor, como si no supiera que yo no bromearía con algo tan serio.

─Hablo enserio, te está esperando aquí afuera. La voy a hacer pasar, ¿te parece?
Como no  contestó nada, le di la señal a Mindy para que entrara.
Yo salí de la pieza para darles privacidad, pero  alcancé a ver su cara de incredulidad antes de salir.
Mientras ellos dos platicaban, yo decidí ir a Carabineros* a poner una denuncia a la impostora, y a cancelar la búsqueda por la desaparición de Mindy.

*Condorito: sandalias.

*Carabineros: policía chilena.

La de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora