DOCE

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En tan solo segundos ideé un montón de teorías. Nada llegaba a convencerme, pero a la vez era demasiado para ser una coincidencia. Mindy no era un nombre común (ni propio de aquí tampoco, pero mi madrastra tenía padres ingleses).

—Lindo nombre— alagué, más por decir algo que por otra cosa.

Ella me sonrió marcando sus margaritas. Por un momento creí que podría ser solo una enorme casualidad, pues Mindy madre no tenía ningún hoyuelo.

Sin embargo, aquello no duró mucho.

—A mi también me gusta, lo heredé de mi mamá.

Pese a que todo estaba muy claro, quería convencerme de que aquella niña era hija de alguna prima de Mindy (porque era muy usual que varios en la familia se llamaran igual).

Pero mi curiosidad me llevó a bombardearla con preguntas.

— ¿Cuántos años tiene tu mamá? ¿Cuál es su apellido? ¿Cómo se llama tu papá?

Tenía la leve impresión de que mi actitud le generaba desconfianza, pero necesitaba saber.

—A ella no la conozco. Papá se llama José Luis, y viene a verme de vez en cuando.

La de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora