La de metal

TRECE

Así que no me quedó más que aceptar que tenía una prima.

Mi mente me decía que lo peor que podía hacer era enfrentar a mi tío o a Mindy.

Pero no podía evitar poner distancia con ella. Aun así, creía que de seguro habría alguna explicación.

La teoría que más me gustaba era que Mindy hija había nacido antes de la boda, que papá sabía de su existencia y que por esa razón mi tío le guardaba rencor.

Por más raro que fuera todo, al pasar las semanas olvidé el asunto.

Seguí editando mis novelas (dos de las cuales fueron publicadas poco después) y creé otras tantas historias nuevas.

Una de ellas (y la que me llevó a descubrir todo) trataba sobre la libertad femenina.

A partir de lo que me había dicho mi amigo, investigué sobre el porqué algunas mujeres no quieren tener hijos, y es sorprendente la forma en la que ellas relacionan <<familia>> con <<represión>>.

Cierto día Mindy y papá (ya reconciliados) salieron a divertirse.

Entonces decidí intrusear en la pieza, a ver si Mindy tenía entre sus cosas algo que me explicara su postura y que, por tanto, me ayudara con el libro.

De manera muy diferente a lo que pensé, aquella prueba colosal no estaba resguardada bajo siete llaves en un cofre bajo la cama. Simplemente era una señal visible en cada lugar del cuarto. En las paredes, en las cortinas y hasta en la cabecera de la cama.

Metal.

Metal.

METAL.

METAL.

Donde fuera que mirara, había señales. Ya sea como la marca de un labial metálico en las almohadas, o las parcas de uñas (indudablemente artificiales) en las paredes.

Y baterías. Baterías por todos lados.

Pero nada me asusto tanto como el líquido plateado que estaba regado por las sabanas.

¿Qué estaba pasando? ¿Acaso papá no encontraba raras estas cosas?

Tomé con mi dedo aquella sustancia y la olí.

Sí, lo sé, fue muy tonto de mi parte. Pero entonces no podía pensar en que fuera peligroso. Estaba más ocupado debatiendo si era real. Porque a este punto ya dudaba de mi cordura.

Lo plateado tenía olor a grasa. Así que me limpié en el bestón y salí de la pieza, antes de que me retaran por chismosear.