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Adonai se levantó a abrir.

"Hey", saludó sonriente, dejando pasar a la persona detrás de la puerta. Un muchacho alto, más alto que Adonai, de cabello cobrizo y grandes ojos azules.

"Hey", repitió el otro, devolviéndole la sonrisa.

"¿Mamá te mandó por mí?"

"No quiere que llegues tarde para el almuerzo. Dijo que hoy tendríamos el restaurante tan lleno que necesitaríamos cocinar incluso con los pies."

"Suena emocionante", y a continuación dejó escapar un gruñido. "Me iré a duchar para llegar lo más pronto posible... Ese de ahí es Antoine, por cierto. Antoine, este es Jerome. No se maten mientras no estoy."

Y con eso tomó la toalla que reposaba en el sofá y se metió al baño. Jerome caminó para sentarse frente a Antoine. Sus miradas se encontraron por unos momentos, ambos serios, hasta que Jerome le dedicó una amplia sonrisa. Denotaba un poco de burla.

"Así que tú eres Antoine" habló como si aquello lo divirtiera. Se levantó una vez más para servirse una taza de café. "Encantado de conocerte al fin."

"¿Al fin?"

"Oh, ya sabes, Adonai no deja de hablar de ti nunca. Es obvio que te aprecia un montón."

"Sí... y yo a él."

"Oh, así que se volvieron novios..."

"¿Ah? ¡No! Nosotros no... Es decir... ¿Qué te importa?"

"Escucha, niño lindo, he escuchado a ese idiota hablar de ti hasta por los codos, ¿entiendes? Claro que me interesa saber si debo empezar a planear alguna especie de boda."

"Mira, no es así", masculló, frunciendo los labios. "Él y yo... nos gustamos, ¿vale? Nada más."

"¿Nada más? ¿Cómo puedes decir eso tan tranquilo, niño lindo? ¿Tienes idea de todos los tipos guapos que ese idiota ha rechazado por ti? Vi a un dios griego regalarle un ramo inmenso de flores rojas, sus favoritas, y lo vi rechazarlo..."

Antoine frunció los labios. Ahora que lo pensaba, él pasaba hablando con Adonai sobre todas las chicas que le gustaban, le decía una y otra vez lo lindas que eran, le decía una y otra vez lo mucho que le encantaban, y cuanto esperaba que ellas se sintieran igual por él.

Pero Adonai nunca le había hablado sobre las personas que le gustaban. No recordaba haber oído hablarle de una chica, un chico, de planes para el futuro. En la primaria no le gustaba nadie, a inicios de secundaria le confesó que le gustaban también los niños, luego escuchó rumores que decían que andaba con una chica de otro grado, pero él siempre lo negó. En sus últimos dos años de instituto había visto a un chico decirle lo mucho que le gustaba, lo vio, tal como decía Jerome, regalarle una caja de chocolates, un oso de peluche y un ramo de flores. Él se sintió terriblemente incómodo al verlos besarse, pero Adonai le hizo saber a las dos semanas que aquello nunca iba a funcionar.

Ahora lo descubría, aquello no funcionaba y no iba a funcionar porque Adonai no quería que funcionara. Seguramente no quería que funcionara con nadie más que con él...

Eso sería lindo.

"Sí... quizás sí es la gran cosa..."

Filosofía De Vida Para Noches de InsomnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora