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Hey, hey.
¿Estás despierto?

Para ti siempre, bebé.

Quiero que me hagas un favor.
Para mañana.

Dinero no tengo.
Y si quieres salir me pagas la gasolina.

No, eso no, idiota.
Es decir,
si quiero que salgamos.
Pero no como hoy, ¿sí?
Quiero que me acompañes...
A la iglesia.

Adonai observó su celular largos momentos.

¿Qué?

Quiero que vengas conmigo a la iglesia.

¿Es en serio?
Si sabes que soy ateo, ¿no?
Bueno, agnóstico.
Pero ya sabes.
Si me llevas a la iglesia me voy a quemar.
O se va a quemar la iglesia,
que es peor.

Solo hazme este favor, Adonai.
No entres a misa si no quieres.
Pero, por favor, acompáñame.
Te necesito.

Ugh.
Las cosas que hago por ti, niño lindo.
Me deberás una mamada después de esto.

Que sea un almuerzo.

Dos almuerzos, Antoine.

Bien.
Perfecto.
Nos vemos mañana en misa.
A las once.

Estaré preparado para recibir el espíritu santo, hermano.

Cierto.
Por favor, guárdate esos comentarios.

Adonai volvió a tomarse su tiempo para volver a leer los mensajes enviados. ¿Era broma? ¿Le estaba pidiendo que le acompañara a misa y que además respetara la situación? No iba porque su simple presencia era una falta de respeto, ¿le estaba pidiendo ir y además guardarse los comentarios sarcástico?

Que buen amigo.

Los almuerzos de una semana.

Tres días.

Una semana.

Cuatro días.

Que te vaya bien solo.

¡No, espera!
Está bien.
Una semana.

Magnífico.
Nos vemos mañana, hermano.

Bien, mañana sería un día largo. Demasiado largo.

Filosofía De Vida Para Noches de InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora