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La motocicleta por fin se detuvo. Pero no frente al restaurante, ni siquiera frente al parque. No. Se encontraban frente a la casa de Antoine, una edificación grande, de dos plantas, un ático y un sótano.

Adonai se quitó el casco, dejando gotas de sudor caer por doquier. Su cabello estaba húmedo, desordenado. Antoine aun se encontraba fuertemente aferrado a él como si fuera un gato aterrado.

Vociferó insultos, alterado. Molesto. Dejando la adrenalina salir poco a poco, y así dejando ir su agarre.

"¿Qué fue todo eso?" Es lo último que dice antes que sus manos estén totalmente alejadas de su amigo, ahora estas se aferran al asiento de la motocicleta.

"Estoy cansado." Jadeó, limpiándose el sudor con el dorso de la mano.

"¡Adonai, ¿qué fue todo esto?!"

El muchacho rió y se echó para atrás, apoyando su espalda en el pecho de su amigo.

"Estoy cansado, Antoine."

"¿Qué?"

"De todo esto. Estoy harto de esta mierda, Antoine. De lo que no hay entre tú y yo."

"No te entiendo, Adonai."

"¡Nunca me entiendes, Antoine! Ese es el problema. Ese es el puto problema. Siempre es igual."

"Adonai..."

"Ven para acá, idiota, te haré entender a las malas."

"¡Adonai, espera!"

Le bajó de la motocicleta a tirones, sosteniendo en una mano su casco y sin importarle no encadenar su vehículo. Ya se compraría una nueva de todos modos, tenía cosas más importantes que solucionar.

"¡Adonai!"

La puerta se cerró una vez ambos estuvieron dentro del hogar. Adonai tiró del brazo de su amigo y lo obligó a chocar la espalda con la pared.

"Adonai... maldita sea, Adonai. ¿Qué te pasa?"

"Me gustas, Antoine... Y mi amor por ti es tan intenso como el brillo de la luna llena que hubo el viernes."

Filosofía De Vida Para Noches de InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora